Buenas noches, hermanos y hermanas.
Ante todo, quiero agradecer a quienes han trabajado para hacer posible esta celebración, tanto en la liturgia como a los que se han encargado de recibir a los que han venido de distintos lugares.
También quiero agradecer a quienes han podido venir, a los de la Diócesis de Orán y a los que han venido de otros lugares, especialmente a los que vinieron de la Arquidiócesis de Rosario.
Y saludar a los que lo están siguiendo a través de las redes y sé que han rezados por mí.
Me siente un poquito Abraham, que de viejo tiene que dejar todo para ir a una tierra desconocida.
Con la certeza de que esto no es un ascenso sino un nuevo servicio, y que ser sucesor de los apóstoles es un título que me queda muy grande.
Esta comparación es para los juegan al truco: Dios se empecina en jugar al truco con un 4 de copas. Para el envido un 4 de copas sirve, pero para el truco no, depende de la habilidad del que tiene esa carta en la mano. El 4 de copas soy yo… Un 4 de copas sin estudios después del seminario… y un 4 de copas que es un pecador. Espero que Dios sepa jugar con este 4 de copas.
El Apóstol San Pablo dice: “Nosotros llevamos ese tesoro en recipientes de barro…” (2 Cor. 4,7), sé que es así, porque conozco mis limitaciones y mis flaquezas. Pero el texto continúa: “para que se veabien que este poder extraordinario no procede de nosotros, sino de Dios.” (ídem).
Tengo la absoluta certeza de lo que dice el Salmo 127: “Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los albañiles”. Por eso confío en la Gracias de Dios y en la acción del Espíritu Santo.
Dios no elige a los capacitados, sino que capacita a los que elije. Y hago mías también las palabras de San Pablo: “Porque cuando soydébil, entonces soy fuerte” (2 Cor. 12,10), porque conozco mis limitaciones pongo toda mi fuerza en el Señor.
Permítanme hacer memoria agradecida:
Memoria agradecida a la Virgen María…
Memoria agradecida a mi familia…
Memoria agradecida con mi hermano Carlos, que cumplió los 11 años en el barco, viviendo de Italia, quien llevándome 18 años fue para mí como un padre. Los tres me están acompañando desde el cielo.
Memoria agradecida con mi cuñada Norma y mis sobrinos María Belén y Lucas, a mis sobrinos políticos Francisco y Pauli, quienes me acompañaron siempre de manera incondicional. Mis dos sobrinos me regalaron cuatro hermosos sobrinos nietos: Emmanuel, Angelita, Vera y Margarita.
Memoria agradecida a los amigos del barrio, especialmente a los de calle Chubut de Villa Constitución.
Memoria agradecida con mis compañeros y compañeras de la escuela primaria, León Gauna.
Memoria agradecida con mis compañeros de la escuela secundaria San Pablo.
Memoria agradecida con los compañeros de la colimba, de la Prefectura de Villa Constitución.
Memoria agradecida con los muchachos y chicas de los Jóvenes de Acción Católica de la Parroquia San Pablo.
Memoria agradecida con todo el Seminario San Carlos Borromeo.
Memoria agradecida con los compañeros del seminario, especialmente los del curso y los de ordenación.
Memoria agradecida al clero de la Arquidiócesis de Rosario.
Memoria agradecida al clero de la Diócesis de Formosa.
Pero quiero detenerme en la memoria agradecida a todas las parroquias por donde he pasado y fue muy feliz…
Como seminarista en la Parroquia María Madre de la Iglesia, la Parroquia de Tambúes y Andino, y como diácono en la Parroquia San Pedro de Casilda.
Como sacerdote en la Parroquia Nuestra Señora de Itatí en los barrios Las Flores y San Martín Sur.
En la Parroquia de Arteaga, con Campo Gimbatti y Lago di Como.
En la Parroquia San Vicente de Paúl, en los barrios Puente Gallego, Tío Rolo y Hume-Estación el Gaucho.
En la Parroquia de Misión Laishí, con los pueblos y todas las colinas que la componen.
