1. Queridos hermanos de todas las comunidades de la Prelatura: al comenzar el tiempo de Cuaresma, les escribo para invitarlos a vivir intensamente este tiempo de oración, caridad, misericordia y conversión. Se trata de “volver a Dios” con un corazón arrepentido para recibir el regalo de la salvación que Jesús nos regaló en la semana de su pasión y resurrección.
2. También, aprovecho para invitarlos a comenzar el año pastoral en todas las comunidades inspirados por los frutos de la Asamblea del Pueblo de Dios, realizada en San José de la Dormida el pasado 22 de octubre. Para ello quiero presentarles el LEMA para la prelatura de Deán Funes que a modo de horizonte de la acción pastoral nos acompañará en los próximos tres años. También les presento las tres metas pastorales que deberán guiar la acción pastoral de las comunidades para hacer realidad lo visto, discernido y decidido juntos en las Asambleas[1] del año pasado.
LEMA 2023-2025: Seamos una Iglesia fraterna, cercana y evangelizadora
3. El lema es un ideal que debe guiar todos los esfuerzos pastorales de las comunidades de nuestra Prelatura. El lema, que expresa lo que queremos ser, debe identificar a nuestra Iglesia de Deán Funes.
En primer lugar, queremos ser una Iglesia fraterna porque Jesús ha creado en torno así una comunidad de discípulos, hombres y mujeres que seguían al Maestro, vivían como hermanos y aprendían de él. Y esta es la Iglesia que Jesús fundó, una comunidad de bautizados, hijos adoptivos de Dios, que son llamados a vivir el mandamiento del amor[2]. El amor fraterno de unos a otros es el documento de identidad de los cristianos y el gran signo de credibilidad de la Iglesia.
Una Iglesia cercana. La cercanía es una nota distintiva de la fraternidad. Se trata de ser como Jesús, cercano a todos, especialmente a los que sufren, a los pobres, a los alejados y a los dejados de lado por la sociedad. Es ser prójimos, como también nos enseñó Jesús en la parábola del buen samaritano[3].
Una Iglesia evangelizadora. A la comunidad de sus discípulos Jesús resucitado les dijo: «Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación”[4]. Como nos enseñó tan claramente el Papa San Pablo VI: “Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar…”[5].
Este lema debe ser comprendido y guardado en el corazón y en la mente para que guíe nuestras decisiones pastorales recordándonos constantemente lo que queremos ser: “una Iglesia fraterna, cercana y evangelizadora”.
META PASTORAL: Aprender un método de escucha y de diálogo para favorecer la comunión
4. Para que todos los bautizados caminemos juntos y seamos una Iglesia verdaderamente misionera, es necesario aprender a escucharnos y a dialogar con respeto y afecto fraterno.
La síntesis argentina de la fase de escucha del Sínodo de los Obispos 2023 dice lo siguiente:
“El diálogo franco, abierto y respetuoso es la puerta de entrada al discernimiento. Estamos convocados a formarnos para el ejercicio del diálogo fraterno, que nos abra el corazón y nos impulse a ser creadores de puentes y no de muros, de manera particular entre hermanos que provenimos de distintas culturas. El Espíritu nos mueve a trabajar por una comunicación que favorezca la comunión y que nos ayude a «reconocer nuestros conflictos comunitarios e iniciar un proceso de reconciliación»”[6].
Lo primero a lo que estamos llamados es a comenzar un “proceso de reconciliación”. Sin reconciliación no hay vida cristiana y mucho menos se puede testimoniar que somos hermanos y familia de Dios. Es totalmente contrario a ser una Iglesia “fraterna, cercana y evangelizadora” la desunión, los juicios, el individualismo sectario de personas, grupos, movimientos, áreas pastorales y capillas. Para eso todos los agentes de pastoral tenemos que examinar nuestra conciencia (el tiempo de cuaresma nos ayuda en este sentido) para reconocer nuestros conflictos comunitarios y el rechazo que tenemos hacia otros hermanos. Sólo alguien que se convierte para ser hermano y amigo del otro, como lo quiere Jesús, puede construir una comunidad que “camina junta” para anunciar la alegría del Evangelio.
