Mons. García Cuerva en el adiós a Francisco: 'Gracias, perdón y te queremos mucho'

  • 26 de abril, 2025
  • Buenos Aires (AICA)
El arzobispo porteño presidió la misa exequial en memoria del difunto pontífice, de la que participaron numerosos obispos y sacerdotes del país. Asistió la Vicepresidente y otras autoridades.

Buenos Aires se unió este sábado en una despedida profundamente emotiva para honrar la memoria del Papa Francisco, fallecido el lunes pasado a los 88 años. El arzobispo porteño, monseñor Jorge García Cuerva, presidió la misa exequial en la escalinata de la catedral metropolitana, en lo que fue el acto litúrgico central en el país tras el funeral oficial realizado más temprano en el Vaticano.

Desde temprano, cientos de personas comenzaron a llegar a Plaza de Mayo, que permaneció vallada al tránsito desde la jornada anterior, y confluyeron apiñándose por miles alrededor de la catedral, para seguir con fervor el oficio religioso al aire libre en una mañana de agradable clima soleado.

En distintos sectores, camarógrafos y periodistas de diferentes medios de comunicación del mundo cubrían la ceremonia, que fue concelebrada por el nuncio apostólico, monseñor Miroslaw Adamczyk; el arzobispo emérito de Buenos Aires, cardenal Mario Poli; y los monseñores Iván DornellesAlejandro PardoAlejandro Giorgi y Pedro Cannavó, obispos auxiliares de la arquidiócesis que el cardenal Jorge Mario Bergoglio encabezó desde 1998 hasta ser elegido sucesor de san Pedro en 2013.

También concelebraron obispos de otras jurisdicciones de la Iglesia: monseñor José Luis Mollaghan, arzobispo emérito de Rosario; monseñor Santiago Olivera,obispo castrense; monseñor Guillermo Caride, obispo de San Isidro; monseñor Carlos Tissera, obispo de Quilmes; monseñor Marcelo Magni, obispo de Avellaneda-Lanús; monseñor Oscar Ojea, obispo emérito de San Isidro; monseñor Juan Habib Chamieh OMM, obispo eparca de los Maronitas; monseñor Raúl Pizarro, obispo auxiliar de San Isidro; monseñor Eduardo Redondo, obispo auxiliar de Quilmes; monseñor Eduardo Taussig, obispo emérito de San Rafael; monseñor Rubén Frassia, obispo emérito de Avellaneda-Lanús; monseñor Luis Stöcker, obispo emérito de Quilmes; monseñor Antonio Marino, obispo emérito de Mar del Plata; y monseñor Armando Rossi OP, obispo emérito de Concepción.

Muy cerca de los obispos estaban el rector de la Catedral, presbítero Alejandro Russo, quien también ofició de maestro de ceremonias, sosteniendo en algún momento el misal que debía leer el arzobispo; el presbítero Gustavo Boquín, vicerrector de la Universidad Católica Argentina (UCA); El R.P. Ricardo Medina OAR, decano de la Facultad de Derecho Canónico (UCA); monseñor Daniele Liessi, consejero de la Nunciatura, y monseñor Antonio Aloisio, que estaba en silla de ruedas.  

Más de 300 sacerdotes del clero secular concelebraron la misa; no pocos de ellos de otras diócesis del país, que viajaron especialmente para participar de la ceremonia.

También, más de una veintena de sacerdotes de congregaciones religiosas, entre ellos, el padre fray Emilio Andrada, provincial franciscano.

Numerosas congregaciones femeninas, con sus diferentes hábitos, participaron de la celebración. Se destacaban, cerca del altar, una decena de monjas carmelitas de clausura, algunas en silla de ruedas.

La misa reunió a autoridades, referentes sociales, representantes de movimientos eclesiales y a una gran cantidad de fieles que quisieron rendirle homenaje al primer Papa argentino y latinoamericano. Banderas e insignias daban cuenta de la presencia de distintas parroquias y movimientos.

Entre los presentes, siguieron atentamente la misa algunas autoridades políticas como la vicepresidente de la Nación, en ejercicio de la presidencia, Victoria Villarruel; junto a quien estaba el presidente provisional del Senado, Bartolomé Abdala; el jefe de Gobierno porteño Jorge Macri; el gobernador bonaerense, Axel Kicillof , entre otros.

