Sábado 20 de abril de 2024

Vergonzosa hipocresía de ciertos gobiernos occidentales

  • 5 de julio, 2013
  • Madrid (España) (AICA)
Según un editorial del portal "Análisis Digital" del arzobispado de Madrid, en numerosos países musulmanes se rechaza la libertad religiosa como fundamento de los derechos humanos, y en muchos de ellos se persigue a las minorías cristianas. Pero al mismo tiempo mantienen estrechas relaciones económicas con los países occidentales donde apenas se elevan voces de condena. Se cultiva así una vergonzosa hipocresía a la que se han acomodado, con su silencio, las asociaciones que representan a las crecientes comunidades islámicas establecidas entre nosotros.
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Con el título "Ejecuciones por apostasía y yihadismo", la redacción del portal "Análisis Digital", del arzobispado de Madrid, difundió el siguiente comentario.

La reciente detención de cinco islamistas tunecinos en Barcelona ha coincidido con la ejecución pública, en la ciudad siria de Alepo, de un joven adolescente acusado de apostasía por un grupo de Al Qaida. Aunque no tengan relación entre sí, es evidente que el islamismo radical sigue imperturbable su interpretación radical de las leyes islámicas, contraria a la esencia tolerante del Corán. En Túnez proliferan los grupos salafistas que pretenden imponer por la fuerza la sharía, rechazada por buena parte de la población civil. Incluso en Marruecos, donde tradicionalmente predomina la corriente más tolerante del Islam, la asociación de "ulemas" o doctores de la ley islámica presidida por el propio rey Mohamed VI, ha emitido una "fatua" por la que se condena a muerte la apostasía, aunque no se conoce ningún caso en que se haya aplicado.

En estos países se rechaza la libertad religiosa como fundamento de los derechos humanos, y en muchos de ellos se persigue a las minorías cristianas. Pero al mismo tiempo mantienen estrechas relaciones económicas con los países occidentales donde apenas se elevan voces de condena. Se cultiva así una vergonzosa hipocresía a la que se han acomodado, con su silencio, las asociaciones que representan a las crecientes comunidades islámicas establecidas entre nosotros. Deberían ser ellas, en primer lugar, las que detectaran y persiguieran el radicalismo de algunos que viven en su seno como quinta columna del yihadismo.+