Mons. Castagna: San José, un hombre justo, humilde y fiel

  • 18 de marzo, 2021
  • Corrientes (AICA)
El arzobispo emérito de Corrientes pone el acento en esos calificativos del padre adoptivo de Jesús y esposo de María Virgen, e invita a conocer el "misterio personal" de un hombre pobre y excepcional

El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, reconoció que se torna difícil responder a la pregunta  ¿quién es San José?, dado que es un tema “tan importante sobre el que tan poco se ha dicho”.

“Partiremos de lo que ven nuestros ojos para internarnos en el misterio personal de un hombre pobre, de excepcional humildad”, planteó en una reflexión profunda sobre San José. 

Tras describir su “singular” esquema familiar, lo definió como “un hombre justo: buen hijo, buen hermano, buen enamorado de María, buen esposo, buen padre adoptivo de Jesús y buen vecino”.

“La predisposición para la fidelidad es la humildad. José es humilde. No elabora un bajo concepto de sí. Simplemente no se ocupa de él, sino de lo que debe hacer para expresar su amor a Quien sabe que lo ama”, puntualizó.

El prelado afirmó que San José hizo una “práctica heroica” de todas las virtudes, “sintetizadas en el amor desinteresado a Jehová, en el amor castísimo a María y en el amor protector a Jesús”.

“En su semblanza, sin destacado relieve social, sobresale la fidelidad: a Dios y a las personas de su entorno. Dios lo pone al cuidado de sus grandes tesoros: Jesús y María. José se hace cargo de inmediato”, destacó.

“José practica heroicamente la fe”, sostuvo, y aseguró: “José marca un sendero de conversión”.

Monseñor Castagna esbozó una conclusión “breve” sobre San José, al señalar: “El amor a la Iglesia se identifica, en San José, al amor a Jesús. La intimidad de José con el divino joven es modelo de silenciosa contemplación”.

“La fe, que le permite trascender lo que ve y toca con sus manos, lo asiste en su inefable convivencia con el Hijo de Dios y de María. Recoge sus palabras y, sobre todo, sus hogareñas actitudes. La vida de la Iglesia planta sus profundas raíces en esa intimidad con su Señor”, subrayó.

“José, como de manera eminente María, enseña a vivir -en la fe- la relación con Cristo. Estas pausas históricas, como son las grandes celebraciones litúrgicas, los concilios y los sínodos, contribuyen a renovar la espiritualidad y misionalidad de todos los cristianos, en vista a un mundo hambriento de los valores que únicamente Cristo puede ofrecerle. Supliquemos el amparo de San José de Nazaret”, concluyó.+

» Texto completo de la reflexión