Además de muchos sacerdotes, distribuyeron la Sagrada Eucaristía a los fieles 60 ministros extraordinarios de la Comunión, provenientes de diversas parroquias de Buenos Aires.

Acompañó las canciones de la Misa el Grupo de Música Litúrgica, con más de 30 integrantes, acompañados por instrumentos musicales.

En su homilía, monseñor García Cuerva recordó el legado del pontífice argentino, destacando su compromiso con los más pobres, su visión profética y su incansable llamado a la fraternidad.

"El Evangelio de hoy nos dice que los que habían acompañado a Jesús estaban afligidos y lloraban. Como nosotros hoy, lloramos porque no queremos que la muerte gane", planteó, estableciendo un paralelismo entre el dolor de los discípulos tras la muerte de Jesús y el luto actual del pueblo argentino y del mundo tras la partida de Francisco.

El arzobispo no esquivó la emoción y afirmó: "Lloramos porque se murió el padre de todos, porque ya sentimos en el corazón su ausencia física, lloramos porque nos sentimos huérfanos".

Citando a Carlos Gardel, recordó que incluso las lágrimas pueden quedarse atascadas ante un dolor tan profundo: "Las lágrimas taimadas se niegan a brotar"

Monseñor García Cuerva invitó luego a los presentes a no tener miedo de llorar, evocando un discurso del Papa en Manila en 2015: "Ciertas realidades de la vida se ven solamente con los ojos limpios por las lágrimas. No tengan miedo a llorar".

La emoción era visible entre los presentes. Algunos sostenían rosarios en sus manos; otros, estampas, fotos de Francisco y banderas argentinas.

La homilía también recorrió la vida y el pontificado de Francisco, comparándolo con María Magdalena, la primera testigo de la Resurrección: alguien que fue marginada y luego transformada por el amor de Cristo.

"Francisco fue padre de todos, pero especialmente de los últimos", señaló y subrayó su defensa incansable de los pobres, los descartados y los marginados.

El arzobispo enumeró a continuación los "demonios" que el Papa enfrentó durante su vida: la guerra, la exclusión, la fragmentación, la indiferencia y también el "siempre se hizo así", ese veneno que paraliza el cambio en la Iglesia.

"El testimonio de Francisco fue un faro que iluminaba la oscuridad", aseguró.

Recordando la consigna del Papa de ser "una Iglesia en salida", monseñor García Cuerva convocó al pueblo argentino a seguir su ejemplo, a evangelizar no desde la comodidad sino desde la periferia, desde el dolor y la esperanza compartida. "La Iglesia no necesita burócratas, sino misioneros apasionados", insistió.

La homilía culminó con una consigna: mirar el frontispicio de la catedral metropolitana, donde se representa el abrazo entre Jacob y su hijo José, imagen elegida hace más de un siglo para simbolizar la reconciliación nacional. "Hoy volvamos allí nuestra mirada e imaginemos el abrazo que nos debemos los argentinos", exhortó el arzobispo, en un firme llamado a la unidad.

"Como pueblo queremos darle a Francisco un gran abrazo y decirle: gracias, perdón y te queremos mucho. Pero también, hagámosle el mejor regalo: comprometernos a vivir su magisterio y a concretar, de una vez por todas, la fraternidad entre los argentinos", concluyó.

Al final de la ceremonia, se pasaron por las pantallas varios videos con un extracto de homilías y mensajes del Papa Francisco, que motivaron aplausos y vivas de la multitud presente. En esos mensajes resaltaban frases como "Caminemos juntos", "Qué no haya peleas", "Cuiden la familia", "Soñá que el mundo, con vos, puede ser distinto", "Es tan lindo rezar", "Acérquense a Dios, Dios es bueno, Dios siempre perdona. No le tengan miedo".

Finalizada la Misa, se cantó el Himno Nacional Argentino y posteriormente el arzobispo de Buenos Aires pidió un respetuoso minuto de silencio por el Papa fallecido. Y como culminación de la jornada, monseñor García Cuerva pidió a todos los presentes un compromiso final, a lo que respondieron todos con un vibrante "Sí, nos comprometemos".+

» Texto completo de la homilía