En Pichanal, la diócesis de Orán inició el sínodo y renovó su camino misionero

  • 25 de octubre, 2021
  • Pichanal (Salta) (AICA)
En la misa de la peregrinación a los Mártires del Zenta, el obispo de Orán invitó a la comunidad diocesana a abrir las puertas y redescubrir la presencia misionera, con "amor por los más postergados".

Numerosas personas participaron de la peregrinación al santuario de los Mártires del Zenta, ubicado en la localidad salteña de Pichanal, donde se dio gracias a Dios por la aprobación de la beatificación de los Siervos de Dios Pedro Ortiz de Zárate y Juan Antonio Solinas, y donde la comunidad diocesana de Orán abrió la fase local del Sínodo de la Sinodalidad convocado por el papa Francisco.

En ese lugar del Valle del Zenta, ambos misioneros y sus compañeros criollos y aborígenes (dos españoles, un mulato, un negro, una mujer indígena, dos niñas y 16 aborígenes) fueron flagelados por nativos de las tribus Tobas y Mocovíes, y asesinados por odio a la fe el 27 de octubre de 1683.

La misa fue presidida por el obispo de Orán, monseñor Luis Antonio Scozzina OFM, y sacerdotes del clero local. En su homilía, el obispo destacó: "Estamos reunidos hoy celebrando varios signos de la presencia de Dios en nosotros. En primer lugar, estamos como Iglesia diocesana celebrando los 60 años de vida eclesial diocesana, este es también uno de los dones que el Señor le ha dado a estas comunidades, ser una iglesia donde Cristo se hace presente, visible, cercano".

"Hoy también queremos unirnos a la acción de gracias por la aprobación de la beatificación de los Mártires del Zenta que nos convocan, a partir de su testimonio de entrega de su servicio, de su deseo de anunciar el Evangelio de Jesús en medio de los pueblos y las comunidades originarias", valoró.

Y en tercer lugar, puntualizó: "Hoy invitados por el papa Francisco, queremos iniciar como Iglesia diocesana este tiempo de escucha, de diálogo, esto que llamamos sínodo, es decir: deseo de caminar juntos en la escucha, en el diálogo, en el discernimiento".

Al referirse al Evangelio, señaló que "nos invita a un modo de ser Iglesia": "Nosotros en el camino de la vida andamos con nuestras luchas, con nuestras alegrías, con nuestras penas, con nuestras ilusiones y también con nuestras desilusiones, lo que soñamos para nosotros para nuestras familias para nuestra comunidad, lo que soñamos para nuestra Iglesia, lo que esperamos; la experiencia de los discípulos de Emaús, es la experiencia de aquellos que soñaron y no se vio realizado su sueño, porque no comprendieron que el camino que Jesús venía a proponerles, tenía que pasar por la muerte y resurrección, y en ese camino Jesús se dejó encontrar". 

En ese sentido, monseñor Scozzina anheló que cada vez que peregrinemos al santuario "nos dejemos encontrar por Jesús. Él se deja encontrar cuando nosotros somos capaces de compartirle nuestros dolores, nuestras desilusiones, nuestra pérdida de sentido, la pérdida de fe", aseguró.

Por eso, llamó a "caminar junto con los hermanos mas allá del modo de pensar, de sentir, de cómo vive cada uno su espiritualidad; este llamado de caminar en la vida y en la vida de la Iglesia, dejarnos encontrar por Jesús para que él nos vaya haciendo comprender en qué consiste el camino de Dios para nuestra vida".

"Hermanos: abramos los oídos del corazón y de la fe para dejar que el Señor nos vaya indicando el camino que cada uno tiene que hacer en su vida para el encuentro con Jesús", alentó.

"Jesús se nos hace encontradizo, se encuentra con los discípulos que están desengañados y desilusionados, pero estos discípulos tienen este don de escuchar a este extraño que los acompaña en el camino. Cuántas veces en la vida, alguien extraño a nosotros con una palabra, con un gesto nos abre el camino de la escucha y esta es tal vez la invitación más grande que el Señor hace a nuestra Iglesia, a nuestra comunidad de creyentes: abrir el corazón, el oído para escuchar la necesidad del hermano, para escuchar al otro, para escuchar lo que los demás no pueden expresar", advirtió.

"Vamos a pedirle al Señor que nos conceda en este tiempo de gracia que abre con el Sínodo de los obispos, que cada comunidad se encuentre, se escuche y discierna, es decir se pregunte qué nuevas respuestas, qué nuevos caminos el Señor nos invita a realizar".

A su vez, destacó el testimonio "de esta comunidad misionera donde hoy tenemos confirmados que dos de ellos van a ser reconocidos como mártires", en esta comunidad misionera que entregó su vida, detalló, "reconocemos la entrega, el servicio de toda la comunidad para la misión evangelizadora". Y añadió: "No la hace el sacerdote solo, no la hace el obispo solo, la presencia es siempre una comunidad de creyentes que con su vida, con su testimonio y entrega, anunciamos en el lugar donde estemos que Jesús resucitó, que Jesús vive en medio de nosotros".

"Ojalá, queridos hermanos, que la pronta beatificación de los mártires -esperemos que sea el próximo año- nos permita no solo festejar sino hacer un tiempo de discernir, de preguntarse qué significa para la diócesis de Orán esta presencia misionera, esta presencia que comenzó en 1683, pero que después, a lo largo de los siglos se fue multiplicando con la presencia de tantos misioneros que vinieron a traer la buena noticia del Reino a nuestras tierras".

"Hoy estamos llamados a multiplicar los misioneros del Evangelio de Jesús, con ese amor preferencial por los últimos, ese amor que tuvo don Pedro Ortiz de Zárate y Juan Antonio Solinas, ese amor preferencial por los pueblos originarios". 

"Don Pedro Ortiz de Zárate era párroco de Jujuy, tenía su lugar, su reconocimiento y sin embargo fue capaz de dejar su lugar de comodidad y tal vez privilegio y venir a meterse en estas tierras que eran difíciles porque estaban en conflictos entre los españoles y las comunidades originarias, vinieron a hacer camino del anuncio con la paz, sin arma, sin poder, este es el gran testimonio que hoy todavía tiene actualidad", valoró el obispo.

"Necesitamos sacerdotes, religiosos, consagrados, laicos que quieran vivir este compromiso de amor por los postergados, por los que no cuentan". "Hoy vivimos una realidad donde la inequidad se va haciendo cada vez más patente, donde queremos como Iglesia estar y es también la celebración de los Mártires un modo de definirnos como Iglesia, qué Iglesia queremos ser. Necesitamos redescubrir el sentido profundo de nuestras vidas, porque nuestras vidas valen porque somo bendecidos, somos una comunidad bendecida", sostuvo.

Finalmente invitó, al iniciar este tiempo del Sínodo, a "que cada comunidad parroquial se reúna, realice las asambleas parroquiales, no con el pequeño grupo de siempre, sino que abran las puertas a la comunidad parroquial para que nos escuchemos cuáles son los anhelos, qué buscamos, compartamos nuestros sueños, los que el Señor pone en nuestros corazones, necesitamos hacer ese tiempo".+

» Texto completo de la homilía