Miércoles 24 de abril de 2024

Documentos


"Él te rejuvenece como el aguila" (cf. Sal 103,5)

Mensaje de monseñor Ángel José Macin, obispo de Reconquista, para la Cuaresma 2023

“Él es principio y fin del universo,
y el tiempo, en su caída,

se acoge al que es la fuerza de las cosas

y en él rejuvenece” (LH, Jueves I, laudes).

Estamos ya muy próximos a comenzar el “Año Diocesano de los Jóvenes”, que tendrá su dinámica propia, pero que nos incluye a todos. En este contexto, me pareció oportuno que el Mensaje de Cuaresma de este año pueda complementar y acompañar las propuestas relacionadas al mundo juvenil. Nada mejor que tomar la “metáfora” del rejuvenecimiento como sinónimo de conversión, el llamado propio de la cuaresma, y modesto anticipo de la Pascua.

Hablar de rejuvenecimiento, en términos de la vida cristiana, no es anclarse a la falsa idea de la “eterna juventud”. Más bien es hablar de recreación. Es abrir más ampliamente el corazón al Espíritu de Dios, que todo lo renueva y rejuvenece. La figura del águila es útil al salmista para expresar este mensaje “…me rejuvenece como el águila” (Sal 103,4). También Isaías se manifiesta en esta dirección, cuando dice: “…pero los que tienen su esperanza puesta en el Señor renovarán sus fuerzas. Les crecerán alas como a las águilas; correrán sin fatigarse, caminarán sin cansarse” (Is 40,31). Dios puede hacer nueva la vida y la historia de una persona y de un pueblo, como le sucede al águila, la cual según algunas leyendas de pueblos primitivos, incluido Israel, al promediar su vida se retira a algún lugar escarpado, y con determinación, logra dejar atrás lo que no le sirve, para recomenzar su vuelo.

Rejuvenecer es una expresión que perfectamente se puede ensamblar con la dinámica de la conversión. Son, en parte, sinónimos. La conversión, eje del transitar cuaresmal, que nos conduce a la Pascua, es volver al comienzo, es cambiar de mentalidad, es darle un giro totalmente nuevo a la existencia, siguiendo las huellas del Maestro, hasta alcanzar una vida plena. Los incisivos comentarios de Isaías sobre la fatiga y el cansancio, nos recuerdan que la conversión no es, ante todo, un ejercicio voluntarista, sino una apertura sincera a la acción de la gracia que brota de Cristo Resucitado.

Podemos hablar de conversión personal. Algo que nos tiene que ocupar de un modo especial en este tiempo. También, desde Aparecida, una propuesta muy valiosa es la convocatoria a la conversión pastoral. Dicen los obispos latinoamericanos: “Esta firme decisión misionera debe impregnar todas las estructuras eclesiales y todos los planes pastorales de diócesis, parroquias, comunidades religiosas, movimientos, y de cualquier institución de la Iglesia. Ninguna comunidad debe excusarse de entrar decididamente, con todas sus fuerzas, en los procesos constantes de renovación misionera, y de abandonar las estructuras caducas que ya no favorezcan la transmisión de la fe” (Aparecida 365).

Un obispo de nuestra región comenta este tema, afirmando: “Caminar juntos, cómo discípulos misioneros de Jesúsdesde los más pobres y sufrientes, desde lasperiferias geográficas y existenciales, llegandoa todos, respetando y valorando los pueblos originarios y sus culturas, cuidando de la casa comúny priorizando la participación de los jóvenes de nuestras comunidades” (J.V. Conejero, Peregrinamos, Diciembre 2021).

Para que nuestro camino cuaresmal sea concreto, cada uno tendrá que pensar en su propio caminar, en su vida interior, y descubrir en aquellos ámbitos que, por diferentes razones, fueron envejeciendo y como “pegándose” a nuestro modo de ser. Hablo del olvido de Dios, de la indiferencia, la intolerancia, la agresividad, el orgullo, la pereza y la desidia, y tantas otras cosas que nos pesan y no nos dejan seguir con libertad y alegría al Señor.

El llamado a la conversión pastoral, al rejuvenecimiento de las estructuras de nuestros organismos diocesanos, de nuestras parroquias, de nuestras capillas, de nuestros movimientos y grupos, también tiene que ser concreto. Revisar si no hemos envejecido en la comunicación, en la participación, en la alternancia de los servicios en la comunidad, en la manera de recibir y de llegar a la gente del barrio o del pueblo. El camino sinodal que estamos recorriendo es como una “larga cuaresma”, que nos dispone a un nuevo modo de ser Iglesia.

La participación de los jóvenes y el lugar que realmente le ofrezcamos en nuestras comunidades, puede ser un verdadero termómetro para saber si estamos dejando que el Espíritu nos rejuvenezca, o si somos cristianos o comunidades instaladas, que no caminan ni dejan caminar a otros (cf, Mt 23,13).

Una vez más insisto en el papel decisivo de los jóvenes para que, nuestra Iglesia Diocesana, arraigando en su historia, se proyecte hacia un tiempo nuevo, desafiante, con renovado impulso, con auténtico entusiasmo, con originales estrategias. De ustedes, queridos jóvenes, depende en gran medida la vitalidad de nuestra Iglesia Particular.

¡Que la cuaresma nos prepare para la gran novedad de la Pascua!

Mons. Ángel José Macin, obispo de Reconquista
Sede Episcopal de Reconquista, miércoles de cenizas, 22 de febrero de 2023.