Ordenación sacerdotal de Juan Pablo Pando en San Isidro

  • 29 de agosto, 2022
  • San Isidro (Buenos Aires) (AICA)
Presidió el obispo local, monseñor Oscar Vicente Ojea, quien alentó al joven en su misión pastoral y reflexionó sobre su lema de ordenación: "Para mí la vida es Cristo".

El obispo de San Isidro, monseñor Oscar Vicente Ojea, presidió el sábado la misa de ordenación sacerdotal del diácono Juan Pablo Pando, formado en el Seminario diocesano San Agustín.

La celebración fue concelebrada por monseñor Martín Fassi, obispo de San Martín; los obispos auxiliares sanisidrenses Guillermo Caride y Raúl Pizarro; y el obispo emérito de San Isidro, monseñor Jorge Casaretto, y otros sacerdotes.

En su homilía, monseñor Ojea reflexionó sobre la figura de Jesús como el Buen Pastor, presentada en el Evangelio según San Juan.

Dirigiéndose al diácono, y refiriéndose al lema elegido, “Para mí la vida es Cristo”, el prelado sanisidrense le dijo: “Vos has querido elegir este lema, especialmente en este tiempo, en el que el Buen Pastor ha ido acompañando tu formación, la imagen del Buen Pastor es la más antigua de Cristo Jesús, como los primeros cristianos quisieron sintetizar el recuerdo, la memoria de Jesús a través de una pintura que refleja el Evangelio de Juan”.

“Es imposible ser sacerdote sin enamorarse de Jesús”, aseguró, y agregó: “Él es el sentido de nuestra vida, en todas las edades de nuestra vida, por todos los caminos por los que andemos en nuestra vida, Él es el amor de la vida; como dice Pablo: 'Para mí la vida es Cristo'; ese amor hace que vos hayas querido reflejar al Pastor en tu vida, que hayas empezado a disfrutar lo que significa ser un pastor cercano como Jesús, accesible, fácil de encontrar, cerquita de su pueblo”.

Monseñor Ojea pidió a la comunidad diocesana “que rece por este nuevo sacerdote y por todas aquellas personas que él encontrará en su camino, para que pueda ser pastor de ellas y pueda acompañarlas como Jesús”, y le transmitió un deseo al nuevo sacerdote.

“Que puedas vivir la alegría que aparece cuando el pastor busca a la oveja perdida y vuelve a insertarla dentro del rebaño, con alegría por haber encontrado la oveja que se había perdido; que puedas vivir esa alegría inmensa, y que puedas transmitirla a todos los hermanos, y que todos nosotros, en la diócesis, podamos disfrutarlo”, concluyó.+