Mons. Mestre: "Él nos redime para que seamos realmente felices"

  • 2 de diciembre, 2021
  • Mar del Plata (Buenos Aires) (AICA)
El obispo de Mar del Plata animó a dejar de lado las preocupaciones porque "el Hijo del Hombre viene a traernos liberación" y "nos anima a levantar la cabeza".

En su homilía de este primer domingo de adviento, monseñor Gabriel Antonio Mestre, obispo de Mar del Plata, reflexionó sobre este tiempo que significa “llegada, venida”. Por eso, explicó que “nos preparamos para la venida del Salvador en dos dimensiones”. La primera parte del adviento reflexiona sobre la segunda venida del Mesías al final de los tiempos; la segunda parte, a partir del 17 de diciembre, se contempla la venida del Señor histórica, la que ya aconteció en Belén. 

No dejarse aturdir por las preocupaciones de la vida
Para comenzar, el obispo profundizó el mensaje del Evangelio del primer domingo de adviento: “No se embote, no se agobie el corazón de ustedes por las inquietudes, ansiedades, el exceso de preocupaciones, las angustias del futuro que genera la propia vida”. 

Y añadió: “Las preocupaciones son aquellas realidades que hacen más pesado y embotado nuestro corazón. La palabra agobio también sintetiza muy bien esta realidad” 

En ese sentido, exhortó a responder al llamado de Dios de estar preparados “preguntándonos que es lo que hace más pesado nuestro corazón, qué es lo que nos carga y nos vuelve más ansiosos”.

El Hijo del Hombre nos trae liberación
Además, remarcó otra parte del Evangelio donde resalta que “el Hijo del Hombre nos trae la liberación” y agregó que esta palabra “traduce el original griego apolitrosis, que, en sentido estricto significa redención, rescate, literalmente ‘comprar de nuevo’”. 

Y reflexionó: “Dios paga un alto precio para que abramos el corazón a la verdad y la vida. Él nos redime para que seamos realmente felices”. 

El Hijo del Hombre nos anima a levantar la cabeza
Por último, destacó que “la presencia de Jesucristo es la que nos da ánimo en medio de los apocalipsis de nuestra vida. El Señor siempre es más grande y poderoso que cualquier apocalipsis personal o comunitario que tengamos que experimentar. Él y solo Él puede dar ánimo”.

En ese sentido, reiteró: “Su presencia nos hace levantar la cabeza, es decir, recuperar nuestra dignidad de hijos creados y recreados por Dios. No tenemos que andar con la cabeza hacia abajo, a pesar de nuestras debilidades y pecados. El Dios del rescate nos devuelve la dignidad”. +