Miércoles 24 de abril de 2024

Los obispos evocan a Mons. Romero como mártir y amigo de los pobres

  • 23 de mayo, 2015
  • Buenos Aires (AICA)
Los obispos argentinos evocaron hoy como "un mártir y amigo de los pobres" a monseñor Oscar Arnulfo Romero, el arzobispo asesinado en 1980 en El Salvador, que es beatificado este sábado en una misa multitudinaria en la capital salvadoreña. Fue durante una celebración eucarística en la catedral metropolitana presidida por el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Poli, y predicada por el obispo de Gualeguaychú, monseñor Jorge Lozano, quien recordó que el papa Francisco firmó el decreto que reconoce el martirio y declara que monseñor Romero fue asesinado por odio a la fe. "Su muerte no fue casual ni al voleo. Quisieron acallar su voz", aseguró.
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Los obispos argentinos evocaron hoy como "un mártir y amigo de los pobres" a monseñor Oscar Arnulfo Romero, el arzobispo asesinado en 1980 en El Salvador por su compromiso con el Evangelio, que es beatificado este sábado en una misa multitudinaria en la capital salvadoreña.

El arzobispo de Buenos Aires y primado argentino, cardenal Mario Aurelio Poli, presidió una misa concelebrada por 16 obispos y una decena de sacerdote, y cuya predicación estuvo a cargo del obispo de Gualeguaychú, monseñor Jorge Lozano.

La Conferencia Episcopal Argentina decidió acompañar la vigilia de oración del pueblo salvadoreño que "siempre reconoció en monseñor Romero la figura de un pastor que comprometió su vida por el Evangelio", por lo que junto con la Nunciatura Apostólica, el arzobispado de Buenos Aires y la Embajada de El Salvador organizaron el homenaje al "mártir" latinoamericano.

En la homilía, monseñor Lozano recordó que el papa Francisco firmó el decreto que reconoce el martirio y declara que monseñor Romero fue asesinado por odio a la fe, y destacó que la predicación y los gestos del arzobispo salvadoreño "siempre expresaban cercanía ante quienes se sienten que son nada". También señaló que su prédica fue a favor de la paz, el diálogo y la justicia, y contra la violencia.

"Romero señalaba y cuestionaba sin realizar una descripción aséptica de la realidad. Denunciaba con firmeza y claridad, sin lenguajes ambiguos o elípticos. Lo suyo no era la ?equidistancia? sino la cercanía con los más débiles, los vulnerables vulnerados, los pobres, los campesinos explotados y oprimidos", sostuvo.

Monseñor Lozano consideró que el llamado de monseñor Romero para que "cese la represión" de los campesinos en aquel sermón del 23 de marzo de 1980 fue su condena a muerte, perpetrada un día después mientras celebraba misa en la capilla del hospital oncológico Divina Providencia, de la capital salvadoreña.

"Su muerte no fue casual ni al voleo. Quisieron acallar su voz. Y monseñor Romero no evadió la hora que le tocó afrontar. Contemplando a Jesús sabía que el buen pastor da la vida por el rebaño, no escapa cuando ve venir al lobo. Él sabía lo exigente del seguimiento de Jesús", valoró.

Por último, monseñor Lozano pidió dar gracias a Dios por "este pastor que vivió a fondo el Evangelio" y animó a los católicos a "mirarse en el espejo de su vida".

Texto completo de la homilía

La misa, presidida por el cardenal Poli y predicada por monseñor Lozano, contó con la presencia del nuncio apostólico, monseñor Emil Paul Tscherrig, y fue concelebrada por los obispos Carlos Franzini (Mendoza), Carlos Malfa (Chascomús y secretario general del Episcopado), Oscar Ojea (San Isidro), Carlos Tissera (Quilmes), Gabriel Barba (Gregorio de Laferrere), Rubén Frassia (Avellaneda-Lanús), José Luis Mollaghan (emérito de Rosario) y Jorge Casaretto (emérito de San Isidro).

También concelebraron los obispos auxiliares porteños Joaquín Sucunza, Juan Carlos Ares y Ernesto Giobando, además de los auxiliares de Lomas de Zamora Jorge Torres Carbonell y Jorge Vázquez.

El gobierno argentino estuvo representado por el canciller Héctor Timerman y el secretario de Culto, Guillermo Oliveri, y también participaron representantes de organizaciones sociales.

Reliquia y estampas
Durante la celebración eucarística en la catedral porteña, se exhibió una reliquia de segundo grado (un pedazo de la funda de la almohada) perteneciente monseñor Romero, que le obsequiaron al sacerdote argentino Raúl Canali durante la peregrinación por América Latina que hizo llevando las imágenes de la Virgen de Guadalupe y el Cristo Negro de Esquipulas.

Asimismo, se les entregó a los presentes dos estampas del beato, una dando la bendición y otra rodeado de niños y jóvenes, con la oración: "Jesús, pastor eterno, Tú hiciste del beato Oscar Romero, obispo, un ejemplo vivo de fe y caridad. Le concediste la gracia de morir al pie del altar en un acto supremo de amor a Ti. Haz que sigamos su ejemplo de entrega por tu Iglesia, por tu Palabra y por la Eucaristía. Que como él podamos reconocerte en los más pobres y necesitados. Te lo pedimos a Ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos, amén.+