Mons. Mestre animó al clero a "ser artesanos de la paternidad de Dios"

  • 1 de abril, 2021
  • Mar del Plata (Buenos Aires) (AICA)
El obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Mestre, presidió el martes 30 de marzo la Misa Crismal, concelebrada por los sacerdotes de la diócesis.

Presidida por el obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Mestre, el 30 de marzo se celebró en la catedral de los Santos Pedro y Cecilia, la Misa Crismal, “fiesta de la fidelidad sacerdotal”, que congregó al clero local y a la comunidad de fieles en torno a la renovación de las promesas sacerdotales, la bendición de los óleos y consagración del Santo Crisma.

En su homilía, monseñor Mestre se dirigió a los sacerdotes y destacó la importancia de seguir “caminando juntos en la audacia del Espíritu”, en el marco del camino sinodal de la diócesis.

Para reflexionar sobre la liturgia, el obispo eligió tres términos para acompañar los conceptos de padre y paternidad: Herido, vendar y artesanos. Al respecto, señaló: Padres con el corazón herido en una humanidad herida; padres llamados a vendar las heridas; y con San José la alegría de ser artesanos de la paternidad de Dios.

“Padres con el corazón herido en una humanidad herida. Una de las frases más bellas que nos puede decir nuestro pueblo es ‘padre’. Es bella, profunda y comprometida. ¡Realmente somos padres! Llamados a hacer presente la paternidad de Dios en un mundo complejo y desafiante. La paternidad de San José, a la luz de la del Padre Dios, se nos vuelve hoy cercana y estimulante. Siendo parte de este mundo herido, somos padres con el corazón herido”, señaló, llamando a preguntarse: “¿Cuáles son las heridas de nuestro corazón hoy?” 

“¡Como Iglesia diocesana de Mar del Plata caminemos juntos con la audacia del Espíritu mirando, aceptando y asumiendo las heridas de nuestro corazón!”, animó.

En ese sentido, incorporó la segunda frase: “Padres llamados a vendar las heridas”, y reflexionó: “Si solo nos quedáramos con el diagnóstico de nuestras heridas estaríamos condenados al dolor, al fracaso y al resentimiento. Por eso, la Buena Noticia de nuestra celebración de hoy y de la fe de siempre, se centra en el Ungido, el Redentor que viene ‘a vendar los corazones heridos’: viene a vendar nuestros corazones”. 

“Como ministros de Dios, por su gran amor y condescendencia, participamos de su Unción sacramental, siendo los que en su nombre y por su poder, también vendamos los corazones heridos de nuestro Pueblo. Somos instrumentos del Ungido, del Mesías Jesucristo, para nosotros poder ‘vendar los corazones heridos’ de la humanidad sufriente”. Por eso, agradeció al presbiterio “por entregar sus vidas en el ritmo cotidiano vendando los corazones heridos de nuestro Pueblo”.

Finalmente, “con San José la alegría de ser artesanos de la paternidad de Dios”. 

“En este contexto de Espíritu, de unción, de sanación y de paternidad, mirando la figura de San José los invito a pensar en su servicio artesanal en el cuidado de Jesús y María”.

José, señaló, es “un pequeño artesano, trabajador de la madera y tal vez otras materias primas. La vida de José nos hace ver nuestro servicio ministerial en clave de paternidad artesanal para nuestro Pueblo. Lo que es artesanal se contrapone a lo que se realiza en serie, lo artesanal habla de personalización, de particularizar el servicio paterno”.

“La paternidad de Dios es artesanal, la de San José es también artesanal a imagen del Padre Dios. Nuestra paternidad hacia las personas y comunidades tiene que tener siempre ese toque artesanal. Como San José ser padres artesanos de la paz, de la ternura, del diálogo y del encuentro”. 

Finalmente, rezó al Dios Uno y Trino “para que todos los ministros seamos padres artesanos para vendar los corazones heridos”, en el camino hacia el Primer Sínodo Diocesano. “Que la intercesión poderosa de la Virgen de Luján y de San José nos den la gracia que viene de Dios para ser una Iglesia trinitaria, sinodal y profética que siempre venda los corazones heridos”, concluyó.+