También, para fomentar la comunión y la disposición personal a la escucha y al diálogo, hay que fomentar a lo largo del año pastoral, encuentros fraternos a los que también invitemos a otros hermanos (familiares, amigos, conocidos). ¿Por qué no animarnos a organizar periódicamente encuentros fraternos en el que oremos, dialoguemos, compartamos la comida y también nos divirtamos con la alegría de los hijos de Dios? Creo que nos haría mucho bien esta clase de encuentros fraternos en medio de una sociedad culturalmente individualista y solitaria. Para cuántos hermanos podría ser un modo de descubrir una Iglesia alegre y festiva, porque se sabe salvada por Jesús. Y quizás para algunos podrá ser un primer paso para redescubrir la vocación bautismal y el rostro más lindo de la verdadera Iglesia de Jesús. No nos olvidemos que un modo privilegiado del método pastoral de Jesús era compartir banquetes y fiestas con amigos[7], pero también con gente pecadora y alejada de Dios como Mateo[8] y Zaqueo[9] que en una comida descubrieron el amor misericordioso de Dios.
Por cierto, para realizar esta meta pastoral también tenemos que renovar y optimizar el funcionamiento de los consejos pastorales. La Iglesia sabiamente quiere que en cada comunidad haya un consejo de pastoral y un consejo de asuntos económicos porque son las mejores estructuras para la escucha, el diálogo y el discernimiento comunitario. Porque queremos ser una Iglesia sinodal y caminar juntos, pido que los sacerdotes y los laicos se comprometan en la creación y funcionamiento de estos instrumentos de sinodalidad. Pero la formación de los consejos no es suficiente. Es necesario aprender un “método sinodal” que los haga funcionar adecuadamente. El Consejo de Pastoral de la Prelatura deberá preparar subsidios que ayuden al buen funcionamiento de los consejos pastorales. Esta meta pastoral para los próximos tres años nos invita a esforzarnos para que las reuniones de nuestros consejos pastorales sean verdaderas experiencias de sinodalidad en las que a través de la escucha y del diálogo se fortalezca la comunión necesaria para el anuncio del Evangelio.
META PASTORAL: Implementar la lectura orante de la Palabra de Dios para ser testigos de Jesús
5. El camino sinodal requiere una “espiritualidad sinodal” indispensable para animar la vida de las comunidades, sus estructuras y sus grupos. Es “una espiritualidad de cercanía, de acogida, de servicio, al estilo de nuestra Madre María, que se deja impulsar y guiar por la fuerza del Espíritu Santo”, nos dice la Síntesis argentina de la fase de escucha del sínodo 2023, n°23. Y esa espiritualidad sinodal y misionera, nos dice la misma síntesis:
“…se sostiene del encuentro con Dios en la oración, la meditación de la Palabra y fundamentalmente de la participación en la Eucaristía. Nuestro testimonio de caridad… se nutre del altar y vuelve a él. Valoramos especialmente el rezo del Santo Rosario y la Adoración Eucarística. Por lo tanto nos parece importante generar espacios de encuentro con la Palabra y adoración Eucarística, promover el ministerio de la música, la preparación de laicos para la celebración de la Palabra, y Ministros Extraordinarios de la Comunión…”[10].
