La vocación de anunciar a Cristo: Un periodista, camino al sacerdocio

  • 29 de octubre, 2021
  • Cruz del Eje (Córdoba) (AICA)
Con una misa presidida por el obispo de Cruz del Eje, monseñor Ricardo Araya, el 30 de octubre será admitido a las Sagradas Órdenes el seminarista Pablo Lasala.

El obispo de Cruz del Eje, monseñor Ricardo Araya, presidirá el sábado 30 de octubre la misa de admisión a las Sagradas Órdenes del seminarista Pablo Lasala, que ingresó al seminario luego de ejercer el periodismo deportivo en la provincia de Córdoba.

La ceremonia tendrá lugar en la parroquia San Antonio de Padua, de la localidad de Capilla del Monte, donde Pablo está desarrollando su actividad pastoral los fines de semana.

Pablo se encuentra transitando el primer año de la etapa configuradora de los estudios teológicos en el seminario mayor "Jesús Buen Pastor", de Río Cuarto. Habiendo llegado a esta etapa de la formación solicitó ser admitido como candidato a las sagradas Órdenes.

Mediante el rito de la admisión, el seminarista manifiesta públicamente su propósito de recibir el Orden sagrado. La Iglesia, en la persona del obispo, recibe con alegría ese propósito y lo bendice para que continúe su formación sacerdotal.

Pablo creció en la localidad de Ciénaga del Coro, Departamento Minas, Córdoba. Ahí vivió hasta los cuatro años. Tiene cinco hermanos y dos sobrinas. Cursó sus estudios primarios en la escuela Fray José María Nogal de Ámbul, departamento San Alberto; en la escuela José Vicente López, de Arroyo de los Patos; en el Instituto Tránsito de María, de Villa Cura Brochero; y finalizó en la escuela José Vicente López, de Arroyo de los Patos.

Estudió periodismo deportivo, movido por su pasión por el fútbol y los automóviles, a los que luego se agregaron básquet, handball, natación, atletismo y gimnasia. Ejerció la profesión "muy poco tiempo pero con gran intensidad", recuerda. Trabajó en la Confederación de Deportes de la Provincia de Córdoba, el organismo que reúne todo el deporte amateur y federado de la provincia, cubriendo competencias y torneos de las más variadas disciplinas deportivas. También tuvo un programa de radio junto con otros compañeros, que se llamaba Platea Deportiva en FM Latina Córdoba.

En su infancia fue monaguillo de la capilla Nuestra Señora de Fátima, en Arroyo de los Patos, una catequista llamada Irene oriunda de Las Rabonas, le regaló un alba y desde ese entonces soñaba con la idea de ser sacerdote, relata Pablo, "tanto así que jugaba a 'dar misas' y reunía a miembros de la familia y algunas religiosas para que la celebren jugando conmigo".

"Ese sueño se potenciaba más cada vez que llegaba el padre Guillermo o el padre Ricotti, yo quería ser como ellos, no sólo como curas, sino como personas", recuerda.

Pablo ingresó al Seminario San Carlos Borromeo, de la arquidiócesis de Rosario, a los 24 años. "El empujón final", describe, fue una convivencia con los seminaristas de la diócesis de Cruz del Eje en San Esteban. "Ahí me saqué todas las dudas y miedos", admite.

Su familia, explica, se tomó la notiica con gran asombro y sorpresa. "Ninguno lo podía creer, sobre todo por el momento que estaba atravesando, recién recibido de periodista y con algunos proyectos en marcha. Pero todos me apoyaron y alentaron a que siga el camino. Todos recordaban que cuando era niño tenía ese deseo y me incentivaban. Mi relación con ellos no cambió, quizá paso menos tiempo con ellos, pero la relación se fortalece", valora. 

La opinión de sus amigos, agrega, también fue alentadora y lo motivó. "Trato de estar presente, de otro modo, o los veo una vez al año pero no dejo de estar en su presencia ni ellos en la mía".

El seminario, detalla Pablo, es "una casa de formación que tiene mucha vida y riquezas para la sociedad". Y reconoce: "Yo pensaba que iba sólo a estudiar al seminario, con el tiempo descubrí que uno no sólo estudia, sino que se forma como pastor en varias dimensiones: espiritual, humana y pastoral".

La comunidad del seminario, considera, hoy es "una segunda familia". La primera, aclara, "ya quedó en casa y una vez al mes los voy a ver y comparto con ellos. Pero la mayor parte del tiempo, la convivencia y la vida en Cristo ahora es con los que vivimos en esta casa de formación. Es igual a cuando un hijo se casa: no olvida su primera familia, sus padres y hermanos. Pero ahora debe ocuparse de su esposa e hijos", compara.

Los estudios filosóficos, explica, lo ayudan "a acomodar mis pensamientos y las ideas que traía de antes, a ejercitarme en el uso de la razón y para ahora orientarla a la sabiduría de Dios".

"Creo que el aspecto central del seminario que me ha ayudado a crecer es la vida en comunidad. Antes ni loco me iba a vivir con gente que ni conocía. Hoy me animo mucho más a compartir la vida, convivir con otros que tienen un proyecto existencial en común, que es el camino discipular de seguir a Cristo", admite.

El seminarista desarrolló su actividad pastoral en la parroquia Nuestra Señora de Schoenstatt, en Villa Dolores, en la parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, de Mina Clavero, en su parroquia de origen, Nuestra Señora del Tránsito y Santo Cura Brochero, y este año realiza su práctica pastoral en la parroquia San Antonio de Padua, de Capilla del Monte.

"El encuentro con Cristo es lo que más resalto. Dejarme encontrar por Él, conocerlo como hombre perfecto, seguirlo, dejarme iluminar por su palabra y enseñanzas, verlo en cada hermano de comunidad y en los sacerdotes y ahora la invitación a configurarme con Él", destaca.

Además, complementando sus dos vocaciones, afirma que los medios de comunicación son muy útiles para la Iglesia, pero aclara que es necesario hacer un buen uso. "Existen herramientas asombrosas y brillantes para anunciar a Cristo pero todo dependerá de cómo las administro y que siempre tiendan al bien de la comunidad y cumplan la voluntad de Dios".

La admisión a las Sagradas Órdenes, considera, es "una forma de sellar un compromiso para siempre con la institución que Cristo fundó y expresar públicamente mi deseo de entregarme al servicio de Dios y de los hombres, que exigirá un mayor compromiso con la Iglesia, en este caso, la Iglesia diocesana de Cruz del Eje".

Y en cuanto a la figura del sacerdote, resalta la importancia de escuchar la voz del Dios y la voz del pueblo. "La palabra de Dios es la brújula y el punto de encuentro para que todos puedan volver. Un sacerdote hoy en día debe ser capaz de re-unir aquello que se ha desunido, dividido. Debe provocar el encuentro nuevamente de todas las ovejas del rebaño y una vez que se ha vuelto a unir, cuidar el rebaño estando atento a lo que pasó y dejándose él también conducir por el Señor".

Por último, le pide a Dios "la gracia de adherirme al corazón de Cristo Pastor y Siervo, teniendo los mismos sentimientos que él tuvo". Invocando a San Pablo, reza para que lo ayude "a encauzar mi personalidad y carácter para anunciar al Señor en todos lados, sobre todo en los ambientes más alejados", y pide la intercesión especial del Santo Cura Brochero, su "amigo en el cielo".

Y a los jóvenes que se sienten llamados al sacerdocio, los anima a responder a esta "invitación amorosa".+