Mons. Croxatto cuestionó las decisiones de gobierno de Neuquén para responder a la pandemia

  • 24 de septiembre, 2020
  • Neuquén (AICA)
En una entrevista a un medio local, el obispo de Neuquén criticó las decisiones referidas a la pandemia en las áreas local y nacional.

El obispo de Neuquén, monseñor Fernando Martín Croxatto, brindó una entrevista al medio local “Va con Firma”, y se refirió a las decisiones gubernamentales vinculadas a la pandemia. A seis meses del comienzo de la cuarentena obligatoria, el prelado consideró que algunas de las medidas tomadas en las últimas semanas por el gobierno provincial para gestionar la pandemia le parecieron "inverosímiles" y "ridículas", y se preguntó "¿quiénes son los que asesoran al gobierno?". 

"A mí no me consultaron nunca en ningún tema particular", dijo monseñor Croxatto, y consideró que el Consejo Consultivo Plural que promovió el gobierno para pensar la post pandemia, no es "ni fiable ni viable”. En ese sentido, afirmó: “Para acoger la realidad y dar respuestas habría que trabajar más con los barrios, con las juntas de vecinos y ver cómo nos podemos cuidar entre nosotros". 

El prelado reconoció que en marzo veía a la cuarentena como "algo positivo" pero "la prolongación de ese período fue dañando el tejido social, familiar, personal", y "está dejando secuelas importantes" porque cala en "la dignidad de las personas". Además, pidió que se revean las restricciones para las celebraciones religiosas y consideró que se deben ir abriendo las actividades con responsabilidad  y protocolos.

El obispo neuquino marcó un contrapunto también con el gobierno nacional al afirmar: “Estamos siempre generando falsas seguridades que se vuelven contra nosotros mismos". El gobierno, añadió, tiene una mirada que "no acoge la realidad tal cual es" y señaló que "a la gente hay que decirle la verdad" porque "permite anclarse y dar fuerza a la vida del presente". 

Consultado sobre la situación social en Neuquén, a seis meses del inicio de la cuarentena, monseñor Croxatto afirmó que “más allá de la cuestión sanitaria que se agrava, porque vemos que la curva ha crecido, estamos en una situación bastante compleja, difícil, dura. La crisis en la cual ya veníamos se acrecentó y este largo período está dejando secuelas importantes en las personas y en su vida familiar, comunitaria, social. En marzo se frenó de golpe el ritmo medio alocado en el que estábamos metidos en la sociedad, en el mundo. Eso lo vimos como algo positivo: parar, recuperar la paz, la serenidad, mirarnos hacia adentro, pensar hacia dónde estamos caminando. La prolongación de ese período fue dañando el tejido social, familiar, personal. En vez de hacer un bien, comenzó a no ser tan bueno y creo que ahí estamos recogiendo, y vamos a seguir recogiendo si seguimos en esta postura, mayores deterioros, socialmente y culturalmente hablando”.

“Por otro lado, la pandemia nos está dejando al desnudo grandes testimonios ocultos, invisibilidades, de mucha gente, del esfuerzo que hacen, de cómo sostienen a los otros, a sus familias, a sus vecinos. Esos testimonios dan fuerza y siguen sosteniéndonos. También nos está mostrando la pobreza que tenemos como sociedad, en todos los ámbitos. Todos los años hubo muerte y enfermedad, lo que pasa es que ahora la muerte se visibiliza por el Covid. Y no son todas las muertes. Después está la pérdida del trabajo, la pérdida de la educación, de los vínculos, del sostén psicológico”, agregó.

En cuanto al aspecto económico, expresó: “En un primer momento el cuidado de la vida me parece muy bien y todos adherimos a esa propuesta inicial. Después dijeron: cuidamos la economía, y se empezaron a abrir actividades. Pero no miramos más hondo, que es la dignidad de las personas, que tiene que ver con la libertad de las personas. Va más allá de la vida física e incluso de la cuestión económica. Da la sensación de que nos manejamos con títulos y nos cuesta ver lo pequeño y lo cotidiano. Decimos ‘cuidamos la vida’, pero todos sabemos que todas estas normas o protocolos que se vienen diciendo desde el comienzo no pudieron cuidar la vida de todos porque en los barrios nuestros, en la periferia, no daban las condiciones para poder hacerlo”, advirtió.

