Miércoles 24 de abril de 2024

"La vocación es la seducción que ejerce Cristo", señaló mons. Ojea en su 40º aniversario sacerdotal

  • 28 de noviembre, 2012
  • San Isidro (Buenos Aires) (AICA)
El obispo de San Isidro, monseñor Oscar Vicente Ojea, celebró la acción de gracias por su 40º aniversario de ordenación sacerdotal, que se cumplió el domingo 25 de noviembre. Durante la celebración eucarística, compartió su experiencia personal de atracción y discernimiento de su vocación sacerdotal a través de la Palabra de Dios, afirmó que "la vocación sacerdotal es la seducción que ejerce la persona de Cristo", y aseguró que "el Jesús que se entrega hasta el fin" fue el que lo sedujo cuando era un adolescente.
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El obispo de San Isidro, monseñor Oscar Vicente Ojea, celebró en la misa del sábado, vísperas de la solemnidad de Cristo Rey, la acción de gracias por su 40º aniversario de ordenación sacerdotal, que se cumplieron al día siguiente, domingo 25 de noviembre.

Luego de escuchar las lecturas del domingo, el obispo focalizó su atención en la lectura del libro del Apocalipsis y el evangelio según San Juan, y compartió su experiencia personal de atracción y discernimiento de su vocación sacerdotal a través de la Palabra de Dios. El prelado afirmó, en referencia a su vivencia personal, que "la vocación sacerdotal es la seducción que ejerce la persona de Cristo", y aseguró que "el Jesús que se entrega hasta el fin" es el que lo sedujo cuando era un adolescente.

En su homilía, el obispo señaló que el Libro del Apocalipsis, que leyó su sobrina, "es un libro de consuelo a las iglesias, que en el fondo quiere decirle al pueblo de Dios que todo va a pasar". "El no va a intervenir milagrosamente pero va a estar con nosotros. Es el Dios que no se borra, el Dios que está, el testigo fiel, el que va a entregar su vida hasta el martirio último, el testigo que no falla", expresó monseñor Ojea.

Haciendo alusión a la lectura de San Juan, que narra el encuentro de Jesús y Poncio Pilatos durante la Pasión, monseñor Ojea reveló que los relatos del evangelista tuvieron mucha importancia en su vida.
"Yo creo que ese Jesús, el humilde, el silencioso, el Jesús que se entrega hasta el fin que nos presenta el evangelista, es el Jesús que me sedujo cuando yo era un adolescente", confesó el prelado, quien agregó: "El centro de la vocación es la seducción que ejerce la persona de Cristo".

"Ese Jesús que abre el corazón a los discípulos, que los llama amigos, ese Jesús que se entrega hasta el fin; ese Jesús me sedujo, y después de cuarenta años, sigo preguntándome quién es Cristo para mí, quién es ese señor al que le entregué mi vida".

El obispo de San Isidro detalló que el sacerdote "se convierte en testigo del amor de Dios en medio de los hombres, y su corazón se convierte en un gran depósito en el cual van penetrando los secretos, los misterios, los problemas, las alegrías, las circunstancias propias de la vida de los hombres a los que acompaña".

Además, el prelado reconoció a las personas que lo "edificaron" en la fe: "Mis padres, que se amaron mucho y me dieron un testimonio muy grande del testigo fiel; mis hermanos, en los que he visto testimonios de fe y de paciencia en el dolor, y el ejemplo de algunos sacerdotes que ya no están, como el padre Quarleri, monseñor Pironio, el padre Tello y el padre Esteva".

Sobre los religiosos, el obispo confesó que los recuerda "continuamente" de un modo "absolutamente vivo y presente". "Tuve la necesidad de preguntarles en la oración del día de los difuntos: ?Che, cómo vamos caminando, cómo ando, cómo anda todo, cómo tengo que seguir caminando? ", reconoció el obispo.

"Quiero darle gracias a Dios por haber ensanchado mi corazón, haber hecho que fuera amplio, se dilatara y pudiera hacer lugar a tantos hermanos en las comunidades en las que estuve y haber recibido sus vidas y haber acompañado esas vidas, que para mí han sido un privilegio. Todo me va haciendo sentir que vamos marchando, que vamos como parte de un pueblo caminando juntos hacia el abrazo definitivo que el Padre nos dará en el Cielo", relató monseñor Ojea.

Finalmente, el prelado invocó a la Virgen María, a quien le rogó que le continúe enseñando "su pequeñez, que es la que Dios mira, y su humildad, que es lo que atrae a Dios", y agradeció la presencia de familiares, amigos y fieles en el templo catedralicio de la diócesis.

Texto completo de la homilía

Comienzo del ministerio sacerdotal
Monseñor Oscar Vicente Ojea fue ordenado sacerdote el sábado 25 de noviembre de 1972 en la parroquia San Benito, de la ciudad de Buenos Aires, junto a los entonces diáconos Héctor Aguer (hoy arzobispo de La Plata), Carlos Bonilla, Víctor Enrique Pinto y Juan Carlos Pizzuto.

El orden sagrado le fue conferido por el arzobispo coadjutor de Buenos Aires, monseñor Juan Carlos Aramburu, en una ceremonia de especial significado, debido a que por un lapso de cinco años no hubo nuevas ordenaciones sacerdotales en la arquidiócesis de Buenos Aires, según connsigó esta agencia en su informativo de aquella fecha.

Su primera misa fue celebrada el domingo 26 de noviembre de aquel año en la iglesia Dulcísimo Nombre de Jesús, del barrio porteño de Nuñez, a las 19.30. +