Lunes 6 de mayo de 2024

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"¡Vayamos a gustar la bondad del Señor!" (Sal 34[33], 9)

Homilía de monseñor Gabriel Mestre en la misa de despedida de la diócesis de Mar del Plata (Catedral de Mar del Plata, 9 de septiembre de 2023)

Gen 12, 1-4a; Sal 33,2-9; 1Co 12,3b-7.12-13; Lc 17,11-19

Queridas hermanas y queridos hermanos.
Estimadas autoridades de los diversos ámbitos.

Cada Eucaristía es única e irrepetible. Todas son importantes y en todas Cristo, como Pan Vivo bajado del Cielo, se hace presente para alimentar a su Pueblo. Algunas Misas acompañan momentos particulares de la vida de una persona, una familia o una comunidad. Hoy, esta Eucaristía, tiene el matiz existencial particular dado que el pastor se despide de su comunidad. El padre de la Iglesia Particular parte para servir a Dios y a su Pueblo en otro lugar. Reunidos en comunidad, hacemos acción de gracias por lo vivido en estos seis años.

En este contexto, y a la luz de los textos bíblicos que hemos escuchado, propongo tres puntos para meditar sintetizados en tres palabras: GRACIAS, DESARRAIGO, EQUIPO.

1. Acción de gracias
2. La dinámica del desarraigo
3. Trabajo en equipo

1. Acción de gracias
Para los que tenemos fe, una saludable acción de GRACIAS, siempre mira en primer lugar a Dios. Él, y solo Él, es la fuente de todo lo bueno que nos acontece y por eso a Dios le damos GRACIAS. Le damos GRACIAS por la Iglesia universal y la Iglesia diocesana de Mar del Plata que es madre y hogar. Nos sumamos al samaritano sanado por Jesús en el Evangelio y con él damos GRACIAS al Señor. ¡GRACIAS Señor por la vida y por la fe! ¡GRACIAS Señor por el regalo de la Iglesia Particular de Mar del Plata! ¡GRACIAS porque en esta Iglesia experimentamos la sanación interior, somos restaurados por los sacramentos, somos redimidos por tu GRACIA! ¡Te reconocemos actuando en nuestra vida y te damos GRACIAS!

El salmo del día, en clima de bendición y alabanza, de glorificación y acción de GRACIAS, nos invita “a gustar la bondad del Señor” (Sal 34,9). Quisiera que este sea el clima y lo más importante de nuestra celebración de hoy, que juntos gustemos la infinita bondad de nuestro Dios. Que demos GRACIAS por estos seis años de ministerio pastoral que nos permitió vivir juntos a lo largo y lo ancho de todo el territorio diocesano.

Por su GRACIA, gusté la bondad del Señor de forma directa en el encuentro con Él en la intimidad de la oración. También gusté la bondad del Señor en cada espacio y encuentro que nos permitió vivir con todos y cada uno de ustedes. Los retiros y encuentros con los diáconos y presbíteros, la Eufemia y tantos otros momentos con los seminaristas; los encuentros con la vida consagrada; los encuentros con cada uno de los carismas específicos de los movimientos y asociaciones laicales presentes en la Diócesis. GRACIAS por haber podido compartir parte del servicio pastoral con Darío Quintana como nuestro obispo auxiliar. Gusté la bondad del Señor, y por eso le doy GRACIAS, en cada visita a las comunidades, sea por patronales, confirmaciones o porque sí como tantas veces pudimos compartir, a veces en celebraciones más masivas y otras veces en la intimidad de grupos más pequeños. ¡GRACIAS Señor por permitirme compartir la vida de cada comunidad desde las más cercanas hasta las más lejanas, especialmente aquellas de las periferias geográficas y existenciales!

