Viernes 22 de noviembre de 2024

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En el misterio de Cristo y de la Iglesia, para la salvación del mundo

Editorial de monseñor José Vicente Conejero Gallego, obispo de Formosa, para el suplemento diocesano "Peregrinamos", órgano de difusión de la diócesis (Septiembre de 2022)

Con la llegada a nosotros de la estación de la Primavera -en el hemisferio sur-, observamos renacer la VIDA; y no sólo, la de la naturaleza que nos circunda, aún a pesar de los muchos atropellos ecológicos y despreocupación sobre el Cuidado de la Casa Común, sino también, la vida humana, personal y comunitaria en la convivencia social. Este dinamismo vital y renovador lo sentimos también dentro de nuestra propia Iglesia, Pueblo de Dios y Cuerpo Místico de Cristo, siempre guiada y conducida por el Espíritu Santo a lo largo de la historia, y convocada ahora, en este tiempo presente, a vivir y caminar juntos, sinodalmente, con una mayor intensidad.

La necesidad y el anhelo de conversión, la alegría y la esperanza que brotan de la fe cristiana, pueden apreciarse en los Aportes de la Síntesis de Argentina para el Sínodo de la Sinodalidad, 2021-2023. Después de la fecunda etapa de escucha y diálogo, llevada a cabo en nuestras Iglesias particulares, los meses pasados, es muy fuerte la llamada a “integrar e incluir a todos” hacia la fraternidad universal de la familia humana, pues Dios quiere que todos los hombres se salven y conozcan y vivan la verdad (Cf. 1Tim 2,4). En definitiva, la conversión a la Sinodalidad, es una llamada a la santidad, éste es su horizonte (Cf. n° 52, Síntesis Argentina para el Sínodo).

Pasó Agosto, mes en que celebramos el misterio de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María en cuerpo y alma a los cielos; misterio que nos ayuda a orientarnos a la Vida eterna. Pues bien, ese mismo día, acompañamos y despedimos, en su pascua definitiva al Reino, a la Hermana Elisa Rosales Coronel mci, misionera de Jesús y de la Iglesia, mujer consagrada que supo transmitir, durante sus largos años de vida en Formosa, el entusiasmo y la alegría de la fe, la entrega y el servicio generoso a los pobres y enfermos.

Septiembre se nos presenta con alegría y esperanza, -tan propias de los Jóvenes-; mes, especialmente dedicados a ellos; y después de dos años largos de pandemia, están muy ilusionados de encontrarse nuevamente y caminar juntos hacia la Basílica de Nuestra Señora de Itatí (Corrientes), deseosos de asumir también ellos, como protagonistas responsables, con su creatividad y compromiso propios, una Iglesia Sinodal: Comunión-Participación-Misión. También en este mes, celebraremos, Dios mediante, a MARÍA, madre de Jesús y de la Iglesia, en su Natividad y Niñez, en sus advocaciones de Nuestra Señora de los Dolores, de la Esperanza y de la Merced.

En fin, más allá de las situaciones y contingencias socio-política-económicas actuales, en las que debemos contribuir entre todos a mejorar y reordenar en torno a los valores de la verdad, la libertad, justicia, igualdad y solidaridad, respetando la independencia de los poderes constitucionales, si es que queremos vivir en una auténtica y verdadera democracia… procuremos que nuestras vidas, llamadas a la perfección y a la santidad, sea cual fuere nuestro propio estado: laical, consagrado o ministerial, tiendan siempre y estén referidas y centradas, a ejemplo de los santos, sobre todo, de la Bienaventurada Virgen María (LG cap. VIII), a fin de que alcancen su plenitud, en el Misterio de Cristo y de la Iglesia. Anunciemos, proclamemos y testimoniemos que Él, JESUCRISTO, es el único Redentor y Salvador de la humanidad, y la Iglesia, su Cuerpo y Esposa, el sacramento universal de la unidad y salvación de todo el género humano.

¡Feliz, bendecida y promisoria primavera 2022!

Mons. José Vicente Conejero Gallego, obispo de Formosa