Triduo del Milagro: Mons. Díaz llamó a "aprender de la Cruz, escuela del amor"

  • 14 de septiembre, 2021
  • Salta (AICA)
Con una misa presidida por el obispo de Concepción, monseñor José Antonio Díaz, la arquidiócesis de Salta celebró el segundo día del triduo del Milagro.

En la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, segundo día del triduo del Milagro, el obispo de Concepción, monseñor José Antonio Díaz, presidió en la mañana del martes 14 de septiembre la misa estacional en la catedral del Señor y Virgen del Milagro, de Salta.

La Eucaristía estuvo concelebrada por el arzobispo de Rosario, monseñor Eduardo Eliseo Martín; el obispo emérito de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell, y sacerdotes del clero local.

En su homilía, monseñor Díaz dio gracias a Dios por poder compartir la fe en Jesús Resucitado, y animó a "contemplar cómo la Cruz del Señor es luz para el mundo, que disipa las tinieblas del error, que nos aproxima a la verdad, que nos enseña qué es lo definitivo, qué es lo que no tiene contenido, a una cultura que le gusta vivir de lo relativo y un relativismo que va sacando del medio los contenidos fundamentales de la existencia humana, incluso atropellando los derechos humanos".

"La Cruz es luz, nos aproxima a la verdad y nos acerca al contenido mismo de quién es Dios, cómo es Dios y quién es el hombre para Dios. Desde esta luz, que es la Cruz que se levanta para todo aquel que la vea, se salve. Nosotros también somos y estamos llamados a ser crucificados con Jesús para ser luz. No porque nos guste sufrir, sino sólo porque en la medida que nos identificamos con Él, podemos llegar a ser luz en medio de tanta oscuridad".

"La Cruz es para nosotros vida, no es el signo de la muerte con el que crucificaron a Jesús. La Cruz es el signo de la vida en el que Jesús da su vida por nosotros, y de su costado derrama sangre y agua, entregándonos lo más precioso que nosotros tenemos que es su vida divina, que se comunica a través de los sacramentos", afirmó.

"Esa vida de Dios en nosotros, nos renueva, nos lava, nos purifica, nos perdona y nos anima a recuperar la esperanza perdida por el pecado. Si Jesús no hubiera dado la vida por nosotros, no hubiera resucitado, esta Cruz carecería de significado.  Pero justamente porque Él ha resucitado, esta Cruz se convierte en signo de vida y en causa de vida para todos aquellos que creen el Él", sostuvo.

"La vida es lo que más buscamos, lo que más anhelamos, buscamos no sólo una vida digna sino una vida plena y, esa plenitud de vida sólo Dios la puede dar. Y por eso acudimos al Crucificado, acudimos a Él para que nos comunique su vida y nosotros poder ser comunicadores de esa vida que viene de Dios y que se nos da a cada uno de nosotros". 

"La Cruz es escuela, es escuela del amor, para aprender a amar a Dios y a los hermanos. Por eso esta doble dimensión de la Cruz está firmemente entroncada en nuestra tierra, mira hacia al cielo pero abraza a toda la humanidad. Esta Cruz nos enseña a ser síntesis de toda la vida cristiana que implica aprender a amar como Él nos amó. Es escuela de renuncia de nuestras comodidades para salir al encuentro de aquellos que nos necesitan. Es escuela que nos enseña a morir a todo aquellos que no es propio de Dios y que no nos conduce a Dios, por eso la ascesis, el esfuerzo, el trabajo, la lucha cotidiana que tantos hermanos tienen, pero identificándose con la Cruz", enumeró.

Finalmente, alentó a "aprender de la Cruz, que es la escuela del amor, es la escuela de la fraternidad, de la solidaridad, de la misión, del dar la vida, del morir a nosotros mismos para poder comunicar la vida de Dios a los hermanos".

"Que estas fiestas  sean para nosotros un aprender a vivir y a morir como Jesús lo hizo, por amor, por obediencia a la voluntad del Padre y sobre todo para dar vida al mundo", pidió.+