¡GRACIAS Señor por poder gustar tu bondad en la presencia de la Carpa Misionera en nuestros barrios más postergados! GRACIAS por cada encuentro con laicos y laicas en las pastorales específicas: con adolescentes, jóvenes y universitarios; con los catequista, con la COBIDI y con las Comisión Diocesana de Liturgia; con la Pastoral Vocacional y la Pastoral Familiar; en el mundo educativo con la EUT-CEDIER, la JUREC y en cada escuela; en la Pastoral Social y la Mesa por la Dignidad de las Periferias; en la pastoral de la salud y del duelo, en Cáritas Diocesana, en Cáritas en cada comunidad y todos los ámbitos de servicio de caridad como el Hogar Nazareth, la Noche de la Caridad y el Hogar Hijos de María, los Hogares de Cristo y la Casa San Francisco de Asís; la Pastoral Carcelaria y la Casa de la Libertad y la Misericordia; el Hogar de las Hermanas de la Caridad y la Gruta de Lourdes; el Hogar Landera y el Hogar de tránsito del Buen Samaritano en Necochea. GRACIAS Señor por la posibilidad que me diste de visitar cada retiro de impacto en sus diversos formatos y carismas, para bendecir a quienes lo hacían y a los equipos de animación y trabajo. GRACIAS por el servicio comunicacional de la Oficina de Prensa y la Misa por Televisión. GRACIAS por el cuidado de la vida en el ámbito de Ain Karem, en Pastoral de la Mujer y el acompañamiento de los adultos mayores en la Pastoral de la Tercera Edad. GRACIAS por la Mesa Coordinadora de las CEBs, la Pastoral de Barrios Populares, la Comisión de Migraciones y Turismo y el Servicio Sacerdotal de Urgencia.

Doy GRACIAS a Dios por haber gustado su bondad en los encuentros ecuménicos e interreligiosos. GRACIAS por haber podido compartir la búsqueda del bien común, la paz y la justicia social, la verdad y la memoria, el cuidado de la democracia y la defensa de la vida y de la Casa Común con muchos sectores del ámbito político y social, movimientos populares y fuerzas armadas y de seguridad, los medios de comunicación social, ámbitos judiciales y los organismos de derechos humanos.

Un lugar muy importante, tanto desde la fe como desde la experiencia afectiva, lo ocupa mi familia y los amigos que Dios me ha regalado. ¡Muchas GRACIAS querida familia y queridos amigos por estar siempre, en todos los momentos de la vida! ¡GRACIAS por quererme, cuidarme, corregirme, aconsejarme, contenerme y acompañarme siempre! Con mi familia, de modo particular, como a tantas personas en el mundo, nos tocó fuerte el realismo de haber sido atravesados por la pandemia con su matiz de dolor y muerte. GRACIAS por poder haberlo vivido unidos y desde la fe en Jesucristo el Señor de la historia.

“¡Cristo es nuestra paz!” (Ef 2,14). Por Él, con Él y en Él vayamos a gustar la bondad de Dios, dando GRACIAS por estos seis años compartidos como obispo en la querida Diócesis de Mar del Plata.

2. La dinámica del desarraigo
Me siento profundamente interpelado por la primera lectura. La experiencia de Abrám, dura y fecunda a la vez, es mi experiencia hoy. Contemplando este momento de la vida de nuestro gran patriarca me surge la palabra DESARRAIGO acompañada de otras similares o sinónimas: desprendimiento, desgarrón, desinstalarse, éxodo, salida, mutación, transformación, cambio profundo… La despedida que hoy compartimos, y las diversas que tuve a lo largo de este mes y medio, me han dejado al límite de mi afectividad. La intensidad de mis emociones y el latir de mi corazón han sido muy fuertes en este tiempo. Ni al entrar al Seminario, ni al ordenarme, ni al aceptar los oficios pastorales que tuve hasta ahora, experimenté con tanta fuerza las palabras de Dios a Abrám que escuchamos en la primera lectura: “Deja tu tierra natal y la casa de tu padre, y ve al país que yo te mostraré”. Siempre las medité de forma más romántica y hoy, con mucho realismo, las experimento en el DESARRAIGO que implica dejar la Diócesis de Mar del Plata, dejarlos como obispo a todos y cada uno de ustedes.

