Viernes 19 de abril de 2024

Mons. Buenanueva: "Dios lo ha dicho todo, entregándonos a su Hijo unigénito"

  • 18 de octubre, 2017
  • San Francisco (Córdoba)
El obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, compartió una vez más sus pensamientos sobre el Credo. En su columna semanal en el periódico "La Voz de San Justo", se refirió al pasaje de la oración que afirma "Fue crucificado, muerto y sepultado".
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Con el título "Crucificado, muerto y sepultado", el obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, compartió su reflexión semanal sobre el Credo.

El obispo comienza su reflexión relatando el rito de la adoración de la cruz que se realiza cada Viernes Santo, del que destaca la austeridad: una homilía breve y canto sin acompañamiento de instrumentos: "sólo la voz humana para hacerse eco del Silencio de Dios". La Iglesia en oración, explica el prelado, "debe aguzar el oído para escuchar lo que susurra Dios en la muerte de Cristo; la verdadera muerte de Dios, mucho más hiriente y provocadora que la proclamada por los filósofos ateos".

"Eso es el Viernes Santo. Eso indican los tres participios pasados del Credo: ?fue crucificado, muerto y sepultado?", señala el obispo, y agrega el verbo "padecer", con el cual "estos tres participios secuencian el misterio de la muerte como drama humano. Porque el morir es un proceso que, de alguna manera, acompaña cada segundo de la vida, y que se acelera cuando llega su hora".

"Pero este morir al que se refiere el Credo no es cualquier morir. Es la muerte de un crucificado: suplicio horrendo convertido en espectáculo público. Pero no se agota aquí la originalidad de la muerte de Jesús. El que muere es el Verbo de Dios verdaderamente hecho hombre. Real fue su nacimiento de María. Reales también su pasión y muerte en cruz. Dios sabe lo que significa morir", explica monseñor Buenanueva.

¿Por qué? ¿Por qué así? ¿Por qué la cruz?

"El riesgo de adorar a un Dios que, de alguna forma, se complace en el dolor para aplacar su honor herido es demasiado grave como para no prestarle atención. Es comprensible y justificada la indignada rebeldía de quienes no aceptan esta imagen sádica del Dios cristiano", advierte el prelado.

Por otra parte, monseñor Buenanueva aclara que de ningún modo los cristianos, al confesar que Jesús "padeció bajo Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado", estamos dando nuestro asentimiento a semejante deformación: "Dios no es así. El Padre de Jesucristo no es así. En la cruz se ha mostrado como el reverso de un ídolo sediento de sangre, de sufrimiento y de muerte. Hay que dejar hablar al Silencio de Dios para comprender el misterio que está aconteciendo en el Calvario y que solo culminará en la mañana de la resurrección", añade.

Con el objetivo de ingresar en el Misterio Pascual, el obispo propone tres palabras "que nos ayuden a contemplar el amor que nos ha redimido": amor, compasión, solidaridad. "Estas son las palabras de la Iglesia que intentan sumergirse en el misterio, como quien se deja llevar por las olas del mar", relata.
"Tenemos que leer y releer las Santas Escrituras", afirma el pastor de San Francisco, porque considera que "sólo ellas nos preparan para escuchar esa gran Palabra de Dios que es la Pasión de Cristo. Palabra definitiva e insuperable. No tenemos que esperar otra palabra. Dios lo ha dicho todo, entregándonos a su Hijo unigénito que es su Verbo".

"Tenemos que acompañar a Jesús hasta el sepulcro. Sentir en el alma el peso de la piedra que parece sellar para siempre su existencia. Es lo que vivió Nuestra Señora. Lo que experimentamos cada vez que entregamos a la tierra a un ser querido. Lo que hicieron las santas mujeres, las mismas que recibirán la noticia de la resurrección" aseguró el obispo, pero, antes de hablar de esto, advirtió, "tenemos que animarnos al Silencio de Dios el sábado santo. Un silencio que tantas veces se hace presente en el caminar de nuestra vida. Tenemos que contemplar a Jesús descender a los infiernos", concluye.+