Jueves 18 de abril de 2024

Un neodiácono de San Isidro, llamado a hacer fecunda la Palabra en los fieles

  • 26 de marzo, 2013
  • San Isidro (Buenos Aires) (AICA)
La Iglesia diocesana de San Isidro celebró en la noche del viernes 22 de marzo la ordenación diaconal del seminarista Tomás Alejo Chavarría, por imposición de manos del obispo, monseñor Oscar Vicente Ojea, quien le indicó al neodiácono que lo primero que le encomendará la Iglesia será predicar la Palabra, acompañar al pueblo y escuchar. "El Señor te confía la palabra pero al mismo tiempo para que tengas la sabiduría de estos tiempos, para poder hacer que la Palabra fecunde el corazón de los fieles y podamos encontrarnos con Jesús ?expresó-. Es la Palabra que abre el corazón, la única Palabra que cambia de verdad el corazón del hombre. La Palabra a la que servimos".
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La Iglesia diocesana de San Isidro celebró en la noche del viernes 22 de marzo la ordenación diaconal del seminarista Tomás Alejo Chavarría, por imposición de manos del obispo, monseñor Oscar Vicente Ojea, en una celebración que tuvo en la catedral de San Isidro Labrador (avenida Libertador 16.200), y en la que se hizo presente el obispo emérito, monseñor Jorge Casaretto, y un número importante de sacerdotes, seminaristas, religiosos y fieles.

Monseñor Ojea encaró su prédica sobre la base del relato del encuentro de Jesús con los discípulos de Emaús, que el joven seminarista había elegido para la ocasión. En este sentido, el obispo le indicó al neodiácono que lo primero que le encomendará la Iglesia será predicar la Palabra, acompañar al pueblo y escuchar, aunque teniendo cuidado de no caer en un excesivo protagonismo: "El Señor, con la presencia discreta, que no se hace ver y no se nota, sin embargo está y está en función de que el pueblo se encuentre con Dios en Jesús".

"El Señor te confía la Palabra pero al mismo tiempo para que tengas la sabiduría de estos tiempos, para poder hacer que la Palabra fecunde el corazón de los fieles y podamos encontrarnos con Jesús ?expresó-. Es la Palabra que abre el corazón, la única Palabra que cambia de verdad el corazón del hombre. La Palabra a la que servimos".

El obispo ahondó en el encuentro y la preparación de los discípulos de Emaús, que al caer la noche, y luego de haber compartido el trayecto a la ciudad con Jesús, le ruegan que permanezca con ellos, para luego volver y contar a la comunidad la experiencia que habían vivido y anunciar la resurrección del Señor.

"Que puedas servir con tu palabra, con tu animación de la caridad para que cada hombre, esté recorriendo el camino que esté recorriendo, se encuentre con Jesús resucitado, que haga lugar a otro, que viva la comunidad, que pueda descubrir al Señor en la comunidad, que pueda abrirse para aprender", le deseó monseñor Ojea.

Luego, el prelado reflexionó sobre el lema elegido por Chavarría para su ordenación -"El Señor nos encontró dignos de confiarnos la buena noticia, y nosotros la predicamos"- y le recordó que el compromiso del celibato "es para amar más, para que nuestra naturaleza de sentimiento sea más profunda, para que el Señor pueda llenar este vacío, esta pobreza de nuestro corazón y de este modo entregarlo a los demás, para atarnos del mejor modo al pueblo".

"Querido Tomás ?prosiguó-, que en esta entrega al Señor puedas ir palpando esas enseñanzas de Jesús servidor que te va preparando como pastor para escuchar, para predicar, para conocer los tiempos, para animar la caridad, para animar también la vida misionera de la Iglesia. Que puedas servir a la comunidad en este tiempo de diaconado para que cada miembro de la comunidad pueda descubrir todo lo que vale y de esta manera aportar al bien común de esa comunidad y que puedas gozar hondamente de este servicio que el Señor te confía".

El joven aspirante al sacerdocio ingresó al seminario diocesano el 7 de marzo de 2006, hace poco más de 7 años.+

Texto completo de la homilía