Me resulta muy duro DESARRAIGARME y no tener la presencia de padre, hermano y amigo en tantas cosas lindas de la vida de la Diócesis: me cuesta no estar en la Caravana de la Primavera dentro de pocas semanas, no participar de la Invasión de Pueblos en Villa Gesell a fin de mes, no caminar a Luján con la gente de la Diócesis, no poder hacer la Marcha 25º de las Comunidades del Sur; no estar presente en las dos semanas de misión intensiva programática a comienzos de octubre, no realizar la Marcha de la Esperanza 50 que se conmemora este año, no participar de la Marcha de la Fe en Necochea y ni en la Marcha de la Esperanza en Balcarce, no ordenar de presbítero a Juan Marcos a mediados de diciembre, no compartir la cotidianeidad de la vida en casa con los sacerdotes y laicos de la Catedral y las personas de la Curia en el Obispado, no visitar con asiduidad a las hermanas carmelitas… ¡La lista podría ser interminable!

La experiencia de Abrám se retraduce también en las palabras del sabio Qohelet en el Primer Testamento: “Hay un momento para todo y un tiempo para cada cosa bajo el sol” (Ecle 3,1). Es la experiencia del profeta Jeremías y de tantos otros profetas que viven en DESARRAIGO para cumplir la voluntad de Dios. Cambia el clima con los años, cambia el pastor su rebaño nos recuerda el canto popular latinoamericano haciendo referencia al DESARRAIGO como parte de la vida. DESARRAIGO al que invita el mismo Jesucristo para ser fiel seguidor suyo y auténtico discípulo misionero. DESARRAIGO que duele pero que, desde la fe en Jesús, sé y estoy convencido que es y será fecundo al modo de Dios: “Les aseguro que, si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12,24). Así, el dolor del DESARRAIGO, por la Pascua de Cristo se transforma en luz de esperanza. Este

momento de despedida puede tener algo de viernes santo, sin embargo, por sobre todas las cosas, tiene mucho de la luminosidad del Domingo de Resurrección.

Por eso, desde nuestra fe, pidámosle juntos a Dios, que este DESARRAIGO sea realmente fecundo y dé mucho fruto de bien, de verdad y de belleza para las Iglesias de Mar del Plata y de La Plata.

3. Trabajo en equipo
Desde el momento de mi nombramiento como arzobispo de La Plata no he dejado de recibir agradecimientos y felicitaciones personales por lo que muchas personas entienden que pude hacer de bien, tanto en el interior de las estructuras de la Iglesia como también en el ámbito más secular. Agradecimiento de personas sencillas y de personas o grupos con mayor visibilidad mediática. Por momentos experimento un poco de vergüenza y, hasta creo que existe un exceso de valoración. Tomando prestadas las palabras del profeta Isaías, me confesé, el día de mi ordenación episcopal, como un “hombre de labios impuros” (Is 6,5). Soy consciente de mi fragilidad y debilidad, me asumo como un hombre pecador necesitado de la gracia de Dios para la conversión permanente.

Sin embargo, mirando los seis años recorridos, veo que lo bueno que he podido hacer en nombre y por la gracia de Dios, es porque siempre detrás de cada gesto pastoral del obispo había un EQUIPO que sostenía y ejecutaba. La segunda lectura es un canto al estilo sinodal y el trabajo en EQUIPO, que son la misma realidad con palabras diferentes: dones variados y un solo Espíritu; diversos miembros y un solo cuerpo en Cristo. A la luz de esta Palabra, valoro de corazón el haber tenido EQUIPO para llevar adelante en el Espíritu mi servicio como pastor. Destaco en primer lugar el EQUIPO de la Curia, laicos, consagrados y sacerdotes, que siempre y en toda circunstancia acompañaron la pastoral y los servicios que el obispo lleva adelante con la animación directa del padre Luis Albóniga en la vicaría general a quién agradezco de corazón. Menciono también los EQUIPOS del Consejo de Asuntos Económicos y el Consejo Pastoral Diocesano donde servidores comprometidos desde sus competencias, siempre estuvieron presentes para asesorar con excelencia. Valoro profundamente el trabajo en EQUIPO con los presbíteros que forman parte del Consejo Presbiteral y el Colegio de Consultores. Con ustedes hemos conversado y confrontado decisiones importantes, algunas en materia grave, siempre con la riqueza y la profundidad del trabajo en EQUIPO y hablando con caridad y libertad, sin tabúes, ni tapando, ni negando lo oscuro de nuestra Iglesia. Por último, no puedo dejar de destacar el trabajo en EQUIPO realizado con la Comisión del Primer Sínodo Diocesano y las sesiones que tuvimos en el 2022. Caminando en la audacia del Espíritu buscamos trabajar en EQUIPO para renovar la evangelización y la catequesis, atendiendo de forma particular la realidad de las familias, los jóvenes y los pobres. Como fruto de este trabajo en EQUIPO sigue vigente el Camino Pastoral 22-25 con la fecunda y generosa tarea del Secretariado para la Evangelización Renovada y el Secretariado para la Catequesis Renovada.

