Mons. Mestre: "Los gestos del padre son extravagantes para señalar el amor misericordioso de Dios"

  • 30 de marzo, 2022
  • Mar del Plata (Buenos Aires) (AICA)
El obispo de Mar del Plata comentó la actitud de recapacitación del hijo menor, la mentalidad mercantilista del hijo mayor, y la ternura entrañable que experimenta el padre.

En su homilía de este cuarto domingo de Cuaresma, monseñor Gabriel Antonio Mestre, obispo de Mar del Plata, reflexionó en tres puntitos sobre la parábola del Hijo Pródigo.

El hijo menor: recapacitar y volver a la casa del padre
Para comenzar, el obispo señaló: “El pecado del hijo menor es evidente. Ya el hecho de pedir la herencia del padre en vida es como si lo quisiera muerto. Lo propio de la herencia es adquirirla con el fallecimiento de los progenitores”.

Luego destacó que este hijo “recapacita, vuelto sobre sí mismo”. En ese sentido, profundizó: “Se acusa ante él de haber pecado contra el cielo, contra Dios, y contra su padre, contra los seres humanos”.

El hijo mayor: superar la mentalidad de jornalero para también volver al Padre
En este punto, observó que “pareciera que el hijo mayor es el bueno de la película. Sin embargo, si hilamos fino no es así. Se esconde en él una actitud tan negativa como la del hijo menor, aunque de otra forma. Se enoja, es caprichoso, formalista y calculador”.

“Lo más serio -dijo- es que no acepta la fiesta y la alegría por su hermano rescatado, por el hermano que vuelve a la vida”, y explicó que “detrás de todo está una mentalidad muy estrecha que no terminó de entender que él es hijo y todo lo del padre le pertenece”. 

“El hijo mayor -aclaró- tiene actitud de jornalero, es decir mentalidad mercantilista en la relación con su padre. Una suerte de te doy esto para que me des esto otro. Se está perdiendo lo más importante: ser hijo del padre misericordioso”. 

Por eso, opinó: “Pareciera, en el contexto de la parábola, que el hijo mayor estaría representando la actitud de los escribas y fariseos que se resisten a que los pecadores, representados por el hijo menor, estén invitados a la conversión y a la fiesta”.

El abrazo del Padre: la fiesta de dejarse reconciliar con Dios
En su tercer punto, expresó: “Lo que grita San Pablo en la segunda lectura se hace patente en la tan conocida parábola del padre misericordioso: dejarse reconciliar con Dios implica aceptar que Dios es realmente el padre que nos abraza”.

Monseñor Mestre añadió: “Los gestos y las acciones del padre son extravagantes y hasta exagerados para señalar el amor misericordioso de Dios. Ve al hijo menor desde lejos, es decir que lo estaba esperando, mirando y buscando en el horizonte. Al verlo se conmueve, literalmente ‘experimenta una ternura entrañable’”.

El obispo resaltó que el padre “corre hacia él, lo cual era considerado indecoroso para una persona adulta en el contexto sociocultural de la época”. 

Para terminar, reflexionó: “Este es nuestro Dios. El Dios compasivo y misericordioso anunciado en el Primer Testamento que quiere reconciliarnos con Él una y mil veces. El Dios que sale de sí al encuentro del ser humano pecador para abrazarlo y darle la posibilidad de la fiesta, la verdadera vuelta a la vida, a la vida plena de los hijos de Dios”.+