Pienso que la lectura orante de la Palabra de Dios (lectio divina), personal y comunitaria, debe empezar a ocupar un lugar central en la planificación pastoral de cada comunidad. Porque sólo la escucha de la Palabra Dios orada y reflexionada con la ayuda del Espíritu Santo nos capacitará para escucharnos entre nosotros, reconocer en cada hermano la voz del Espíritu y dialogar con sinceridad y respeto, para tomar juntos las decisiones pastorales que el Espíritu nos inspire. La oración con la Palabra de Dios, que tanto falta todavía en las comunidades católicas, debe inspirar todo el camino sinodal. Por eso, la lectio divina y la Eucaristía no pueden permanecer ajenas a un verdadero camino sinodal[11]. Es de desear que las parroquias y comunidades ofrezcan semanalmente espacios para la oración con la Palabra de Dios. Estos momentos serán ocasión de formación bíblica pero fundamentalmente, encuentros con Jesús, el Maestro, que nos sigue proclamando el Evangelio para hacer de cada uno de nosotros discípulos misioneros de una Iglesia cercana y misionera.
También, para favorecer la espiritualidad sinodal en todas las comunidades, tenemos que multiplicar las celebraciones de la Palabra. Estas celebraciones no son ni deben ser consideradas una Misa “incompleta”, sólo “tolerables” en ausencia del sacerdote. Por el contrario, son auténticos momentos de oración comunitaria en torno a Jesús verdaderamente presente en la Palabra de Dios. Para ello, hay que formar adecuadamente a los ministros que las presidirán para que esas celebraciones sean un momento de escucha de la Palabra y se evite absolutamente la clericalización de este ministerio. Los hermanos que presidirán estas celebraciones deberán ser animadores y servidores de la oración fraterna, del canto, de la lectura y comprensión eclesial de la Palabra. Pero también tienen que motivar la reflexión comunitaria de la Palabra proclamada. Estas celebraciones de la Palabra tienen que ser escuela de sinodalidad, en las que se escucha la Palabra de Dios, los hermanos aprenden a escucharse y a compartir lo que el Espíritu le ha dicho a cada uno y lo que el Señor quiere para la actividad misionera de cada comunidad.
META PASTORAL: Asumir comunitariamente la misión para ser “Iglesia en salida”
6. Una Iglesia en la que todos caminan juntos y asume decididamente un estilo sinodal es una Iglesia misionera. La sinodalidad está el servicio de la misión, en la que todos los bautizados están llamados a participar. Nos dice la Sintesis argentina de la fase de escucha del sínodo 2023, n° 37:
“Comprendemos que la sinodalidad está al servicio de la misión, que es responsabilidad común de todos los bautizados, con la intención de amar y servir. Es caminar unidos, en la pluralidad, escuchando en primer lugar al Espíritu, quien nos permite escucharnos entre nosotros los creyentes y escuchar al mundo. Debemos salir en busca de todos los hermanos y hermanas y no sólo esperar que se acerquen. No olvidamos la íntima conexión entre la parroquia y la vecindad. Creemos que los ámbitos de la política, la economía y la sociedad también son propicios para que la Iglesia llegue con su acompañamiento misionero”.
Para hacer realidad esta meta pastoral es necesario que juntos examinemos todas las actividades de nuestra comunidad para evaluar su impronta misionera. Se trata de animarnos a examinar si la catequesis, las actividades de las capillas, los diversos ministerios y servicios pastorales, las novenas patronales, los movimientos, grupos y carismas de nuestra parroquia, la atención de la secretaría parroquial, los horarios de las Misas y toda otra tarea pastoral son fundamentalmente acciones misioneras. Acá es bueno volver a recordar la enseñanza del Papa Francisco:
“Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación. La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su amistad. Como decía Juan Pablo II a los Obispos de Oceanía, «toda renovación en el seno de la Iglesia debe tender a la misión como objetivo para no caer presa de una especie de introversión eclesial»”[12]
Por eso, la tarea que debemos afrontar sinodalmente, es decir, todos juntos, es hacer que todas nuestras actividades converjan en el objetivo común de la misión. Además, que todos los agentes pastorales y los grupos, carismas y servicios, se integren armoniosamente, como los instrumentos de una orquesta musical, para que juntos sean corresponsables de la tarea evangelizadora. El anuncio del Evangelio, la proclamación del kerygma, el testimonio de Jesucristo, debe ser como la columna vertebral que, atravesando transversalmente toda la vida parroquial, una e integre todas las actividades pastorales. Como nos decía Francisco, se trata de hacer misionera las tareas habituales de las comunidades.