Consultado sobre el peligro de que las libertades individuales vayan en contra de las responsabilidades dentro de la sociedad, expresó: “Si bien tenemos que dejarnos todos en libertad, eso lo tenemos que regular porque vivimos en sociedad y necesitamos normas para que no haya una anarquía. Pero digo, ¿cómo evaluar el resultado de toda esta restricción que hemos tenido? ¿Nos va llevando a cubrir lo que queríamos cubrir? Hay cosas esenciales que no podemos dejar de lado. Ese cuidado del otro también implica la dignidad de poder ir a despedir a un ser querido, por ejemplo”, señaló.

Respecto a la posibilidad de una pérdida de dignidad aparejada a las decisiones llevadas adelante, manifestó: “Creo que un grave error de todos es que nadie sabe, ni sabíamos, y seguimos sin saber, cómo manejar todo esto. Digo todos porque nosotros como sociedad podemos descansar en los que están en el gobierno y nos quedamos conformes esperando que digan ellos las normas. No nos hacemos protagonistas. Entonces se han tomado medidas pero teníamos que arrancar por decir ‘no sabemos’. Hacer una apertura más humilde y decir ‘a ver por dónde va’, y hacer una revisión. Dicen ‘va a salir una vacuna’ y no sabemos si va a salir la vacuna todavía. Estamos siempre generando falsas seguridades que se vuelven contra nosotros mismos porque si te quitan la esperanza, te va provocando una desazón interior, enojo, rabia, que se vuelve hostil y en el fondo logra lo contrario a lo que nosotros pretendemos, que es que la gente sea responsable. No sabemos y estamos generando medidas que no están contemplando el proceso que esto significa”, aseguró.

“Tenemos un sistema de salud y estamos corriendo porque el sistema tiene un tope. En función de ese tope estamos tomando una medida que no vamos a poder cubrir. En la sociedad nos vamos a seguir contagiando y algunos se van a morir, algunos nos vamos a morir, quizás me toca a mí, no lo sé. Pero estamos creando un clima en que si no está la vacuna nos morimos todos. Y no es así. Esa mirada no es verdadera y no acoge la realidad tal cual es”, alertó.

En cuanto a las medidas para evitar los contagios, expresó: “Yo estoy a favor de que se empiecen a abrir todas las cosas y que se reclame la responsabilidad y los protocolos que hay que hacer. Yo vengo insistiendo con el tema espiritual. Nos tienen limitados con la participación en las celebraciones hasta 10 personas. Lo hemos mantenido y no nos han dicho nada. Lo cierto es que tenemos capacidad para más de 100 personas en muchos de los templos. La vez pasada le decía a alguien del gobierno que pasé por un comercio, cuando abrieron los restaurantes, y había 17 personas en un lugar, algunas sin barbijo. Entonces ahí es donde yo digo que no terminamos de ver verdaderamente la realidad, de sumar a todos los actores y hacernos responsables todos”. En ese sentido, advirtió sobre “un modo autoritario de decisión, porque no hay consulta”.

Desde el gobierno provincial, afirmó monseñor Croxatto, “a mí no me consultaron nunca en ningún tema particular. Yo he mandado cartas con propuesta en función de lo que yo tengo que cuidar, que es la parte religiosa nuestra, y he pedido la apertura de las celebraciones. Yo en la Catedral puedo tener cien personas con distanciamiento y con cuidado. Lo vengo diciendo desde el principio. Y siempre está sujeto a la medida nacional. Hay que tener más libertad de cada situación y de cada provincia, de cada ciudad. Me parece que la norma general es decir cómo nos cuidamos, pero como no hay recetas y no han tenido ninguna receta eficiente, creo que es hora de decir busquemos en cada lugar cuáles son las recetas mejores para cada comunidad”.

Sobre la gestión en la provincia, detalló: “Por un lado tenés los datos oficiales de todo lo que se ha ido haciendo, la compra de respiradores, la atención, la búsqueda de profesionales. Creo que es sincero y buscan a manera de cubrir y atender esa necesidad. Por otro lado tenés voces de lugares donde parece que no es universal la atención y los insumos, por lo que uno ha escuchado de las distintas localidades. Creo que hay un tema que es añejo, que es el tema de la verdad, la transparencia. Vivimos en un clima siempre de sospecha. El otro día veía a un experto en televisión que decía que los datos que se dan hoy de muertes corresponden a dos meses atrás y que recién vamos a tener los datos reales de la muerte de 2020 en diciembre de 2021. Entonces si las medidas que tomo hoy no son en función de las muertes reales, algo no está bien. No poder hablarnos con verdad también toca nuestra dignidad y vamos provocando un desencuentro. A la gente hay que decirle la verdad porque la verdad es lo que construye, es lo que te da la posibilidad de una verdadera esperanza porque te hace tomar conciencia de dónde estás parado. Permite anclarse y dar fuerza a la vida del presente. Por eso estas medidas restrictivas que no dejan vivir plenamente el presente no nos están ayudando. Lo que tengo que alimentar es la vida de hoy”, sostuvo.

