Mons. Mestre: 'Para el que tiene fe la muerte es vida'
- 18 de marzo, 2024
- La Plata (Buenos Aires) (AICA)
"Es el precio para acceder a Cristo y la Vida en abundancia que nos trae", aseguró el arzobispo de La Plata en su reflexión por el quinto domingo del tiempo cuaresmal.
En el quinto y anteúltimo domingo de Cuaresma, el arzobispo de La Plata, monseñor Gabriel Mestre, ofreció los tres puntitos para reflexionar a la luz de las lecturas bíblicas.
El prelado recordó que “la temática del acceso a Cristo glorificado, ‘en’ y ‘por’ la fe, es una constante que puede ayudarnos a sintetizar todo el relato” y, en ese marco, propuso los siguientes tres puntos sintetizados en tres palabras: deseo, fecundidad, discipulado.
Deseo: ¡Queremos ver a Jesús!
En el primer punto, explicó que la expresión de deseo “hace referencia a la fe: querer ver es querer creer. Refleja con claridad la actitud del creyente que busca acercarse al misterio de Dios, que tiene deseo de los caminos de la fe. La podemos tomar desde dos lugares: ubicándonos desde la perspectiva de los griegos que la pronuncian o de Felipe que la escucha.
“En el primer caso -señaló- nos preguntamos si somos discípulos en constante búsqueda, si realmente anhelamos, deseamos ver a Jesús que es lo mismo que creer en Jesús. En el segundo caso buscamos responder al clamor de nuestros contemporáneos que buscan, muchas veces a tientas, creer en Jesús, que tienen deseo de su presencia”.
“Como Felipe y con Andrés, es decir en la comunidad cristiana, debemos acercar a todos los seres humanos al Señor. En esto consiste la misión. Este es el pedido del Papa Francisco de ir a las periferias geográficas y existenciales”.
Fecundidad: ¡Si el grano muere da mucho fruto!
Mons. Mestre manifestó que “en el centro de la segunda parte del relato se nos presenta esta pequeña parábola sobre el grano de trigo. Es una clara alusión a la muerte redentora de Cristo. Este es el precio de la salvación: muerte en la cruz del Señor que nos redime. Queda bien expresada la fecundidad de la muerte de Cristo, la fecundidad de su entrega”.
“Esta fecundidad -dijo- se da también místicamente en nuestros pequeños y grandes sufrimientos ofrecidos al Señor. Lo que aparentemente sería fracaso, la muerte del grano, en realidad es el signo de la victoria, es fecundidad. El fracaso sería que el grano no muera. Así se da en Cristo y nos salva; así se da en nuestra vida y somos capaces de integrar la cruz y el sufrimiento como parte de nuestra existencia. Para el que tiene fe la muerte es vida, es el precio para acceder a Cristo y la Vida en abundancia que nos trae”.
“¿Tengo miedo a “morir” sabiendo que en realidad es muerte para la vida, para la fecundidad? ¿A qué cosas debo morir hoy para que se cumpla en mí lo que nos enseña esta Palabra del Señor? ¿Le tengo miedo al fracaso; ¿al fracaso real, al fracaso aparente?”, reflexionó.
Discipulado: ¡Seguir y servir al Señor!
En el último puntito, el arzobispo platense señaló que “aparecen dos verbos que expresan la realidad del que quiera ser verdadero discípulo: servir y seguir; seguir y servir. Ambos expresan la identidad del verdadero cristiano”.
“Si cultivamos este doble movimiento estaremos siempre con Jesús y seremos honrados por el Padre en un verdadero camino de discipulado. Este tiempo final de la Cuaresma, itinerario a la Pascua, es una excelente posibilidad para crecer en nuestro camino de servicio y seguimiento como discípulos del Señor”, subrayó.
Y finalizó: “¿Estoy realmente decidido a seguir al Señor y ser su auténtico servidor? ¿Cómo puedo mejorar mi ‘discipulado cotidiano’ del Señor? ¿En qué debo crecer en este sentido: oración, vida sacramental, verdadera piedad, sincera religiosidad...? ¿Cómo son mis actitudes de servicio, de entrega a los hermanos?”.+