Sábado 20 de abril de 2024

La realidad de los inmigrantes en la Argentina

  • 21 de enero, 2014
  • Buenos Aires (AICA)
La Argentina enfrenta cruciales desafíos en lo que respecta a la justicia social, dignidad de los más pobres, lucha contra la droga, reinserción de los adictos, etc. La realidad de los inmigrantes no es un tema menor en este panorama. El padre Flavio Antonio Lauría, sacerdote scalabriniano, secretario ejecutivo de la Comisión de Migraciones y Turismo de la Conferencia Episcopal Argentina, recorre los temas candentes relativos a esta cuestión en la Argentina, acentuando el compromiso de la Iglesia con los más necesitados y excluídos y los desafíos que enfrenta la sociedad y la Iglesia en este campo. Lo hace en un reportaje efectuado por Enrique Soros para "Migrantes Hoy", del Celam.
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La Argentina enfrenta cruciales desafíos en lo que respecta a la justicia social, dignidad de los más pobres, lucha contra la droga, reinserción de los adictos, etc. La realidad de los inmigrantes no es un tema menor en este panorama. El padre Flavio Antonio Lauría, sacerdote scalabriniano, director de las Obras Misionales Pontificias en la Argentina y secretario ejecutivo de la Comisión de Migraciones y Turismo de la Conferencia Episcopal Argentina, recorre los temas candentes relativos a esta cuestión en la Argentina, acentuando el compromiso de la Iglesia con los más necesitados y excluídos y los desafíos que enfrenta la sociedad y la Iglesia en este campo.

Lo hace en un reportaje efectuado por Enrique Soros para "Migrantes Hoy", del Celam.

-Padre Flavio, cuéntenos cuál es la tarea de la Comisión Católica Argentina de Migraciones (FCCAM) con los migrantes en la Argentina.
-La FCCAM tiene como objetivo central la inserción de las personas en condición de movilidad humana en nuestra sociedad a través de la protección de sus derechos. A partir de esto, las actividades que se llevan adelante tienen como objetivo último atender las múltiples necesidades de los migrantes, refugiados y peticionantes de refugio y sus familias. En ese sentido, se lleva adelante una asesoría legal, talleres de español, tutorías para la acreditación de equivalencias del título secundario y para el ingreso a la universidad, todo de modo gratuito. También se está buscando ampliar los servicios sobre la base a las necesidades que se van recogiendo de las personas que participan en los programas. Actualmente estamos articulando con instituciones que orientan en la búsqueda laboral y también comenzamos a dictar talleres de derechos, necesidades que las personas van encontrando, a medida que van insertándose en la comunidad local y que necesitan ser atendidos.

-¿Cuál cree usted que es el principal sufrimiento de los migrantes en la Argentina?
-La integración con la sociedad de acogida es una de las principales dificultades con las que se encuentran las personas en condición de movilidad. La inserción laboral y educativa es de difícil acceso por barreras formadas en parte por prejuicios y xenofobia. En lo estrictamente laboral, muchas veces los empleadores desconocen las capacidades y los derechos que los migrantes y refugiados tienen. Muchos piensan que no pueden trabajar legalmente, pero lo cierto es que si tienen su residencia en proceso pueden hacerlo.

Por otra parte, sin duda que la integración en lo relativo a la vida cotidiana y lo cultural es otra de las grandes dificultades, los migrantes y refugiados siguen sociabilizando principalmente dentro de su grupo de referencia nacional o a lo sumo con migrantes de otros países, pero la relación con los locales es más dificultosa. Esto, más allá de ser una característica propia de los migrantes en todo el mundo, en la Argentina se acentúa aún más. Como sociedad todavía nos falta una mayor apertura hacia otras culturas y formas de vida. Será un cambio cultural que llevará años. En ese camino será necesario fortalecer la riqueza de la diversidad en todos sus aspectos y en combatir fuertemente el miedo al otro que, en definitiva, es lo que lleva a actitudes xenófobas y de exclusión.

-¿Qué pueden hacer la Iglesia y la sociedad para contribuir con la dignidad del migrante?
-Mucho. Es fundamental que la sociedad en su conjunto comprenda que las personas en movilidad están en todo su derecho de decidir vivir en nuestro país o en donde fuera. Existe una doble percepción acerca de la migración en el común de las personas que asocia a los migrantes europeos de fines del siglo XIX y principios de siglo XX como una migración positiva, mientras que los migrantes actuales y que comenzaron a llegar desde la segunda mitad del siglo XX provenientes de países limítrofes, y más actualmente de América Latina en su conjunto, África y Oriente Medio, son percibidos negativamente. Debemos generar conciencia acerca de la aceptación del otro y comprender que los migrantes y refugiados se encuentran en situaciones sumamente dificultosas y que se debe tener una actitud humana, de ayuda e inclusión. Es un trabajo arduo y de largo aliento pero que indudablemente debe realizarse para elevar el valor de la vida y de los seres humanos

