En Campo Gallo, Mons. Corral animó a estar cerca de los más frágiles

  • 19 de julio, 2021
  • Campo Gallo (Santiago del Estero) (AICA)
La comunidad de Campo Gallo, en la diócesis de Añatuya, celebró a su patrona, la Virgen del Carmen. La misa central estuvo presidida por el obispo, monseñor José Luis Corral SVD.

Con una caravana encabezada por la imagen de la Virgen, el rezo del rosario y una misa al aire libre, la comunidad de Campo Gallo, en la diócesis de Añatuya, celebró el 16 de julio a su patrona, Nuestra Señora del Carmen.

Las celebraciones llevaron el lema “Caminando juntos, renace la esperanza de nuestro pueblo” y la misa central estuvo presidida por el obispo, monseñor José Luis Corral SVD.

En su homilía, el prelado destacó que “María al pie de la Cruz de su Hijo Jesús es signo del verdadero amor que no abandona. El verdadero amor siempre acompaña de modo discreto y silencioso. Sobre todo, se manifiesta en los momentos cruciales. El verdadero amor sostiene, abraza, fortalece, se compromete, se juega y es fiel”, afirmó.

“Hoy María acompaña a sus hijos en circunstancias de tanto dolor y sufrimiento como las actuales, por los enfermos, los que pierden seres queridos, los que se sienten angustiados y apretados por la situación económica”, continuó.

Al respecto, consideró que “como hermanos, no podemos ser indiferente al dolor, no podemos mirar a otro lado, desentendernos y dar las espaldas”. Y animó a tener en cuenta el ejemplo de María, a quien “el dolor le atravesó como una espada su corazón”, para que “el dolor del otro se nos meta dentro, nos cale, resuene en el interior y seamos memoria viva del Señor que nos deja el mandamiento de amarnos unos a otros como Él nos amó”. 

“María con su amor materno, con entrañas de misericordia, nos anima en la entrega cotidiana y nos fortalece como familia para caminar juntos y permitir que la renazca la esperanza”,  aseguró.

En ese sentido, destacó que María se presenta como la servidora del Señor, no se da otro título. Es la que se hace toda disponible para su obra, la que no se antepone, “la que nos enseña a no ser esclavos de los delirios de grandeza u omnipotencia, a reconocer que en la pequeñez el Señor hace cosas grandes, a no buscar el primer puesto y la primera fila sino a ubicarnos en el seguimiento tras Jesús”, describió.

Y advirtió: “A veces nos gusta acomodarnos cerca de los grandes y poderosos, de las personas influyentes o consideradas importantes, de las que podemos obtener de beneficio o provecho”. Sin embargo, volvió a resaltar el modelo de María, quien “está al lado de la Cruz, de un aparentemente derrotado, impotente y fracasado; pero desde ese lugar la muerte se transfigura en fuente de redención, se restaura la vida, se reconcilia la humanidad y se ilumina la noche”. 

“Estando cerca de los hermanos más frágiles y débiles nos hacemos fuertes y creíbles, y allí se comienza a gestar un mundo nuevo, se edifica la Iglesia del Señor, el Reino se asoma y confesamos que el amor siempre triunfa”, concluyó, pidiendo a la Virgen del Carmen, “que nos ubique junto a su hijo Jesús y que con su escapulario nos recuerde somos cobijados por su manto, que recibimos una vestidura nueva y que con ella podemos sobrellevar la cruz de cada día siendo solidarios en el dolor y alegres en la esperanza”.+