Jóvenes de Corrientes y Resistencia participaron de 'La Carpa del Encuentro 2025'

  • 21 de febrero, 2025
  • Puerto Tirol (Chaco) (AICA)
Más de 200 personas se reunieron en Chaco para compartir experiencias y fortalecer los lazos de trabajo en la prevención y asistencia a personas con consumos problemáticos.

Más de 200 personas, entre referentes pastorales y especialistas en el acompañamiento a personas en proceso de recuperación de las arquidiócesis de Corrientes y Resistencia, participaron -los días 14, 15 y 16 de febrero-, en la casa de retiros 'Juan Pablo II' de Puerto Tirol (Chaco), de la jornada interdiocesana 'La Carpa del Encuentro 2025', para compartir experiencias y fortalecer los lazos de trabajo en la prevención y asistencia de consumos problemáticos.

El encuentro, que se realizó con el lema 'Entra, la puerta está abierta', fue impulsado por la Pastoral de Adicciones de ambas jurisdicciones eclesiásticas. Acompañó a los jóvenes, durante el encuentro, el arzobispo de Resistencia, monseñor Ramón Dus, y también sacerdotes que animan esa pastoral y varios voluntarios.

Durante esos días, se buscó generar un espacio de integración entre los distintos dispositivos de contención y asistencia del Chaco y Corrientes, con el objetivo de consolidar una red de trabajo regional que se extienda a toda la región del Noreste Argentino (NEA). Al respecto, las madres y las esposas de las personas que se encuentran en proceso de recuperación comentaron que es un camino que se transita en "extrema soledad". 

Por su parte, monseñor Dus, destacó la importancia del trabajo conjunto entre la Iglesia, el Estado y las organizaciones comunitarias para abordar las problemáticas de consumo desde una perspectiva humana e integral.

Los objetivos del encuentro fueron conocer la realidad de la Pastoral de Adicciones, e incentivar, promover y acompañar los procesos de aquellas personas que viven afectadas por esta problemática. A nivel personal, también se buscó que cada participante pudiera experimentar un encuentro con Jesús y con la comunidad. 

El arzobispo coadjutor de Corrientes, monseñor José Larregain OFM Cap, compartió una jornada con los jóvenes, en la que realizó actividades dinámicas y también compartió momentos de oración. También presidió la misa dominical. 

Durante el fin de semana, hubo diferentes reflexiones y dinámicas sobre diversos temas, por ejemplo, "las esclavitudes" (es decir, los Pecados) y el perdón. Se presentaron, además, como propuestas para rezar, contemplaciones actuadas sobre "Jesús y el leproso", "El pobre de Nazareth" y "María, Madre del Amor". Se abordaron asimismo temas referidos a las realidades que viven muchas personas con las adicciones, las ansiedades, las depresiones. Se habló sobre "Dones y Carismas" y, específicamente, sobre "El carisma de los ambulatorios". 

En la misa de clausura, iluminada con el lema 'Una Iglesia cercana que abraza y camina', monseñor Larregain se refirió a las lecturas compartidas y las relacionó con las situaciones cotidianas, porque destacó que Jesús "no habló a sus discípulos en la montaña, sino en la llanura", a la que comparó precisamente con la vida cotidiana. "Pero la llanura -dijo- no es fácil muchas veces vivirla, porque una vez me decía una persona que se aburría, que le parecía que todo era muy igual. Precisamente, en la llanura es donde uno tiene que aprender a descubrir más que el horizonte, mirarlo más cercano, mirar hacia arriba, las estrellas, mirar cómo se va cambiando y modificando la vida en pequeñas y simples cosas".

Reconoció entonces que "muchas veces se pueden tornar hasta en rutinarias y difíciles, que cuesta a veces vivirlas y hasta a veces cargarlas. Pero es en la rutina del día a día que nosotros tenemos que vivir; no es fácil, muchas veces, todos los días tener que hacer lo mismo, todos los días encontrarnos con las mismas situaciones, los problemas, cosas que muchas veces, a lo largo del tiempo, después también nos van desgastando".

"Por eso -continuó-, es que Jesús predica este sermón. Algunos dicen que se debería llamar el ´sermón de la llanura`, porque Jesús, en situaciones humanas muy concretas, muy cotidianas, muy ordinarias, les está diciendo: 'Bienaventurados o felices de ustedes cuando viven esas situaciones'. Situaciones que, humanamente hablando, pueden resultar incluso muy difíciles, muy dolorosas, a veces puede ser hasta una cruz muy pesada que tenemos que cargar".

