Mons. Mestre: ¿Qué hacemos por "los pobres Lázaros" que yacen en nuestra puerta?

  • 29 de septiembre, 2022
  • Mar del Plata (Buenos Aires) (AICA)
El obispo de Mar del Plata se refirió a la parábola del rico y el pobre Lázaro que "nos insiste en la necesidad de abrirnos al pobre y al sufriente, a los más necesitados y vulnerables", dijo.

El obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Antonio Mestre ofreció sus habituales "tres puntitos para reflexionar". En este caso, a la luz del Evangelio del domingo 25 de septiembre, que narra la parábola del rico y el pobre Lázaro, que subrayó el prelado “nos sigue insistiendo en la necesidad de abrirnos al pobre y al sufriente, a los más necesitados y vulnerables”. 

¿Cuál es hoy el nombre de mi pobre Lázaro?
Monseñor Mestres aclaró que la parábola “va a contrapunto con el criterio de este mundo”, ya que “en el mundo los que tienen nombre son los ricos y los poderosos; en esta porción de la Palabra es exactamente al revés: solo el pobre tiene nombre y se llama Lázaro”, continuó. 

En ese sentido, aseguró que “deberíamos preguntarnos por el nombre o los nombres de los pobres Lázaros que yacen en la puerta de nuestra vida”. “Puede ser alguien más cercano o más lejano; un empobrecido socialmente o no; una persona de la propia familia o alguien eventual; un amigo o simple conocido… Incluso puede ser alguien que no sea indigente económicamente hablando y esté mendigando escucha, comprensión, afecto”, resaltó

¿Cuál es mi actitud ante el pobre Lázaro?
Como segundo punto, monseñor Mestre manifestó que “ningún diagnóstico sirve sino está orientado a buscar y generar una respuesta. El ver del primer punto está al servicio del actuar de este segundo punto, es decir revisar nuestra actitud ante el pobre Lázaro”. 

“Así como el buen samaritano se hace cargo del hombre medio muerto al costado del camino con una actitud de compromiso, debemos ser buen samaritanos con actitud de servicio ante las necesidades de los demás, con los ‘pobres lázaros’”, subrayó.

Todo gesto de esta vida tiene repercusión en la vida eterna
Finalmente, el prelado resaltó que “una enseñanza central de la parábola que no tiene que quedar en segundo plano es la convicción de que todo acto de esta vida terrena e histórica tiene consecuencias, repercusiones en la vida eterna”, porque “nada de lo que hagamos o dejemos de hacer es inocuo. Cada gesto de respeto, diálogo, amor, perdón, delicadeza, compromiso es realmente un fecundo acto de vida eterna”. 

“En este camino nunca tenemos que perder de vista que todo repercute en el hermoso llamado a la vida eterna que nos hace el Señor. Recordemos siempre que cada acto de nuestra vida histórica, es, de alguna manera, un acto de vida eterna”, concluyó.+