Viernes 22 de noviembre de 2024

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Somos templo de Dios, somos su familia

Homilía de monseñor Dante Braida, obispo de La Rioja, con motivo de los 400 años de la inauguración del Templo de Santo Domingo en la ciudad de La Rioja (13 de mayo de 2023)

Lecturas:
Hc 8, 5-8.14-17; 1Pe 2,4-10; Jn, 14, 15-21

Queridos hermanos y hermanas de la familia dominicana,
Queridos hermanos y hermanas de los grupos que aquí desarrollan sus actividades,
Querida familia diocesana:

Celebramos con alegría, en este día, los 400 años de este hermoso Templo de Santo Domingo. Este acontecimiento nos habla de una larga historia de presencia dominicana en esta bendita tierra riojana y, a la vez, nos habla de la abundante vida que se manifestó en tantos frailes y fieles que aquí alimentaron su fe.

Damos gracias por la presencia de Fray Jorge que participa en representación del Padre provincial, Juan José Baldini, y de los frailes dominicos. De los tantos frailes que han pasado por este Convento.

La Orden de los Predicadores nació hace más de ochocientos años con Santo Domingo para predicar, para anunciar a todo el mundo el Evangelio, para que todos sus habitantes al recibir este anuncio pudieran abrir sus corazones al Dios que hace plena cada vida y cada lugar. Con esa misión llegaron los Dominicos aquí hace más de cuatrocientos años. Comenzando por Tama pronto llegarán con esa misión a esta ciudad donde se establece el Convento y luego se levanta este Templo que hoy permanece entre nosotros resistiendo, sabemos, a fuertes terremotos y temblores.

El Templo tiene sentido por la comunidad que lo habita que, como hijos de Dios, forma una sola familia unidos por el mismo Espíritu. En el Evangelio que acabamos de escuchar expresa que, en la última Cena, Jesús habla de su partida pero de que volverá y enviará sobre cada uno al Espíritu Santo, a quien llama con un término griego: “paráclito”, que quiere decir “consolador”, “ayudante”, “consejero” o “intercesor”. Alguien que está llamado para que esté junto a nosotros, nos ayude y defienda. La condición para recibir el don del Paráclito es el amor a Jesucristo. Pero Jesús habla de “otro” Paráclito dejando el claro que él mismo lo ha sido, primeramente, para sus discípulos durante su vida terrena.

La Buena Noticia que hoy nos da Jesús es que el primer templo donde habita Dios somos cada uno de nosotros. Por eso cada vida merece todo cuidado y respeto, porque en cada una vive Dios y se manifiesta de modo particular para el bien de los demás.

La presencia del Espíritu Santo es esencial para nuestra vida ya que por él habita en nosotros el Padre y el Hijo, y por él hoy nuestra vida puede ser una manifestación clara de la obra y el amor de Dios.

Pero él también se manifiesta en la comunidad Cristiana: “donde dos o más se reúnen en mi nombre allí estoy yo” Mt 18,20 dirá Jesús. La primera carta de Pedro compara a la Iglesia justamente con un templo construido por muchas piedras dejando claro en primer lugar que Jesús es la piedra viva y fundamental. Luego dirá que ustedes son «piedras vivas para la construcción de un edificio espiritual». Un edificio construido y habitado por el Espíritu Santo.

Este templo, construido literalmente de piedras, nos da una clara visión de esta comparación. Cada piedra tiene un lugar único que, con las demás forman esta Casa, en la que todos ahora estamos reunidos como piedras vivas, con un único y propio lugar.

Tomar conciencia de la dimensión sinodal de la iglesia tiene ver con esto, todos los bautizados tenemos un lugar en ella. Cada uno tiene una misión propia y algo para aportar para el bien de los demás.

Cada uno es valioso, cada vida es importante! Ocupemos nuestro lugar!

