Viernes 29 de marzo de 2024

Mons. Arancibia presidió la celebración del 50º de Fasta

  • 28 de septiembre, 2012
  • Mendoza (AICA)
Una misa por los 50 años de Fasta fue presidida por el arzobispo de Mendoza, Mons. José María Arancibia en la basílica Nuestra Señora del Rosario, y concelebrada por el prior del convento Santo Domingo, fray Fernando María Reta OP y el capellán de la jurisdicción Fasta-Mendoza, Pbro. Daniel Quevedo. Frente a jóvenes de todas las agrupaciones del ruca Curá, a miembros de la Agrupación Mayor de Mendoza y a viejos amigos de la Ciudad Miliciana que se hicieron presentes colmando la basílica, Mons. Arancibia dijo en su homilía: "Me honro de presidir esta Eucaristía para dar gracias junto a las generaciones pasadas y las presentes de Fasta, que con alegría se presentan ante Dios dando gracias, pidiendo, suplicando, alabando. Quiero animarlos desde la Fe y la Palabra que es lo que hoy brota de mi corazón".
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Una celebración eucarística por los 50 años de Fasta fue presidida el arzobispo de Mendoza, monseñor José María Arancibia. La Eucaristía, que tuvo lugar en la basílica de Nuestra Señora del Rosario, de Mendoza, fue concelebrada por el prior del convento Santo Domingo, fray Fernando María Reta OP y el capellán de la jurisdicción Fasta-Mendoza, presbítero Daniel Quevedo.

Frente a los jóvenes de todas las agrupaciones del ruca Curá, a los miembros de la Agrupación Mayor de Mendoza y a viejos amigos de la Ciudad Miliciana que se hicieron presentes colmando la basílica, monseñor Arancibia, en su homilía dijo: "Me honro de presidir esta Eucaristía para dar gracias junto a las generaciones pasadas y las presentes de Fasta, que con alegría se presentan ante Dios dando gracias, pidiendo, suplicando, alabando. Quiero animarlos desde la Fe y la Palabra que es lo que hoy brota de mi corazón. Deseo que, junto a toda la Iglesia, tengan el propósito de volver a escuchar la Palabra, de volver a poner la mirada en Jesús como centro de nuestra vida, de creer de una manera más convencida, más arraigada, de una manera que transforme la vida. Nuestro examen de conciencia constante, siempre, debe ser el vivir el amor, que nacido de la fe, tiene la medida de Jesús, la medida de los hijos de Dios, de aquellos que porque se han sentido queridos por Dios, son capaces de seguir buscando vivir un amor intenso, generoso, comprometido. Me comprometo, en esta Misa a unirme a ustedes y presentar todas las inquietudes, deseos y preocupaciones en la oración universal."

Al finalizar la celebración y tras la lectura de la carta del padre Fundador de Fasta, fray Aníbal Fosbery OP, agradeciendo al arzobispo mendocino, el padre Quevedo dirigió, en nombre de la comunidad, estas palabras: "Hoy es un día para dar gracias desde el fondo de nuestra historia y desde lo profundo del alma, por reconocernos parte de la Iglesia de Cristo, gracias a la comunidad de santos que aboga por nuestra obra, gracias a los bienaventurados que interceden ante Dios por nuestros niños, gracias a los que sostienen silenciosamente nuestras obras, los que trabajan, los que mandan, los que disfrutan y juegan, los que se forman, los que marchan, los que hacen cumbres y los que educan; gracias a las familias milicianas y sus valores, aún en dificultades, gracias por las vocaciones y por nuestros sacerdotes, gracias por el bautismo y el apostolado, gracias por los miles de manos dispuestas, gracias por muchos ¡a tus órdenes! y corazones entregados, gracias por las lágrimas, los dolores y la lucha".

"Nos reconocemos -siguió diciendo- hijos de Santo Domingo de Guzmán, hijos de una rica herencia en la Iglesia, llamados a ser luz, llamados a contemplar y desde allí dar. Y hoy, contemplando el misterio de Cristo y su Iglesia, no nos queda otra cosa que dar gracias, en las personas de muchos frailes, que a lo largo de estos cincuenta años y aquí en Mendoza, nos han acompañado, formado y nos han regalado la gracia de la eucaristía, de la sabiduría y la luz; gracias a las monjas dominicas de clausura que nos han sostenido con sus oraciones para poder seguir cumpliendo el mandato del Señor".

"Esta es hoy nuestra Ciudad -agregó-, encarnada en la historia de los hombres, en este presente y con rostros y nombres, esta Ciudad siempre inacabada, llamada a construirse en la historia de los hombres, hoy recién cumple 50 años, es el símbolo del esfuerzo de muchos y nunca patrimonio de algunos, es nuestro bien común, porque nosotros todos somos la Ciudad y nunca debemos olvidarnos de ello".

Finalmente el padre Quevedo dio gracias "a Aquella que silenciosamente nos vio nacer en este mismo lugar, que nos protege y ampara; a quien su Hijo, Nuestro Señor, siempre escucha; Nuestra Madre María del Rosario, Madre de todas las gracias que sigue intercediendo por nuestra Ciudad."+