-¿Cree que la sociedad en la Argentina es solidaria con el inmigrante? ¿Hay rechazo hacia el inmigrante?
-Como mencioné anteriormente, existen numerosas dificultadas en la inserción de los migrantes en nuestra sociedad, a pesar de ello la Argentina es un país que recibe gran cantidad de migrantes que deciden vivir en nuestro país. Aunque todavía falta camino por recorrer para que nuestra sociedad acepte ampliamente a los migrantes, no existen actos abiertamente xenófobos o violentos como lamentablemente sucede en otras regiones del mundo. En ese sentido, la Argentina es un país que los migrantes ven como receptivo y amigable, ya sea en términos de las posibilidades que les brinda como en la recepción y trato de sus habitantes.

-¿Cree usted que el Estado cumple con su rol de bregar por el bienestar de los inmigrantes, como miembros parte de los "hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino", como establece la Constitución nacional?
-La Argentina ha sido históricamente un país de inmigrantes, por lo que en la génesis misma de nuestra identidad llevamos la migración. Es necesario destacar la sanción hace ya diez años de la nueva Ley de Migraciones, que entiende a la movilidad humana como un derecho humano. Esto tiene un valor muy especial en un mundo en donde los países más desarrollados económicamente endurecen sus normativas migratorias bajo un paradigma expulsor y criminalizador respecto del migrante, el mismo paradigma de la anterior Ley Migratoria Argentina aprobada en 1981. Dicho esto, se observa un marco general normativo muy favorable para migrantes y refugiados. A pesar de todo lo positivo resta mucho por hacer, especialmente en relación a la facilitación de los procesos de residencia para los refugiados y en políticas puntuales destinadas a la inclusión e inserción de los migrantes y refugiados en nuestra sociedad.

-Sobre la xenofobia en la Argentina y alguna de sus posibles causas: Es vox populi que el Gobierno alienta la inmigración irrestricta, sin atender a las necesidades de los inmigrantes y sin interesarse en si son gente de bien, o si entre ellos hay delincuentes, y les otorga documentos con premura y muchas veces sin restricciones, con la intención de que voten por su partido. Ante hechos delictivos de parte de extranjeros, surge en la Argentina con fuerza un sentimiento de odio, marcadamente xenófobo, que se acentúa cada vez más hacia los extranjeros provenientes de países latinoamericanos. Se juzga a la mayoría inocente por culpa de una minoría culpable. Hay una fuerte percepción de que el Gobierno es responsable último de estos sentimientos, del rechazo de muchos hacia los inmigrantes. ¿Qué pude decir usted al respecto?
-Sin intención de sonar oficialista, que no lo soy, el Estado argentino actualmente aplica una determinada política de gestión migratoria que, según sus funcionarios, hace hincapié en el estímulo a la integración regional. Si esta política migratoria persiguiera algún otro fin, es un análisis que se podría hacer desde un plano más bien político.

Si bien es cierto que en los últimos años se han ido simplificando los procedimientos y los requisitos para que los ciudadanos extranjeros tengan acceso a una radicación regular, estos se imponen sobre la base de la actual Ley de Migraciones y su Decreto Reglamentario, que exige, entre otros, la presentación del Certificado de Antecedentes Penales del país de origen del ciudadano extranjero y el Certificado de Antecedentes Penales de la Argentina.

Sin embargo, este requisito por sí solo no garantiza que el ciudadano extranjero que ingresa a la Argentina no pueda cometer un delito, del mismo modo que un ciudadano argentino pueda hacerlo.

Los discursos xenófobos han sido utilizados a lo largo de la historia, en diversos contextos políticos, atribuyendo a los ciudadanos extranjeros la responsabilidad de todos los problemas que se les pueda atribuir, según el antojo del interés de quienes precisamente manejan ese discurso. Creo que hay que evitar caer en esto.

Lamentablemente en la Argentina también hubo períodos en los que se han exacerbado las miradas de desconfianza y rencor sobre varias colectividades extranjeras, hecho tan reiterado que lamentablemente ha empezado a quedar grabado en el inconsciente de la ciudadanía. Así, ese sentimiento se vuelve a estimular, dependiendo del interés político que suscite en los grupos interesados en ello. Aclaro, muchas veces en la historia argentina dicho discurso xenófobo fue estimulado desde el Estado y en otros momentos, desde otros sectores del poder, esto hay que tenerlo bien en claro.

La criminalidad en general es un tema extremadamente complejo. Si se ubica como principal causa a la inmigración, posiblemente se esté optando por una respuesta facilista, incluso miope. Lo peor de este tipo de concepción, es que se quita la mirada de las reales y profundas causas de problemas sociales tan delicados como el de la criminalidad, por lo que no se puede responsabilizar solamente al Estado o a la migración sin caer en un error de visión.+