El Espíritu Santo es también quien guía la misión de la Iglesia. El libro de los Hechos de los Apóstoles que escuchamos nos relata cómo, a raíz de las persecuciones desatadas en Jerusalén, los primeros cristianos tienen que huir a otras ciudades y lo hacen anunciando allí la Palabra de Dios. «Los que se habían dispersado iban por todas partes anunciando la Palabra» (Hc 8,4). Es decir, la persecución de los cristianos en Jerusalén, los «impulsa» a otras regiones a predicar la Palabra. Así llega Felipe a Samaría donde predica a Cristo y obra «signos», y es escuchado favorablemente y con alegría por la multitud. Así, la persecución de la Iglesia, ayuda al cumplimiento de lo anunciado por el Señor antes de su Ascensión: «recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra» (He 1,8).

Esta apertura a los paganos o gentiles es una nueva realidad que ha surgido y, por ello, los Apóstoles desde Jerusalén envían a Pedro y Juan para que vean y avalen la misión de Felipe. Así lo hacen, completando el bautismo en el nombre del Señor Jesús que habían recibido los samaritanos con la donación del Espíritu Santo. «Y fue grande la alegría de aquella ciudad» (8,8)

Estos días de Visita Pastoral fuimos conversando sobre la misión de la Iglesia en estos tiempos y, en particular, el andar del Centro Pastoral. Fuimos compartiendo los desafíos y las problemáticas que hoy tenemos que aceptar y asumir para que el Evangelio toque lo más profundo de cada situación existencial. Nos preocupa las carencias en la salud mental, las adicciones que afecta la vida de muchas personas y familias, la presencia en integración de las nuevas tecnologías, las nuevas expresiones de pobreza.

También se nos presenta como desafío la conversión pastoral. Cómo hacer para que grupos que llevan muchos años trabajando de un modo puedan abrirse a un nuevo estilo evangelizador.

También compartimos cómo la sinodalidad llena de esperanza nuestro presente y futuro al abrirnos como Iglesia a una mayor participación de todos los bautizados en su misión.

Es un tiempo que, a su vez, requiere abrirnos a una experiencia más profunda y contemplativa de Dios para abandonarnos en él, y una escucha atenta de los demás: de los que están cerca, con los que caminamos cada día y con los que no están, o se han alejado.

Hoy, en el día de la Virgen de Fátima, por quien tienen una particular devoción en esta comunidad, reconocemos a un Dios que busca manifestarse a muchos a través de pequeños niños, de aquellas frágiles vidas que se animaron a abrirse a la manifestación de Dios en María.

María sigue abriendo sus brazos y corazón para recibir a los pequeños de estos tiempos y brindarles el amor de su Hijo Jesús acercándolos a él.

La Iglesia, cómo María, hoy tiene que ser un lugar de acogida y contención de tantas vidas frágiles o vulnerables que necesitan el calor de una familia. Lugar donde se pueda experimentar que tenemos un Padre que nos ama y nos quiere como sus hijos e hijas. “No los dejaré huérfanos…” nos decía Jesús en el Evangelio.

La visita de San Nicolás nos habla de nuestra identidad como Iglesia Riojana, su cayado de pastor y la Palabra de Dios en sus manos nos indican un claro camino para nuestras vidas. A él le encomendamos los frutos de esta Visita Pastoral.

En esta tierra floreció la Santidad de cuatro beatos mártires: Enrique Angelelli, Carlos de Dios Murias, Gabriel Longeville y Wenceslao Pedernera. A ellos les pedimos su intercesión para que podamos transitar nuestro propio camino de santidad, entregándonos cada día más a Dios y a su pueblo como ellos lo hicieron.

Que Santo Domingo nos anime para que nuestra vida sea una auténtica predicación de la Palabra de Dios para bien de toda la sociedad y que este templo siga siendo Casa de una familia que viene a alimentar su fe para ser fermento de un mundo más justo y fraterno. Así sea.

Mons. Dante Braida, obispo de La Rioja