Martes 23 de abril de 2024

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Ordenaciones diaconales e institución del ministerio del Lectorado

Homilía de monseñor Andrés Stanovnik OFM Cap., arzobispo de Corrientes, en la misa de ordenaciones diaconales e institución del ministerio del Lectorado (Iglesia catedral, 24 de marzo de 2023)

Ordenación diaconal de Carlos Germán Rodríguez, Marcelo Federico Miño y Cristian Luis Correa
Lectorado de Jesús Israel Luna Soza y José Roberto González Martínez

Nos hemos reunido esta tarde para administrar el sacramento del Orden Sagrado en el grado de Diaconado a los acólitos Carlos Germán Rodríguez, Marcelo Federico Miño y Cristian Luis Correa, luego de haber cumplido ellos las etapas correspondientes de preparación al ministerio ordenado en nuestro Seminario “La Encarnación”, casa de formación sacerdotal, que compartimos con varias diócesis de la Región del Nordeste Argentino. Y también para instituir en el ministerio del Lectorado a los seminaristas Jesús Israel Luna Soza y José Roberto González Martínez, de nuestro “Seminario Mayor Internacional y Misionero Redemptoris Mater”.

Nos alegramos en el Señor Jesús, porque nuestra Iglesia particular podrá contar con tres diáconos ordenados en vista del Presbiterado, el cual, Dios mediante, sería administrado en la segunda mitad de este año. Recordemos que el diaconado, junto con el presbiterado y el episcopado, constituyen los tres grados del Orden Sagrado, penúltimo de los siete sacramentos. Entre nosotros conocemos y tratamos habitualmente a los diáconos llamados permanentes, porque fueron ordenados no en vista al presbiterado, sino para ejercer ese ministerio en forma estable y permanente. En cambio, estos jóvenes que reciben hoy el ministerio del diaconado lo hacen en vista de ser ordenados presbíteros.

El Lectorado habilita a quien es instituido para ese ministerio a proclamar la Palabra en la asamblea litúrgica; a educar en la fe y para la digna recepción de los sacramentos a los niños y a los adultos, y para anunciar la Buena Noticia de la Salvación a los hombres que todavía no la desconocen. Por eso, queridos candidatos a ser lectores, ya que anunciarán a otros la Palabra divina, dóciles al Espíritu Santo, recíbanla ustedes primero, medítenla asiduamente, a fin de ir creciendo cada día más en el suave y vivo amor hacia ella. Que la conducta de ustedes manifieste a Jesús.

Luego de estas breves precisiones, vayamos a los aspectos esenciales del ministerio del diaconado. Los tres que van a ser ordenados diáconos eligieron, como lema para iluminar este servicio, una hermosa y profunda frase de San Pablo a los cristianos de Éfeso: “Practiquen el amor a ejemplo de Cristo” (5,2). La meta que se proponen los sobrepasa ampliamente: “a ejemplo de Cristo”, es decir, tal como lo hizo Él. Pero antes de continuar hablando de ellos, recordemos que San Pablo hace esa recomendación a todos los bautizados, es decir a cada uno de los que hoy participamos de esta celebración. Entonces, todos estamos llamados a vivir amando como lo hizo Jesús.

Sin embargo, lo propio de estos tres hermanos nuestros que van a ser ordenados diáconos, es que su servicio en la comunidad cristiana tendrá que destacarse de tal modo que los destinatarios de ese ministerio puedan distinguir en ellos a Jesús Servidor.

Tendrán que estar muy atentos para que no busquen ser servidos, recordando siempre aquellas palabras con las que Jesús se refería a sí mismo como aquel que no vino a ser servido sino a servir (cf. Mt 20,28). Y para poder brindarse así a la comunidad, el diácono buscará aquellos lugares donde están los últimos, los alejados, los que están solos, los enfermos, en fin, aquellos a quienes pocos o nadie quiere acercarse.

Ampliemos un poco más esta cuestión mirando a Jesús, no solo para aprender de Él, sino para recibir en comunión con Él la gracia de amar siguiendo su ejemplo, tal como lo hizo en aquel momento crucial de su vida cuando en el Última Cena, luego de lavar los pies a sus discípulos, les dijo que “Si yo, el Señor y Maestro, les he lavado los pies también ustedes deben lavarse los pies unos a otros” (Jn 13,14). Recordemos que esa práctica en la época de Jesús era un servicio doméstico que realizaban los esclavos. El diácono es ante todo un servidor, alguien que se inclina ante el hermano, la hermana necesitados y se pone a su servicio, tanto en sus necesidades materiales como espirituales.

Sin embargo, el ejercicio de la diaconía considera también el servicio espiritual. Recordemos que en las primeras comunidades cristianas entre los siete diáconos que fueron elegidos para servir en las mesas, uno de ellos, Esteban, muere mártir predicando a Jesús (cf. Hch 7,1-60), y otro, Felipe, le anuncia la Buena Noticia a un pagano y lo bautiza (cf. Hch 8,26-39). Luego, en la Iglesia, hubo diáconos que desempeñaban cargos importantes, pero la consigna evangélica fue siempre la misma: un oficio en la Iglesia sea el que fuere, es siempre un servicio y deberá ser cumplido con espíritu de escucha y humildad.

Ese ese el espíritu que anima una vida en comunidad. La escucha humilde del otro, para ponerse en su lugar, responder a su necesidad, y crear vínculos de cercanía y de confianza. Por ese camino de acogida del otro, el servicio del diácono es un servicio que favorece la comunión, participación y misión, un ministerio que colabora en afianzar una Iglesia sinodal. La condición indispensable para que este servicio sea fecundo, es vivirlo muy unido a Cristo y estar dispuesto a servir hasta dar la vida si es necesario. Si no se está disponible a vivirlo de ese modo, el ministerio diaconal se convierte en una mera función que reclama compensar oscuros apetitos de autosatisfacción.

Es muy bella la vocación y misión de diácono, porque, vivida en profunda amistad con Jesús Servidor, llega con su servicio hasta la mente y el corazón de las personas, a las que les hace descubrir que Dios tiene para cada una de ellas entrañas de misericordia, de perdón y de amor.

Por eso, queridos Cristian, Marcelo y Germán, “Practiquen el amor a ejemplo de Cristo” durante el tiempo en el que van a ejercer este ministerio para que, llegado el momento, Jesús Servidor los encuentre preparados para recibir el ministerio del presbiterado, y lo realicen en el espíritu de Jesús Servidor y Pastor, mientras los encomendamos a ustedes y nuestros Lectores a la protección de nuestra Tierna Madre de Itatí.

Amén.

Mons. Andrés Stanovnik OFM Cap., arzobispo de Corrientes