Córdoba dio gracias por la beatificación de Esquiú, modelo e intercesor

  • 7 de septiembre, 2021
  • Córdoba (AICA)
Con una misa presidida por el arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos Ñáñez, la comunidad cordobesa dio gracias a Dios por la beatificación de quien fue su obispo entre 1880 y 1883.

Con una misa presidida por el arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos José Ñáñez, en la catedral Nuestra Señora de la Asunción, donde descansan los restos de fray Mamerto Esquiú, la Iglesia local dio gracias a Dios por la beatificación de quien fue su obispo desde 1880 hasta su muerte, en enero de 1883.

La Eucaristía fue concelebrada por los obispos auxiliares de Córdoba, monseñor Ricardo Seirutti y monseñor Pedro Torres; el arzobispo emérito de Mendoza, monseñor José María Arancibia; y el obispo emérito de Villa María, monseñor José Ángel Rovai.

La homilía estuvo a cargo de monseñor Torres, quien se centró en el Evangelio en que Jesús, con la expresión 'efatá', sana a un sordomudo y nos invita hoy a la confianza: el Señor, afirmó, nos dice "ábrete, comunicate de nuevo, saná tus heridas".

Este pasaje, consideró, aparece como providencial en este día en que damos gracias "por el don renovado de fray Mamerto de la Ascención Esquiú. Qué impactante. Dios lo donó como pastor hace 140 años a esta porción del pueblo de Dios de Córdoba, y lo vuelve a donar hoy a toda la Iglesia y a Córdoba".

"Si todo hombre es un regalo de Dios para otro hombre, cuánto más un hombre santo. Este hijo de San Francisco, partícipe de su carisma de pobreza, sencillez y caridad, es un regalo para la Iglesia universal, es un regalo para la familia franciscana, es un regalo a la patria que amó, sufrió y le dio lo mejor de sí mismo".

"Como obispo, dejó la huella por su cercanía, por su humildad, por su compasión, siendo un espejo fiel del Pastor que sana y crea comunión", valoró, y afirmó: "Un beato es un regalo: se nos regala como modelo, como amigo, como intercesor".

Al finalizar su homilía, monseñor Torres pidió a Dios, por intercesión de Esquiú, "que Dios nos cure de las sorderas interiores. Esa voz en el corazón que resuena llamándonos a la santidad, que nos ayude el Señor a sanar la sordera de la conciencia que ha naturalizado las injusticias, la mentira, la corrupción", pidió.

"Que nos ayude a sanar nuestra sordera ante el clamor de los pobres, que nos ayude a sanar tanta incomunicación y también tanta comunicación tóxica, superficial, una comunicación que a veces está enferma en las propias comunidades parroquiales y religiosas", advirtió.

"Nos han regalado un intercesor que nos puede contagiar el deseo de interceder", afirmó. "Nosotros también, como Esquiú, queremos conocer a Jesús, seguirlo y amarlo. Digámosle: Esquiú beato, también cordobés, ayúdanos, corrígenos, oriéntanos. Y que la Virgen del Valle, a quien decía él 'mi abogada', sea también nuestra abogada y podamos juntos descubrir la santidad, como el horizonte que verdaderamente edifique el bien común y la paz".+