Jueves 25 de abril de 2024

Mons. Buenanueva: Evaluación parcial del debate sobre el aborto

  • 27 de abril, 2018
  • San Francisco (Córdoba)
El obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, ofreció una evaluación provisoria acerca del debate sobre el aborto que por estos días se lleva a cabo en el Congreso de la Nación argentina.
Doná a AICA.org
En medio del debate sobre el aborto que se lleva a cabo por estos días en el Congreso de la Nación argentina, el obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, ofreció una evaluación "provisoria pero orientadora" sobre los últimos sucesos.

"Pienso que, con los datos puestos sobre la mesa, se ha ido precisando en qué medida el aborto es una cuestión de salud pública", expresó el obispo, como primera conclusión.

"Obviamente, las muertes maternas (embarazo, parto o puerperio) son un problema grave de la Argentina. Incluso reconociendo que las muertes por aborto (provocado o no) no son la principal causa de mortalidad materna", continuó, agradeciendo el empeño de los que han exigido que se debata "desde la verdad de los datos duros y no desde la mirada sesgada de la ideología o distorsionada por el prejuicio (por ejemplo, sobre la valoración del aborto en los sectores populares)".

Una cuestión central en esta materia, consideró el prelado, "sigue siendo cómo se potencia una vigorosa política de salud pública, sobre todo para los sectores más vulnerables", lo que supone, entre otras cosas, "una presencia más fuerte e inteligente del Estado en estos sectores en situación de riesgo, pero también un respeto muy profundo de los genuinos valores culturales de las personas. El aborto no puede ser presentado como una solución, mucho menos en los términos de los proyectos en danza, que dejan estas cuestiones en la penumbra", explicó.

"El segundo punto que, a mi criterio, ha ido cobrando claridad es que el reclamo de fondo de quienes propugnan la despenalización es el supuesto derecho que tendría la mujer de interrumpir el embarazo, sobre todo cuando, por alguna razón, no es deseado", advirtió monseñor Buenanueva, ante lo que reconoció que hay diversas posiciones, "algunas más equilibradas y abiertas al diálogo, otras son más fundamentalistas y hasta brutales, como la que Juan José Sebreli expuso días pasados, por ejemplo. Estas últimas no dejan espacio posible para un diálogo racional y, por lo mismo, se descalifican solas", aseguró.

"Este segundo aspecto es el de mayor fricción con la postura provida, que es fuerte al considerar la intangibilidad de la vida del concebido. Como decían los antiguos: si el embrión humano no es persona, está por serlo. Y esta es razón suficiente para detener cualquier acción que subordine su existencia a otros fines (la voluntad de la madre, por ejemplo)", expuso.

En palabras del doctor Santiago Brugo Olmedo, el obispo de San Francisco expresó: "El embrión posee un valor moral que reside en el hecho de que (a diferencia de otras células o conjunto de células) se va a convertir en una persona (si se dan ciertas circunstancias) y no en otra cosa. Esto genera una serie de obligaciones muy importantes; la más trascendente, respetar su vida".

"Pienso que, incluso tomando nota de lo irreductible de las posiciones enfrentadas, están abiertas algunas puertas para un diálogo ciudadano sensato", sostuvo el prelado, poniendo como ejemplo la penalización de la mujer que aborta. "Desde nuestra postura, es clara la malicia moral objetiva del aborto como deliberada eliminación de la vida de un ser humano inocente en la fase inicial de su existencia. Este es un principio no negociable, pues todo ser humano inocente posee el derecho primero, fundamental e inviolable a la vida. También resulta claro que el derecho penal positivo no pueda dejar de calificar al aborto como delito grave", sostuvo.

"Lo que sí es opinable y discutible es qué tipo de pena deba ser la más adecuada, sobre todo para la mujer que es también, en muchísimos casos, víctima de una fuerte presión para abortar. Tal vez en esta materia, el derecho penal deba mostrar que toda pena tiene siempre, y mucho más en estos casos, una esencial dimensión medicinal", explicó.

"La Iglesia rechaza de plano la legalización que busca convertir el aborto en un derecho. Sin dejar de observar su problematicidad, no excluye, sin embargo, una despenalización en el sentido que venimos comentando: ?Si la autoridad pública puede, a veces, renunciar a reprimir aquello que provocaría, de estar prohibido, un daño más grave, sin embargo, nunca puede aceptar legitimar, como derecho de los individuos ?aunque éstos fueran la mayoría de los miembros de la sociedad?, la ofensa infligida a otras personas mediante la negación de un derecho suyo tan fundamental como el de la vida?", recordó el obispo del Evangelium Vitae. "Es una materia en buena medida abierta a distintas soluciones que merecen ser cuidadosamente sopesadas", agregó.

"¿Qué resultado tendrá el debate parlamentario sobre el aborto? ¿Concluirá convirtiendo la ?interrupción del embarazo? en un derecho de la mujer? Pienso que es muy factible que esto así ocurra", reconoció el prelado.

"Más allá de la solidez de los argumentos provida, sabemos bien que las decisiones de algunos de nuestros legisladores suelen tener motivaciones que escapan al mero análisis racional de los argumentos. Sin caer en una peligrosa desvalorización del sistema democrático, es prudente cultivar un vigilante realismo político que, por momentos, tenga la apariencia de un cierto escepticismo", añadió.

"La vida ciudadana en la moderna sociedad secular requiere, por ello, un ejercicio también vigoroso de las virtudes fuertes que supone el trabajo nunca acabado de edificar el mayor orden justo ?posible? en las actuales condiciones culturales", continuó.

"En todo caso, los discípulos de Cristo nunca hemos exigido, para vivir nuestra fe, condiciones sociales, políticas o culturales perfectas. Es más, el testimonio cristiano resulta especialmente atractivo en contextos más adversos, también si es minoritario", advirtió.

Finalmente, recordó que "el mensaje cristiano está dirigido a la conciencia y a la libertad de las personas. Apelará, por tanto, a la responsabilidad de la persona en todos los campos de la vida. Esta apelación a la responsabilidad es especialmente importante en aquellos campos ? como el de la sexualidad ? en los que están implicados valores tan decisivos como los que implica la transmisión de la vida y el bien superior del niño por nacer", concluyó.+