"Conocer", "escuchar" y "dar-se", para ser verdaderos discípulos

  • 28 de abril, 2021
  • Mar del Plata (Buenos Aires) (AICA)
Los tres puntitos del domingo del Buen Pastor del obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Mestre, reflejan los pasos que debe seguir el verdadero discípulo del Señor.

Al meditar con el Evangelio del cuarto domingo de Pascua, el domingo del Buen Pastor, el obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Mestre, compartió la reflexión de los “tres puntitos” y tomó los verbos “conocer”, “escuchar” y “dar”. 

Conocer a Dios 
El primer verbo aparece cuatro veces en el relato y tiene que ver con “conocer al Padre Dios, a Jesús y a nosotros”, según explicó el obispo: “conocer es hacer experiencia de encuentro con”. “Así de perfecta e íntima es la relación del Padre con el Hijo”, señaló monseñor Mestre. Por eso, animó: “También nosotros buscar conocer cada día más a Dios a la vez que nos dejamos conocer por Él”. Esto significa “hacer encuentro vital con Dios, conocer es buscar crecer cada día más en la fe y la confianza en Dios con una relación íntima y profunda”.

Escuchar la voz del Buen Pastor
En el segundo punto, este verbo se refiere a las ovejas, es decir, “ese es nuestro desafío”, describió el prelado marplatense. ¿Dónde lo escuchamos? “En la Liturgia de la Iglesia, en la voz del Papa y de los obispos; en la vida de toda la comunidad”. Monseñor Mestre aseguró que “nadie puede pastorear si primero no se dejó pastorear por Jesús el Buen Pastor”. Por eso, llamó a la comunidad a “conocer cada día más al Pastor”; pero esto “no se trata de obedecer a una norma o doctrina fría y autoritaria, sino de disponer el corazón para que Dios hable y, así, poder escuchar”.

Dar la vida con libertad y alegría 
Finalmente, el versículo conclusivo del texto, en el que Jesús dice que “nadie le quita la vida, sino que Él la da por Él mismo”, “refleja el ejercicio de la libertad total del Señor en su naturaleza humana”. Aquí monseñor Mestre menciona la generosidad y la alegría: Jesús “da, entrega, ofrece su vida muriendo en la cruz para salvarnos y darnos así nueva vida”. Y esto nos hace pensar en la “actitud del discípulo del Señor”, que se da en “lo pequeño o grande de cada día”.+