En la Parroquia Nuestra Señora del Carmen de Godoy, J.B. Molina, Rueda y Oratorio Morante.
En la Parroquia Nuestra Señora de Fátima, en Villa Manuelita y barrio Tablada.
Memoria agradecida con las distintas pastorales que llenaron mi corazón y mi vida…
Memoria agradecida con todas las personas buenas que me encontré en estos 38 años y medio de cura.
Mirando hacia atrás esta memoria agradecida.
Mirando el presente, simplemente que estoy amando a las personas de esta Diócesis de la Nueva Orán desde el 1 de marzo, cuando el Nuncio Apostólico me dijo que había sido elegido como obispo auxiliar. Los estoy amando aún sin haberlos conocido.
Mirando hacia adelante:
Mi vida está marcada por las periferias, Dios me llevó siempre a las periferias…
En las periferias geográficas voy a seguir estando, ya que Orán está en las periferias de la Argentina. Con la gracia de Dios espero nunca dejar las periferias existenciales. San Pablo recuerda lo que Pedro, Santiago y Juan le pidieron a él y a Bernabé: “Solamente nos recomendaron que nos acodáramos de los pobres, lo que siempre he tratado de hacer.” (Gal. 2,10). Con la gracia de Dios espero también yo tratarlo de hacer siempre.
Y que nunca olvide que Jesús era “periferia”, porque Nazaret y Galilea eran periferias.
En el NOA tenemos un obispo testigo de esto, al que ojalá pueda imitar: al Beato mártir Enrique Angelelli.
Ahora quiero hacer mías las palabras de quien fuera Arzobispo de Rosario, Eduardo Vicente Mirás, en el Sínodo de obispos, justamente sobre “El obispo: servidor del Evangelio de Jesucristo para la esperanza del mundo”, en su intervención del martes 21 de octubre de 2001:
“Como en muchos lugares el pueblo guarda del obispo la imagen predominante del hombre influyente en el poder secular y, a veces, su aliado, hacen falta gestos institucionales, aunque sean pequeños y cotidianos, para mostrar que verdaderamente desea servir en proximidad, ser solícito con todos y lejano a la figura del simple administrador. Ayudaría mucho renunciar a honores; títulos y vestimentas que saben a reconocimiento secular y le impiden aparecer como "padre, hermano y amigo" (Instr. Lab. 9).”
No quiero hacer demagogia, simplemente les pido que me ayuden a renunciar al título de “monseñor” –palabra que hace años no la pronuncio- porque me suena a otra época de la Iglesia. Me gustaría que me llamen simplemente “padre obispo”.
Les quiero pedir algo más: tengo que aprender a ser obispo, les pido que me ayuden, especialmente a vos padre obispo Luis, y a todo el pueblo santo fiel de Dios de la Diócesis de la Nueva Orán.
Sé, también, que vengo de una cultura diferente y me tengo que inculturar; y sé que inculturarse es mucho más que cambiar el “dale” que traigo, por el “meta” que se dice aquí.
Sé que tengo que dejarme seducir por la cultura aborigen; que el “Pin pin” que bailaron los Avá Guaraní en el Gloria, no es un espectáculo para que se saquen fotos, sino para expresar la fiesta, la alegría, la vida, es este caso la fiesta, la alegría, la vida que nos regala el Resucitado.
Confío en la Gracias de Dios y en la ayuda de ustedes para poder encarnarme.
Cuando pusimos esta fecha para la ordenación no nos dimos cuenta que era el día de san Felipe Neri, ni que estábamos en el triduo de Pentecostés. La Providencia quiso que fuera así. Que en este ministerio que comienzo hoy, tenga la alegría de san Felipe Neri y la asistencia permanente del Espíritu Santo.
Y pido la intercesión de San Ramón Nonato, de la Virgen de la Peña, de la comunidad misionera de los Mártires del Zenta, y de los otros beatos de esta Región del NOA: los Beatos Mártires Riojanos, la Beata Mama Antula y el Beato Fray Mamerto Esquiú.
Ahora pido la bendición de ustedes…
Mons. Claudio Pablo Castricone, obispo auxiliar de Orán