La diócesis de Santa Rosa celebró a su patrona y le pidió fortaleza y fraternidad

  • 31 de agosto, 2021
  • Santa Rosa (La Pampa) (AICA)
Con una misa presidida por el obispo de Santa Rosa, monseñor Raúl Martín, en la catedral, la diócesis celebró el 30 de agosto a su patrona, Santa Rosa de Lima.

La comunidad diocesana de Santa Rosa se unió el 30 de agosto, de manera presencial y virtual, a la misa presidida por el obispo, monseñor Raúl Martín, con motivo de las fiestas patronales en honor de Santa Rosa de Lima, patrona de América, de la diócesis, de la parroquia, la ciudad y la policía local. Concelebró la Eucaristía el obispo auxiliar, monseñor Luis Darío Martín, y sacerdotes del clero local.

En su homilía, monseñor Raúl Martín, recordó: "Rostros, rostros de hermanos. El lema del año pasado con el que quisimos rezar fue 'Santa Rosa, que amemos profundamente a nuestro pueblo pampeano', como dice la oración que siempre rezamos. Quisimos dejar que ella nos hablara, haciéndose eco en nuestro corazón, y buscando acercarnos -en esa novena y siempre- a quienes ella se acercaría. A pesar de la pandemia pudimos encontrarnos con los privados de la libertad, de General Pico; con la oración del carmelo, con los niños del oratorio de General Acha, con los abuelos del Hogar San José, con los enfermos del hospital Molas, con los más pobres que llegaban a la Casa de la Caridad de Realicó. Rostros. Rostros de hermanos. Estos y muchos más nos mostraron y nos muestran el rostro de Jesús que con sus ojos supo mirar Rosita".

"Sus cuatro amores: Jesús, María, la cruz, los desvalidos. Así lo rezamos también, para hacerlos amores nuestros. ¿Alguien querría parecerse a ella? Nos preguntamos. ¿Alguien se animaria a seguirla? Le rezamos y le pedimos: enseñanos a imitarte. Pero, ¿será bueno abrazarse a la cruz del Señor?".

"Y quisimos, a lo largo de este año también desde todas nuestras comunidades, como hermanos que somos, salir al encuentro en todo lo que pudimos. Abriendo manos, y acercando corazones. Acercarnos a la cruz de los demás, llevando también la nuestra. Dice el papa Francisco que nadie toca la cruz del Señor sin llevarse algo y sin dejar algo en ella", destacó.

En ese sentido, preguntó: "¿Qué le dejamos en este tiempo? ¿Qué nos llevamos de la cruz de Jesús en este tiempo? ¿Qué quisiera ahora dejar en ella? ¿Qué le dejaría a Jesús en ella?".

"Y pasó así un año más, en medio de tanta incertidumbre que pareciera no tener fin, con apenas algunas pinceladas de engañosas aperturas, quisimos sembrar esperanza. Porque la cruz nos habla de dolor, de ofrenda, pero también nos habla de esperanza", aseguró.

"No podemos ni debemos acostumbrarnos a situaciones tan dolorosas, mirando para el costado como quien quiere olvidarlas, ni hoy ni nunca", advirtió. "Situaciones que a todos nos han tocado de alguna manera, la enfermedad o muerte de un familiar, ser querido, amigos, conocidos, hermanos al fin. Encierros, aislamientos forzados, sin el abrazo de los afectos, sin la realidad de las despedidas que tanto duele".

"No sólo la pandemia, a la que quieren dirigir todas las culpas, continuó. También la pobreza, la falta de trabajo. la enfermedad y la muerte se hicieron realidad cotidiana. Todo se fue agigantando en este tiempo. Crecieron el desánimo y los miedos. Hoy es el tema compartido todos los días, aunque se lo quiera disfrazar u ocultar. Mucho dolor, mucha frustración, diría mucha desesperanza, si no tuvieramos fe, y si no nos agarramos de Jesús, en quien siempre esperamos. Nos encontramos cara a cara con nuestra fragilidad, con nuestra limitación, como personas y como pueblo. Y también con nuestro pecado. Este tiempo puso más de manifiesto tantas necesidades de nuestro pueblo que conocíamos, sentíamos, vivíamos, pero que se fueron mostrando más", observó.

"Como comunidad de la Iglesia ofrecimos lo que tenemos: un poco de pan con leche caliente, un lugar, a veces, donde pasar la noche, una palabra, una escucha, un estar allí, al lado, compartiendo un poco de tanto, hecho lágrimas de hermanos y también nuestras", relató. 

"Necesitamos de todos, e imitando cada uno a su manera a Santa Rosa de Lima, que se supo compadecer como Jesús, ofrezcamos nuestras manos, y especialmente nuestro corazón abierto, sabiéndonos hermanos. Necesitamos comprometernos más para cambiar la historia, buscar caminos distintos, buscar la verdad y el bien de todos, arrancando nuestro egoísmo, desoyendo la mentira que tanto mal hace. Buscar esa justicia tan largamente esperada", animó.

"Y tampoco podemos esperar que las cosas cambien desde arriba, como si las dificultades no fueran nuestras. Santa Rosa se hizo cargo de su partecita de la historia, en sus jóvenes 30 años. Se agarró de la cruz del Señor y del Evangelio, vivió amando como lo enseñó Jesús. Amó en su nombre".

"A veces pensamos que podemos hacer frente a tanto cuando lo nuestro es tan poco, o que nos bastan nuestros problemas, como para tomar los de otros", admitió. Y animó a "un poco de corazón hecho servicio, compromiso de amor y entrega generosa".

"Hay esperanza si caminamos juntos", afirmó el obispo, e invocando a su patrona, rezó: "Gloriosa Santa Rosa, que amaste a Jesús con un corazón puro, que despreciaste las vanidades del mundo para abrazarte a su cruz, hacenos fuertes. Te pedimos que nos protejas en la tierra y nos abras las puertas del cielo. Enseñanos a no dejar de soñar los sueños de Dios, y que en la cruz no perdamos la alegría ni la esperanza. Enseñanos a escucharnos y a compartir la vida misma".

"Que Santa Rosa y nuestra Madrecita de La Pampa, nos ayuden a ser buenos servidores de todos nuestros hermanos", concluyó.

Finalizada la misa se realizó una procesión con la imagen de Santa Rosa de Lima por las calles de la ciudad, y hubo fuegos artificiales en honor de la patrona.+