Mons. Colombo a los neodiáconos: "Ministros despiertos y activos, para servir, amar y entregarse"

  • 6 de julio, 2020
  • Mendoza (AICA)
"Los diáconos participan de una manera especial en la misión y la gracia de Cristo", afirmó monseñor Colombo, arzobispo de Mendoza, al celebrar la ordenación de Pablo Arlotta y Abel Alfaro.

En una celebración que tuvo lugar en la mañana del sábado 4 de julio en la capilla del seminario arquidiocesano Nuestra Señora del Rosario, el arzobispo de Mendoza, monseñor Marcelo Daniel Colombo, ordenó diáconos a dos seminaristas de la diócesis: Pablo Arlotta y Abel Alfaro.

Con el lema  “Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir nuestro deber”, los diáconos fueron acompañados por sus familiares, los sacerdotes formadores del seminario y sus compañeros. La celebración fue seguida a través de las redes sociales por la comunidad mendocina. 

“Después de algunos años de seguimiento del Señor y de específica formación al ministerio, con el parecer favorable de sus responsables, el obispo llama a quienes serán ordenados para recibir el don inmerecido de Dios, para hacerlos testigos de su amor grande y enviarlos entre los hombres para extender su Reino”, les dijo el arzobispo al comenzar.

Luego de ilustrar la liturgia de la palabra, les explicó: “En la ordenación al diaconado, sólo el obispo impone las manos, significando así que el diácono está especialmente vinculado a él en las tareas de su ‘diaconía’. Si bien, si Dios quiere, en algún tiempo ustedes recibirán el presbiterado, esta ordenación diaconal no debe entenderse como un trámite, como un paso más. Es un momento imprescindible en la autoconciencia personal de su identidad más honda, la de servidores que se incorporan a una Iglesia particular para integrarse de modo definitivo y total al proyecto del Dios amor”.

“Los diáconos participan de una manera especial en la misión y la gracia de Cristo”, afirmó monseñor Colombo, y agregó: “El sello que les confiere el sacramento del Orden, los hace de modo indeleble, diáconos como Cristo que se hizo el servidor de todos”. El arzobispo detalló los servicios de caridad de Mendoza, ya que será una misión que “los acompañará en adelante, como una condición permanente de sus vidas”, y los animó a familiarizarse con cada actividad. 

Monseñor Colombo pidió a los neodiáconos: “No dejen de tomar la iniciativa como ministros de la Iglesia ante el dolor y el sufrimiento de los demás. Alejen de ustedes toda forma de indiferencia, de aislamiento o de refugio en actividades que parezcan más importantes o supuestamente más eclesiales. La Iglesia, la humanidad, sus comunidades de hoy, en Palmira o en Godoy Cruz, los necesitan, ministros despiertos y activos, para servir, para amar y entregarse, ’buscas’ atentos y vigilantes entre nuestra gente que hoy vive dolores, privaciones o sufrimientos”.


Sobre el tiempo que atraviesa el mundo, les aconsejó: “No se queden en la virtualidad. Los desafíos de los nuevos lenguajes los tendrán que encontrar atentos y aprendices de cuanto sirva para llegar a los demás. Pero la Iglesia, experta en humanidad, los invita a cultivar, sobre todo, el difícil e incomparable arte de vincularse principalmente a través del encuentro concreto y real con los otros, de la escucha atenta y del diálogo profundo”.

A los presentes y a quienes siguieron la celebración por las redes, les dijo: “Los invito a orar por Abel y Pablo, para que sean testigos fieles y fecundos del Reino de Dios, animando diaconalmente la vida de la Iglesia”. Luego agradeció el acompañamiento de la familia y los amigos, a los formadores del seminario y a las comunidades que acompañaron su camino.

Finalmente, monseñor Colombo expresó: “Queridos Abel y Pablo, con gran alegría los recibo como diáconos de nuestra Iglesia en Mendoza. Que, incardinados en ella, sean muy felices de incorporarse sacramentalmente a una misión sin horarios ni excusas ni privilegios, la misión de Cristo servidor”.

Los neodiáconos continuarán su ministerio en las parroquias donde viven actualmente: Pablo Arlotta en Nuestra Señora de Guadalupe y San Juan Diego, Godoy Cruz, y Abel Alfaro en la parroquia Inmaculada Concepción de Palmira.+

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