Mons. Olivera ordenó un nuevo sacerdote para la diócesis castrense

  • 18 de marzo, 2024
  • Buenos Aires (AICA)
Luis Villafañe recibió su ordenación presbiteral en la catedral Stella Maris. El obispo encomendó al ordenando desgastar su "vida por el Reino y para entregarla por amor, hasta el extremo".

El obispo castrense de la Argentina, monseñor Santiago Olivera, presidió una Eucaristía el sábado 16 de marzo en la catedral Stella Maris, durante la cual ordenó sacerdote castrense al diácono Luis Villafañe.

Concelebraron, junto al prelado, el vicario general, monseñor Gustavo Acuña, y los capellanes mayores del Ejército Argentino, la Armada Argentina, la Fuerza Aérea Argentina, la Gendarmería Nacional Argentina (GNA), la Prefectura Naval Argentina (PNA) y la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA).

También concelebraron el rector de esa catedral, el rector del seminario diocesano San Juan de Capistrano y Santo Cura Brochero y el rector del seminario arquidiocesano de Buenos Aires, presbítero Julio Miranda, juntos a un grupo numeroso de capellanes de las Fuerzas Armadas y de las Fuerzas Federales de Seguridad. 

Participaron asimismo de la celebración el Jefe del Estado Mayor de la Armada Argentina, contraalmirante Carlos María Allievi, autoridades de las Fuerzas pertenecientes, fieles  el ordinariato castrense y el coro ‘Rezar Cantando’.

En la homilía, monseñor Olivera manifestó: “Gracias a cada uno de ustedes, que han venido a sumarse a esta fiesta, que es la fiesta de la esperanza para una Iglesia particular. Si Dios quiere, en los próximos días cumpliré siete años de nombramiento como obispo, y tuve el regalo del Señor de recoger lo que otros han sembrado y de haber ordenado presbítero al padre Santiago García del Hoyo, que cumplirá este año cinco años de sacerdocio; al Padre Darío Verón, que cumplirá cuatro años; y ahora el tercero, aquí, en nuestra Iglesia Castrense”.

“Es una gran alegría compartir con todos ustedes esta celebración, que es ,en medio de la Cuaresma, un gozo extra, una alegría muy grande para cada uno de nosotros, sin dudas para la familia, unida a la distancia desde San Juan, pero, sin duda, una alegría para nuestra familia diocesana y, particularmente, para la gran familia naval, porque uno de nuestro pueblo y de nuestra tierra y de nuestras fuerzas, fue y es llamado a servir al Señor y a la Iglesia como sacerdote, y sacerdote para siempre”, continuó.

Monseñor Olivera recordó que, “en la invitación, en la tarjeta, el diácono Luis me escribió: ‘Me encuentro pronto a embarcar para zarpar hacia donde el Señor, a través de usted, me necesite’. Gracias, Luis, porque esta sencilla expresión da claves para hoy, pero también para cada día de tu vida sacerdotal”. 

“Esta expresión habla de tu disponibilidad y, por tanto, de tu generosidad, porque estás dispuesto a tomar el rumbo, a embarcar por los caminos (y el mar) por los que el Espíritu Santo te vaya enviando por mediación de la Iglesia, dispuesto a entregar tu vida”, agregó.

El obispo castrense reflexionó que, “luego de este camino recorrido, hoy se realizará en vos, Luis, una transformación tan profunda que podrás decir con verdad: ‘Tomen y coman, este es mi Cuerpo’; podrás decir con verdad: ‘Yo te absuelvo de tus pecados’, esto es, ‘Yo’ te perdono, ‘mi cuerpo’ , ‘mi sangre’, y es posible porque hoy serás configurado con Cristo sacerdote, cabeza, y en su nombre, pero no porque esté ausente, sino porque serás presencia, actualizarás a Cristo sacerdote”.

En tanto, le recordó al neo presbítero: “Serás sacerdote en la Iglesia de Jesús, pero serás sacerdote castrense, para los fieles y sus familias de las Fuerzas Armadas y Fuerzas Federales de Seguridad. Podemos decir, sin equivocarnos, que con la vocación sacerdotal que recibimos, recibimos el carisma castrense, disponibilidad para traslados y vivir desarraigos, para servir aquí o en el exterior, en Chipre, o en misiones de paz, en el rompehielos Irizar o en la Fragata Libertad, para ofrecer sin vacilación nuestra vida como ellos, por Dios y por la patria”.

Sobre el final de su homilía, el prelado recordó al santo Cura Brochero en el día de su fiesta: “Confesar, predicar el Evangelio, celebrar diariamente la Eucaristía, son las profundas enseñanzas de san José Gabriel; que él, nuestro patrono de la Argentina, y san Juan de Capistrano, patrono del clero castrense, te den siempre ese celo pastoral para gastar y desgastar tu vida por el Reino, y para entregarla sin reservas, por amor, hasta el extremo”. 

“Que nuestra Madre, en las distintas advocaciones que veneramos en nuestro Obispado, pero particularmente Nuestra Señora de Stella Maris, te acompañe siempre y te encamine hacia el bendito puerto seguro, que es llegar a Dios”, enfatizó.

Antes de concluir la celebración, monseñor Olivera, en el inicio de los festejos por el Jubileo de la diócesis castrense, que en el año 2027 cumplirá 70 años de vida, dio inicio al trienio de festejos, entregando a cada capellán mayor de las Fuerzas Armadas y Fuerzas Federales de Seguridad el signo de la Cruz, la imagen de la Santísima Virgen y un cirio, los cuales fueron bendecidos por el obispo, y luego se rezó la oración de preparación para el Jubileo:

Padre Bueno,
prontos a nuestro Año Jubilar
por los 70 años de vida de nuestro Obispado,
te damos gracias por tu Providencia,
que nos has mostrado
con tu solicitud de Padre,
cuidando de nosotros.

Te damos gracias,
por la certeza de reconocer
que todo es Don tuyo,
y por los muchos hermanos nuestros
que, acogiendo ese don,
supieron cuidarlo y transmitirlo;
y hoy, ya han recibido
la recompensa de su fe junto a Ti,
en la Patria del Cielo.

Te damos gracias, porque has
querido confiamos el don de tu
Reino, a nuestros manos;
lo
sabemos: un «tesoro en vasijas
de barro». Queremos asumir esa
misión, reconociendo que «nunca
abandonas la obra de tus manos».

Te damos gracias por el don del
Espíritu, que nos ha hecho
hijos adoptivos de tu amor,
nos inspira el querer y el
hacer que más conviene para el
anuncio de la fe.

Te damos gracias por que nos
has dado a María, Virgen y
Madre, en la tan querida
advocación de Luján, como
Patrona nuestra.

Ella nos da la certeza de su
auxilio y cuidado maternal,
nos
conduce a tu Hijo e Hijo suyo,
Jesús: Camino, Verdad y Vida.

Te pedimos, Padre Bueno,
que
este camino de preparación
jubilar sea una ocasión que nos
suscite un sincero anhelo y un
renovado deseo de conversión,
santidad, comunión y
pertenencia a la Iglesia Castrense.

Te confiamos la vida
de nuestros hermanos de las
FFAA y FFSS que nos sirven
y a
quienes queremos servir.

Aviva nuestros corazones para
seguir, con fidelidad, «el buen
combate de la fe», fortalece
«la armadura de nuestra
esperanza» y danos las armas
valerosas que enciendan nuestra caridad». Amén.+