El trabajo sinodal, el trabajo en EQUIPO, es un signo distintivo de la Iglesia Particular de Mar del Plata desde el momento fundacional con el pastoreo de Mons. Enrique Rau. En épocas donde la palabra sinodal no estaba de moda, el Pueblo de Dios presente en la Diócesis de Mar del Plata, asumía desde el inicio una verdadera

dinámica sinodal. ¡Con la fuerza del Espíritu Santo y el nuevo pastor que el Señor les regalará, puedan mantener vivo, potenciar y perfeccionar siempre la capacidad de trabajar en EQUIPO para el servicio del Reino!

Para concluir
Comparto frases de la oración improvisada que realizara el Venerable Eduardo Francisco Pironio al terminar su servicio en la diócesis de Mar del Plata y partir a su nuevo oficio en Roma:

…Te pido, Señor, por todos éstos que llevo dentro, muy dentro de mi corazón… Señor, a todos éstos tú los has puesto en mi camino. No fue la casualidad; fue tu providencia, fue el destino del Padre, el designio de la salvación de tu Padre. Tú lo has puesto en mi camino, estoy seguro. De muchos conozco el nombre. De todos, Señor, siento el cariño, el afecto. Los llevo conmigo, Señor, en mi propio silencio de contemplación, en la serenidad de mi propia cruz, en la proclamación de mi propia esperanza (Mons. Pironio, Oración antes de partir, 28/09/75).

Me quiero hacer eco de esta oración de Pironio y decirles que realmente los llevo dentro, muy dentro de mi corazón. Fui inmensamente feliz en mi servicio como obispo de Mar del Plata. Gracias al cariño y al afecto de ustedes, incluso las dificultades y los desencuentros, han tenido una dosis de positividad y de esperanza. Mirando estos seis años, puedo decir que disfruté profundamente de cada lugar y cada pequeño o gran acontecimiento de la vida diocesana. Me llevo en el corazón los rostros y los sentimientos de todo lo que Dios nos permitió gozar en este hermoso tiempo. Pido que la intercesión de María, Madre de la Iglesia, y Santa Cecilia los acompañe siempre.

Los voy a extrañar mucho; creo que muchísimo… y me preguntaba por qué. En estos seis años he cometido errores y pecados y he celebrado el Sacramento del Perdón para mí, más o menos, una vez al mes. Los voy a extrañar mucho porque nunca me tuve que confesar de algo: de no entregarle mi tiempo a la Diócesis, de no entregarle mi tiempo a ustedes. Gracias a la gracia de Dios he podido serle fiel a Él y a ustedes buscando entregar lo más precioso que podía ofrecer: mi tiempo. Los voy a extrañar mucho porque en estos seis años busqué siempre que mi tiempo sea el tiempo de ustedes. Jamás escatimé un minuto de mi vida para alguien o algo de la Diócesis. Mi tiempo ha sido siempre para cada grupo, para cada comunidad, para cada servicio haciendo, muchísimas veces, malabares con la agenda para llegar siempre y a todos lados. Esto ha generado en mi corazón un vínculo tan fuerte y profundo, tan paterno y afectivo, que hace dolorosa y difícil la partida.

Con la gracia de Dios, hay que seguir andando nomás. ¡Los voy a extrañar mucho, muchísimo y los quiero profundamente de corazón! ¡Mil gracias por todo!

Mons. Gabriel Mestre, administrador diocesano de Mar del Plata y arzobispo electo de La Plata