Pero también cada parroquia tiene que programar tiempos específicos de misión. Para esto podemos aprovechar la gran oferta de grupos misioneros de otras diócesis que desean misionar en nuestra zona. Sin embargo, para que no sean momentos aislados en el año, que podría confundirse con proselitismo, la propia comunidad parroquial tiene que comprometerse con la tarea misionera de los grupos visitantes. Porque solamente de este modo se garantizará la continuidad misionera en las comunidades misionadas que no pueden prometer los hermanos que vienen de otras Iglesias. Esto exige que en las comunidades se creen grupos misioneros y se los forme adecuadamente para la hermosa tarea de compartir la fe y anunciar el Evangelio. El Equipo Misionero de la Prelatura siempre estará disponible para ayudar en la formación misionera de los agentes pastorales de todas las comunidades que lo soliciten.
Asambleas parroquiales: “encuentros fraternos en los que se discierne en comunidad el camino pastoral diocesano”[13]
7. Para encarnar en las parroquias las metas pastorales surgidas de la última Asamblea del Pueblo de Dios, en octubre pasado, les propongo que se realicen asambleas parroquiales. A estas asambleas deberán participar todos los agentes de pastoral (no sólo los miembros del consejo de pastoral parroquial) y de toda la parroquia (no sólo los que viven en la sede parroquial). También hay que invitar a toda la comunidad. Todos son bienvenidos a nuestro caminar juntos. El objetivo de una asamblea es orar y discernir juntos el modo de hacer realidad las metas pastorales que el Pueblo de Dios de la Prelatura de Deán Funes ha decidido para el próximo trienio. Se trata, entonces, de discernir y decidir cómo “encarnar” e inculturar en cada pueblo las tres metas pastorales de nuestra Prelatura. Es de desear que también estas asambleas parroquiales ayuden a integrar todos los agentes y a las tareas pastorales detrás del único objetivo principal que es la salida misionera. También el Consejo de Pastoral de la Prelatura preparará algún subsidio que ayude a la preparación de las asambleas parroquiales.
8. Queridos hermanos: les deseo que, terminado el santo tiempo de Cuaresma, participen con profundo espíritu cristiano de las celebraciones de la Semana Santa y disfruten del gozo inmenso de la Pascua. Que el Espíritu del Resucitado, nos anime a la tarea misionera. Con afecto fraterno, les envío mi bendición.
Mons. Gustavo G. Zurbriggen, obispo prelado de Deán Funes
Deán Funes, Cuaresma de 2023
Notas:
[1] Las Asambleas fueron el 30 de abril (VER), el 2 de julio (JUZGAR/DISCERNIR) y el 22 de octubre (OBRAR) de 2022.
[2] Mt. 22. 34-40; Mc. 12, 28-31; Lc. 10. 25-28. También Jn. 13,34-35.
[3] Lc. 10,25-37.
[4] Mc. 16,15. También Mt. 28, 16-20; Lc. 24,36-5; Jn. 20, 21; Hech. 1, 8.
[5] Cfr. San Pablo VI, Evangelii Nuntiandi, 14.
[6] Síntesis argentina de la fase de escucha del sínodo 2023, 5.
[7]Por ejemplo: Jn. 2,1-11.
[8] Mt. 9,9-13.
[9] Lc.19,1-10.
10]Cfr. Síntesis argentina de la fase de escucha del sínodo 2023, 44.
[11] Cfr. Documento de Aparecida, 172: “Toda parroquia está llamada a ser el espacio donde se recibe y acoge la Palabra, se celebra y se expresa en la adoración del Cuerpo de Cristo y, así, es la fuente dinámica del discipulado misionero”.
[12] Papa Francisco, Evangelii Gaudium, 27.
[13] Cfr. Síntesis argentina de la fase de escucha del sínodo 2023, 19.