Mons. Vecino fue ordenado obispo en la basílica Nuestra Señora de Guadalupe

  • 1 de octubre, 2024
  • Santa Fe (AICA)
El obispo auxiliar de Santa Fe recibió su consagración de manos del arzobispo Mons. Sergio Fenoy, quien lo invitó a "salvar la unidad" y "sostener la comunión en la Iglesia".

El obispo auxiliar de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor Matías Vecino, recibió, el lunes 30 de septiembre, su ordenación episcopal de manos del arzobispo, y consagrante principal, monseñor Sergio Fenoy, en la celebración que presidió en la basílica Nuestra Señora de Guadalupe. Fueron coconsagrantes los obispos de San Nicolás y Rafaela, monseñor Hugo Santiago y monseñor Pedro Torres, respectivamente.

Concelebraron también más de cien sacerdotes y otros 15 obispos. Participaron varios seminaristas, religiosos, religiosas y un gran número de fieles.

Luego de los ritos de ordenación, monseñor Fenoy recordó en su homilía que "cuando escuchamos el mandato apostólico del Santo Padre (recién escuchado), en realidad, lo que nos está diciendo el mandato del Papa, es que es Dios, quien ha pronunciado tu nombre. Fue Jesús la noche en que oró por sus apóstoles. Fue Jesús el que llamó a orillas del lago, el que pronunció tu nombre".

"Muchas veces te van a preguntar, -dijo después- ¿cómo llegaste a obispo? ¿por qué llegaste?", a los que respondió: "Tenés que tener la seguridad que ha sido Dios quien ha dicho tu nombre", aseguró.  

"Y en un mundo tan frágil -agregó- donde se rompen permanentemente los vínculos y vivimos a los tropiezos, de fracturas en fracturas, donde todo sucede, empieza y termina, y hay tan poca estabilidad, poder celebrar esto..., es casi un milagro. Ese amor de Dios que elige y que consagra nunca se interrumpió", señaló.

Monseñor Fenoy le manifestó que "esta pregunta que Jesús te vuelve a hacer hoy, ¿me amas?, requiere que sepas antes que nada que Él conoce tus traiciones, conoce tus heridas, conoce tus pecados, como conocía los de Pedro, y sin embargo insiste y quiere hacerte testigo de su resurrección". "Frente a un mundo lleno de indiferencia, también, de desinterés por el otro, de anonimato, de individualismo. En un país, en una ciudad, en una región cada vez más empobrecida, más deshumanizada", continuó.  


Y agregó: "Qué bueno es que el Señor te invite a amar y a cuidar, que para Él es lo mismo: amar y cuidar. Para que tengas la fuerza te va a cubrir con su Evangelio. Mientras pronunciemos las palabras de la consagración, el Evangelio será tu techo, tu escudo. Estarás debajo, bajo la sombra del Evangelio. Quizás para que vuelvas a enamorarte de Él, para que vuelvas a encantar a tu gente con su alegría, para que sepas responder a tantas necesidades de nuestra gente, con la palabra del Evangelio que te cubre, que te rodea".  

Monseñor Fenoy dijo a monseñor Vecino que "como obispo tendrás una primera misión, que te traerá muchas cruces y dolores, que es sostener la unidad y la comunión en la Iglesia. No hay nada que justifique nuestras divisiones: nada, ningún argumento, nada, y sin embargo están y son dolorosas".

"Y la herejía que más arruina el rostro de la Iglesia es la división entre nosotros. Por eso será tu primera tarea, tendrás que consagrar toda tu vida, tendrás que aprender a tejer y a remendar, porque muchas cosas las encontrarás rotas. Y bueno, tendrás que tener paciencia para tratar de rescatar lo que se puede, muchas veces ceder. Parecerás débil. Tenés que salvar la unidad", finalizó. 

Por su parte, monseñor Vecino destacó en sus primeras palabras luego de ordenado: "Voy a empezar agradeciendo por el final. Por eso, le agradezco primero al Santo Padre Francisco que me eligió para desempeñar este ministerio, me consideró digno de incorporarme al colegio de los apóstoles y a quien espero ser plenamente fiel".  


Agradeció también a sus maestros, docentes, catequistas, forrmadores del seminario, los obispos, los párrocos, de los cuales algunos ya fallecieron. "Mis hermanos sacerdotes, a quiénes amo con todo mi corazón. Los compañeros de mi diócesis, los que son de otra diócesis. Mis compañeros del seminario, algunos de ellos no llegaron a sacerdotes, pero también me dejaron un montón. Las comunidades que me vieron crecer, que me aguantaron los defectos, que me empujaron a evangelizar. Mis compañeros y colegas de curar. Y tanta gente, tanta, tanta gente. Bueno, no podría nombrarlos a todos", prosiguió. 

Y finalizó: "Hace mucho que venía experimentando como el realismo prácticamente material de esta presencia y de las palabras de Jesús en el Evangelio, que dice al que deja madre, padre e hijos, casa, campo, por mí y por la Buena Noticia, le voy a dar el ciento por uno en todo eso, y es así. La verdad que es así".+