“La medida del otro día fue inverosímil, ridícula. Aumentaron los contagios entonces restringimos el tránsito vehicular a las 18 horas. ¿Qué logró esa medida? ¿Logró que frenáramos la curva? No, la curva siguió aumentando, no sé si por eso, pero siguió aumentando. ¿Logró un bienestar en la sociedad? Tampoco. Provocaste que se rompieran las reglas. Eso que no genera vida y quita esperanza porque yo tengo que vivir hoy con la esperanza que significa que mi vida vale hoy”, continuó.

En cuanto a la necesidad de diálogo y consulta por parte del gobierno a los distintos sectores, el prelado señaló que “cuando uno escucha las medidas uno dice ¿quiénes son los que asesoran al gobierno? ¿Qué se tuvo en cuenta? A veces parecieran más decisiones desde un escritorio que un realismo. Aprueban el fútbol metegol, por poner una cosa que salió, y me parece ridícula. Si vos vas a los barrios, Cuenca XV, Z1 y demás, y ves a los pibes jugar en la canchita y sin barbijo. Y si vas al Islas Malvinas están todos en la canchita de césped que puso el gobierno, muy linda, y los sábados a la tarde está la gente ahí. No los podés controlar, ni mandar presos ni que paguen una multa porque ahí apenas se vive. Entonces para acoger esa realidad y dar respuestas habría que trabajar más con los barrios, con las juntas de vecinos y ver cómo nos podemos cuidar entre nosotros”.

Sobre el Consejo Consultivo Plural que recibe propuestas para la post pandemia, reconoció: “A nosotros nos han convocado, por supuesto, hemos respondido cuando se estaba formando. No hemos tenido respuesta y no estamos participando porque una de las cosas que no veíamos fiable ni viable era este consejo de más de 700 actores. También hemos mandado a la ministra de Salud una carta de cierto protocolo, entre comillas, de atención a las personas que están solas para que no mueran solas y para que las familias puedan llegar de alguna manera. Tampoco hemos tenido respuesta pero sé que se han articulado cosas para que esto se pueda llevar adelante”. Al respecto, reiteró: “Yo digo, veamos cómo armar un sistema de red que toque las realidades de los barrios y desde ahí trabajar con la gente y en la escucha de esa realidad”.

Sobre la idea de “salir mejores”, concluyó: “Uno dice como expresión de deseo ‘Dios permita que salgamos mejores de esto’. Yo no lo afirmé nunca porque como decía antes, la pandemia desnuda cosas muy buenas y nuestras miserias más crudas. Desde nuestra mirada de fe, un principio es que todos estamos tocados por el mal en el fondo de nuestro ser, por el pecado. Desde esa raíz uno puede comprender por qué no terminamos de sumarnos fraternal y solidariamente unos a otros. Esa es una lectura universal y general de esto. Pero también hay otra cosa interesante y es que el exacerbamiento del sufrimiento, visto desde afuera, no logra provocar en mí un sentimiento de compasión y de solidaridad universal. Cuando yo veo en el noticiero del mediodía las placas con los contagiados y las muertes de coronavirus en cada lugar ¿qué logro con eso? ¿Logro ser más solidario y poner más esfuerzo en sobrellevar esta situación de pandemia o me rebelo más, me da más bronca e impotencia? Ese bombardeo sin respuesta y sin salida provoca un aturdimiento psíquico, que es lo que está viviendo la gente”, advirtió. 

“La gente está parada. Se han anulado todas las posibilidades de creatividad, de pensar en qué hago para vivir hoy porque estoy encerrado, apoltronado, con miedo a salir, a encontrarme con el otro. Ese aturdimiento psíquico es grave y produce negación. Y por otro lado a muchos les provoca enojo, rabia, impotencia, y terminan explotando por algún lado. Es un enojo con la misma humanidad, con la misma existencia”, cerró.+