Alegría en la diócesis de San Roque por su nuevo sacerdote

  • 15 de marzo, 2021
  • Presidencia Roque Sáenz Peña (Chaco) (AICA)
El obispo de San Roque, monseñor Hugo Nicolás Barbaro, ordenó sacerdote al joven Luis Ramón Czub, en una ceremonia que tuvo lugar en la catedral y contó con la presencia de un gran número de fieles.

En una celebración presidida por el obispo de San Roque de Presidencia Roque Sáenz Peña, monseñor Hugo Nicolás Barbaro, el viernes 12 de marzo en la catedral de San Roque, fue ordenado sacerdote el joven Luis Ramón Czub.

Por los impedimentos propios de la pandemia, numerosos fieles pudieron participar a través de los diversos medios de comunicación. Asimismo, pudo asistir un nutrido número de fieles y gran parte del presbiterio diocesano.

El nuevo sacerdote es oriundo de Santa Sylvina y tiene 31 años. En diálogo con los medios, describió brevemente su vida y su vocación: “Tengo lindos recuerdos de mi infancia y de mi adolescencia. Soy de la zona rural y allí aprendí los trabajos relacionados con la ganadería y la agricultura. Allí aprendí también mis primeras oraciones, en particular la devoción a la Virgen. Con el paso de los años culminé mi secundario y recibí el sacramento de la Confirmación”.

“Fue cuando me involucré más a la vida de la parroquia, que conocí a los sacerdotes y pensé por primera vez en la posibilidad de hacer lo que hacían ellos. Hablar con el párroco me ayudó a aclarar inquietudes y perseverar en mi vida cristiana. Tiempo después inicié algunos encuentros para varones que se desarrollaban en el Centro Vocacional y Seminario Cura Brochero de Sáenz Peña”.

“Tuve miedos. Pensé que no podría responder al llamado de Dios. Pero con la ayuda de la oración de la gente y las orientaciones de los sacerdotes, respondí ingresando al Seminario. Con el paso del tiempo encontré un lugar para discernir mejor la voluntad de Dios. Luego de terminar la preparación filosófica, pude continuar mi preparación al sacerdocio en España hasta el año 2019”. 

En la homilía, monseñor Barbaro destacó la vocación del profeta Jeremías: “Cualquier llamada de Dios para servirlo es un profundo misterio. Algunos perciben en su corazón el llamado para dedicarse de lleno a las cosas de Dios, como te sucedió a vos, Luis, que notaste el llamado al sacerdocio. Jeremías pensaría: ¿Por qué a mí?; además ahora me vengo a enterar que me tenía elegido desde siempre: antes de que empezaras a existir dentro de tu mamá yo ya te tenía previsto; y al mismo tiempo se le presentaba como un regalo de Dios, porque lo destinaba a una misión muy importante, y el pueblo se beneficiaría con su servicio”.

Refiriéndose a Luis, continuó: “Como en toda llamada de Dios, el Señor te tenía elegido, y te lo fue mostrando cuando podías empezar a responder. Alguien podría pensar que Dios no respeta nuestra libertad, que impone un proyecto en la vida sin dejar lugar a otra opción. Y es al revés, nos ayuda a elegir lo que más nos conviene. Nos dice: para esto existís, para esto son las capacidades que te puse, a ese proyecto se orientaron tantos sucesos de tu vida; tranquilo, voy a estar a tu lado y vas a ser muy eficaz y muy feliz. Dios ayuda a que libremente elijamos lo mejor para cada uno, ilumina y da fuerzas”. 

El obispo destacó la llamada de los apóstoles y su similitud con la llamada del nuevo sacerdote: “El Evangelio que escuchamos nos señala el nombre de cada Apóstol; fueron elegidos y dijeron que sí para toda la vida. Hay gente que le parece que no se puede hacer un compromiso para toda la vida, ¿me seguirá gustando dentro de 10 años?, esto pasa con los que dudan en casarse, no saben si se van a querer dentro de 5-10 años. Luis, pensemos en tu sacerdocio. Si cada día y en todo momento, con la ayuda de Dios, intentás hacer lo que haría Jesucristo en tu lugar, te vas a liberar de la pereza, del egoísmo, de lo que dificultaría tu proyecto actual que es el de Dios. Irán pasando los años y te sentirás cada vez más feliz, aunque no falten dificultades; y si alguien te llegara a preguntar, ¿está contento Padre Luis? tal vez se te ocurra responder: yo no me cambio por nadie”. 

Antes de la bendición, el nuevo sacerdote agradeció a Dios, a la Iglesia y a su familia. Destacó la oración del pueblo por las vocaciones, en particular por la suya. Hizo especial referencia a su comunidad de origen de Santa Sylvina donde vivió hasta ingresar al Seminario. También destacó la alegría de acompañar la parroquia de Quitilipi, que además está dedicada al mismo patrono que su parroquia de origen, San Antonio de Padua, a quien pidió su intercesión para imitarlo en el fiel servicio a Dios y a su Iglesia.+

» Texto completo de la homilía