Mons. Mestre: 'Presentar al Señor todas y cada una de nuestras impurezas'
- 14 de febrero, 2024
- La Plata (Buenos Aires) (AICA)
"Nuestra vida participa de una u otra forma de la impureza de la humanidad, y tenemos que diagnosticar, descubrir y visualizar en qué medida esto toca nuestro corazón", aseguró el arzobispo platense.
El arzobispo de La Plata, monseñor Gabriel Mestre, ofreció los tres puntos de reflexión para el domingo 11 de febrero, fiesta de Nuestra Señora de Lourdes y día en que el Papa Francisco proclamó santa a Mama Antula.
Monseñor Mestre recordó que, en la tradición judía antigua, el que tenía lepra era considerado “impuro”.
“Esa situación -dijo- era muy dramática para la persona infectada, dado que experimentaba tres situaciones profundamente negativas: en primer lugar, el dolor físico de la enfermedad; en segundo lugar, la separación total de su mundo afectivo familiar y amical, por temor al posible contagio; y, en tercer lugar, la incapacidad de comunión con Dios y de rendirle culto, por ser considerado impuro”.
A la luz de las lecturas del domingo, entonces, el arquidiocesano propuso los mencionados tres puntos, sintetizados en tres verbos: Diagnosticar, Suplicar, Proclamar
Diagnosticar nuestras “lepras” espirituales y sociales
En el primer punto, señaló que “no se trata de tratar médicamente la lepra física, que debe ser atendida en los centros especializados. Se trata de diagnosticar y captar cuáles son hoy las impurezas humanas, sociales y espirituales que tocan nuestra vida. Ver qué es lo que está dañando, mutilando, enfermando, pudriendo, invadiendo de forma negativa nuestro corazón, nuestras familias y comunidades".
“Pensar en la lepra de la discriminación injusta, de la falta de perdón, del bloqueo del diálogo, de la falta de respeto, de las murmuraciones... la lepra del miedo que paraliza, del egoísmo, de la envidia, de los celos destructivos; nuestra vida participa de una u otra forma de la impureza de la humanidad y tenemos que diagnosticar, descubrir y visualizar en qué medida y de qué forma esto toca nuestro corazón”, continuó.
Suplicar pidiendo la purificación
“¡Qué hermosa la actitud del leproso del Evangelio de hoy! ¡Qué humildad y qué libertad se reflejan en sus palabras suplicantes! Somos invitados todos y cada uno a ‘caer de rodillas’ ante el Señor en el sacramento de la Reconciliación, en la misa, en el Sagrario, en oración con su Palabra y decirle con humildad: ‘Si quieres puedes purificarme’”, manifestó el arzobispo platense.
Además, animó a “presentar al Señor todas y cada una de nuestras impurezas, enfermedades y situaciones de lepra espiritual y social. Que podamos desarrollar más que nunca una verdadera oración de súplica sin querer manipular al mismo Dios, una oración suplicante que siempre respeta la santa voluntad de Dios”.
Proclamar a todo el mundo las maravillas del Señor
En el último punto de su reflexión dominical, recordó que “Jesús pide al leproso curado que no diga nada, para que la multitud no confunda su mesianismo, pensando que es solo un liberador político y social y, además, para que no se genere una búsqueda febril para arrancarle milagros. Sin embargo, el que fue purificado lo proclamó a todos. Esa es la auténtica experiencia del que ha sido sanado por el Señor. No puede callar lo que ha visto y oído, lo que el Señor ha hecho en su vida”.
“Así debemos actuar los que hemos sido purificados por el Señor. Al ser constantemente sanados por su gracia, también constantemente somos invitados a dar testimonio de esta realidad a todos, a proclamar las maravillas que Él hace en nuestra vida”, enfatizó.
Y finalizó: “Esa es la verdadera tarea misionera y evangelizadora de la Iglesia en cada bautizado. Que comprendamos que tenemos que ‘contar’ todo lo bueno que el Señor hace en nuestra vida, para contagiar así la alegría de su seguimiento”.+