"Con María de la Merced, ser servidores de la esperanza", llamó Mons. Sánchez

  • 25 de septiembre, 2020
  • San Miguel de Tucumán (AICA)
Tucumán celebró la solemnidad de su patrona, Nuestra Señora de la Merced. La celebración en la basílica homónima fue presidida por el cardenal Villalba, arzobispo emérito de Tucumán.

El jueves 24 de septiembre la arquidiócesis de Tucumán celebró sus fiestas patronales en honor de Nuestra Señora de la Merced.

La misa en la basílica de la Victoria fue presidida por el cardenal Luis Héctor Villalba, arzobispo emérito de Tucumán, quien festejó además el 60 aniversario de su ordenación sacerdotal. Concelebraron el arzobispo de Tucumán, monseñor Carlos Alberto Sánchez; el obispo emérito de Concepción, monseñor Armando José María Rossi OP; el obispo emérito de Santiago del Estero, monseñor Francisco Polti Santillán; el párroco de la basílica, presbítero Néstor Rafael Álvarez, y el vicario parroquial, presbítero Matías Pérez.

En su homilía, monseñor Sánchez saludó a los tucumanos en el día de su patrona y del aniversario de la Batalla de Tucumán, recordando al general Manuel Belgrano: “Honramos a María de la Merced, que camina con nosotros los tucumanos desde la fundación de Tucumán; el traslado de la ciudad; su ayuda y protección para la victoria del 24 de septiembre de 1812, y a quien Manuel Belgrano puso bajo su custodia al ejército y que tras la batalla le entregó el bastón de mando, en reconocimiento de su celestial intervención", expresó.

El prelado calificó a María como la que “con su sí creyente, incondicional y generoso, con su caridad presurosa y misionera, con su humildad y pobreza desconcertante, sabe trasformar una cueva de animales en la casa de Jesús con unos pobres pañales y una montaña de ternura”.

“María -continuó el prelado- acompaña a su Hijo en la obra de la redención de la humanidad hasta el pie de la cruz. Ella es testigo del Amor de su Hijo Jesús, que llega a entregar la vida y redime, rescata, salva y concede vida eterna”, y agregó que “con una fe firme, una esperanza inquebrantable y una caridad efectiva, ella recibe de labios de Jesús crucificado la misión de cuidarnos, de acompañarnos”. 

Seguidamente el prelado habló sobre el tiempo de pandemia, tiempo en el que “aumentó el dolor, el miedo y el sufrimiento, la enfermedad y la muerte”. Sin embargo, recordó: “Tenemos una madre, Jesús nos dejó una madre que está siempre, en cada situación, consolando, animando, sosteniéndonos y orando por nosotros”.

“Con María de la Merced ser servidores de la esperanza”, exclamó el arzobispo citando el lema de la fiesta patronal, y enumeró los modos de ser servidores de la esperanza: “Significa abrir espacios de salvación”; “cuando vencemos la indiferencia al hacernos cargo del hermano caído y lo tratamos cordial y fraternalmente”; “cuando caminamos con otros, nos juntamos, nos organizamos, ponemos los bienes en común y los disponemos al servicio de los que más necesitan”; “cuando soñamos una Argentina unida, fraterna, libre de corrupción, de injusticias y agresiones”.

Finalmente, llamó a la comunidad a mirar a María: “Mujer de la escucha atenta a la voz de Dios: danos la capacidad de escuchar siempre al Señor, que nos manifiesta su voluntad”. “En este día tan especial de la Virgen de la Merced y en nombre de toda la Iglesia en Tucumán, deseo que nos unamos a la acción de gracias por los 60 años de consagración sacerdotal del cardenal Villalba. Años vividos con intensidad y que nos alientan en la esperanza de seguir sirviendo a Cristo y a la Iglesia en los hermanos”.+

» Texto completo de la homilía