Misa crismal en Villa María, "un acto de fe y de piedad"

  • 17 de noviembre, 2020
  • Villa María (Córdoba) (AICA)
En una celebración que tuvo lugar en la catedral diocesana, el obispo de Villa María, monseñor Samuel Jofré, presidió la misa crismal de la diócesis

El lunes 9 de noviembre la diócesis de Villa María celebró su misa crismal, trasladada del jueves santo, presidida por el obispo diocesano, monseñor Samuel Jofré,  en presencia de los sacerdotes del clero diocesano.

Con referencia al tiempo de pandemia, el obispo explicó que el traslado de la celebración se debió a “las circunstancias marcadas por el dolor y miedo por la muerte experimentada, tantas veces, como cercana; por la tristeza ante la falta de horizonte para nuestros planes y proyectos; quizás la apatía y desgano por la parálisis de tantas actividades; también el cansancio de un aislamiento que encontramos ya muy largo”.

Señaló que la misa crismal es “un acto de fe y de piedad. en la obra de Cristo en su Iglesia”; “expresión privilegiada del vínculo de comunión entre el obispo y su presbiterio. Creemos y aceptamos este vínculo como signo e instrumento de nuestra comunión con Cristo y con su Iglesia. Es un vínculo mutuo porque el obispo necesita de sus sacerdotes y los sacerdotes necesitan a su obispo”, dijo a los presbíteros presentes, al tiempo que les agradeció por su labor y lealtad.

El obispo mencionó al sacerdocio como un “don precioso de la misericordia de Dios para toda la humanidad, que nosotros hemos recibido y procuramos transmitir fielmente: la santidad de Dios regalada a nuestra pobreza, para gozar de ella por toda la eternidad. Al ungirnos con el Espíritu Santo como sacerdotes, el Señor nos ha constituido como servidores de la comunión de Dios con los hombres. Nos alegramos de ello y procuramos entonces remitirnos siempre a la fuente de este don: la amistad que el Corazón de Jesús nos ha ofrecido y regalado”.

En este sentido, pidió poder renovar el ministerio, junto con “la ilusión de buscar la santidad”. En referencia a las promesas sacerdotales, el obispo dijo que no son solo “un esfuerzo moral nuestro, sino la sencilla correspondencia al amor primero de Jesús por nosotros y su Iglesia”. 

Por eso, invitó a los sacerdotes a “no dejarnos abatir por las contradicciones que la obra de Cristo sufre en nuestros días”, y les dijo que “en estos tiempos hemos de mantener fija la mirada en Dios que no deja nunca de sostenernos y fortalecernos con su gracia. No confiamos en nuestras luces o en nuestra decisión. Nuestra debilidad nos resulta patente. La oración es entonces la fuerza de nuestra vida y ministerio”.

Seguidamente, monseñor Jofré animó al clero y a los fieles “a redoblar nuestra oración por las vocaciones. Que sea el amor a Cristo, el amor a la Iglesia, el amor a nuestro sacerdocio, el amor a los fieles que necesitan del ministerio sacerdotal, que nos mueva a redoblar, a insistir en un clamor: ‘¡Señor, envía obreros a tu mies; Señor danos sacerdotes; Señor, danos muchos sacerdotes; Señor, danos muchos y santos sacerdotes!’”.

“Queremos actuar con humildad, pero con la valentía que Cristo nos pide y el mundo requieren. La centralidad de Cristo en nuestra vida será como un faro y criterio inspirador”. Luego se dirigió a María: “¡Feliz María por ser madre, pero más feliz por ser discípula! ¡Felices nosotros por ser sacerdotes, pero más felices por ser cristianos!”.

Finalmente, dijo: “Los animo con fuerza, queridos hermanos, a tener paciencia y audacia con una creativa imaginación de la caridad (…) Es por eso que, confiados en la divina providencia, el mismo Señor que reinó ayer, reina hoy y reinará mañana, queremos relanzarnos en nuestro apostolado, en nuestra predicación sencilla, humilde y valiente de los misterios divinos”.

El prelado concluyó anhelando el cuidado de la Santísima Virgen a toda la diócesis, “como la Madre que no deja de cuidarnos y auxiliarnos en medio de las dificultades”.+

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