Poner la confianza en el Señor
El arzobispo coadjutor se refirió a "aquella persona que pone en ciertas cosas la confianza, cuantas veces nos pasa; cuánta gente "vive situaciones dolorosas de la vida, de una separación, la pérdida de un ser querido, quedarse sin trabajo o a veces otras situaciones vinculadas a lo emocional, a la vida misma, o en las situaciones de todos los días que muchas veces nos generan conflicto y a veces nos tenemos que preguntar por qué nos pasa esto. A veces hay gente que pone su confianza en los bienes materiales, en el dinero, en el prestigio, en el poder, y nada de eso nos sostiene a nosotros verdaderamente en la vida".

"Porque en los momentos difíciles -afirmó- que nos vienen siempre en la vida, a esas situaciones de la vida nosotros le podemos poner un nombres concreto, puede ser quedarte sin trabajo, una enfermedad, la pérdida de un ser querido, la perdida de la familia, una separación, un divorcio, un engaño, tantas situaciones que podemos vivir que hacen que esa tormenta nos sacuda, nos tire, perdamos la confianza, la esperanza, incluso algunas personas, hasta el sentido mismo de la vida, donde no tiene sentido seguir adelante, donde todo obscurece, donde todo parece que se viene abajo".

Sin embargo, señaló: "Cuando nosotros tenemos puesta la esperanza en el Señor, sabemos que Él es el único que no falla, sabemos que Él es el único que nos sostiene, sabemos que Él es el que nos restaura, nos puede hacer personas nuevas aun con nuestras historias cargadas de dolor, de sufrimientos, de oscuridades, de amarguras, de pecado, de lo que sea. Dios tiene esa gran capacidad, de hacer cosas nuevas". 

"Y con qué cosas hace cosas nuevas, con nuestra propia vida, en las condiciones en que está, como cada uno viene, en el estado en el que está. En estado de perfección no hay nadie, todos tenemos inconvenientes, dificultades, problemas, unos de una manera, otros de otra. Pero Dios es capaz de sacar cosas buenas, de hacer cosas bellas a veces con lo peor de nuestra propia vida", agregó.

El Señor hace nueva todas las cosas
Sobre esta renovación, el prelado aseguró que "por algo es que Jesús con su pasión, muerte y resurrección nos generó y nos dio nueva vida, nos hace hijos de Dios y nos hace vivir algo tan lindo y tan hermoso, que es experimentar todos los días de nuestra vida micro-resurrecciones. A mí me gusta mucho disfrutar eso, las micro-resurrecciones. Tal vez una persona que no puede perdonar y ahora logró dar un abrazo a alguien con quien no se hablaba, bueno, eso es una micro resurrección. Allí está Dios presente haciendo personas nuevas". "En una persona que quizás vive en la tristeza y comienza a vislumbrar un poco de esperanza, de luz, de alegría, ahí está presente el Señor y nos está haciendo a nosotros resucitar", continuó.

A modo de oración de cierre, el arzobispo coadjutor animó pedir al Señor que "el sermón este, de la montaña o de la llanura como cada uno lo quiera llamar en la vida, en medio de nuestras subidas y bajadas, curvas y contra curvas, o en la chatura de todos los días donde a veces pierde hasta sentido la vida, podamos sentir la presencia del Señor que está siempre con nosotros; que no nos abandona, que es Él el que nos sostiene autentica y verdaderamente, que siempre nos está tendiendo la mano para sostenernos, para guiarnos, para llevarnos como buen padre, como buena madre que es para cada uno de nosotros".

Pidió el para los presentes, que "el Señor nos ayude a vivir las bienaventuranzas cada día de nuestra vida para poder descubrir el paso de Dios en cada situación y en cada acontecimiento. Incluso en las situaciones más oscuras, más dolorosas, más difíciles, el Señor esta siempre con nosotros. Que el Señor nos conceda la gracia de abrir siempre nuestro corazón, de vivir y experimentar esa presencia cercana, tierna y delicada de Dios para nosotros y nuestras vidas".

Finalmente, propuso como ´tarea' que cada uno pueda "escribir sus propias bienaventuranzas, poder plasmar por qué nos sabemos y sentimos felices, y tener también cuidado con aquellas cosas que también a veces nos hacen desviar del camino, eso `hayes´ que nos permitan cuidarnos, conocer nuestros puntos débiles, no cortarnos solos y saber buscar ayuda".+