Jueves 25 de abril de 2024

"Francisco es un hombre con el alma puesta en Dios y los pies en la tierra"

  • 22 de abril, 2020
  • Buenos Aires (AICA)
Entrevista con José Beltrán, director de la revista, luego de la publicación de la columna de opinión firmada por el papa Francisco
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El viernes 17 de abril la revista Vida Nueva España publicó una profunda reflexión con formato de columna de opinión firmada por el papa Francisco “Un plan para resucitar”. Quisimos conocer “la entretela” de la producción de este nuevo aporte del Sumo Pontífice en tiempos de coronavirus y para eso conversamos con José Beltrán, director de la revista, en una entrega especial para AICA.



La alegría en una centralidad antropológico-espiritual, la fragilidad de todo ser humano, las mujeres y la resurrección, los roles esenciales en la sociedad, la pandemia que plantea nuevos escenarios-nuevos modos de relacionamiento social, el cuidado de la casa común vs. la globalización de la indiferencia siempre en un primer plano, una imprescindible necesidad de adultez en la humanidad actual (o lo mismo: en categoría teológica, misericordia ante todo hermano-prójimo), son algunos de los ejes sobre los que pivoteó este texto enorme que nos regaló a través de Vida Nueva España el papa Francisco: “Un plan para resucitar”. Pero adentrarnos en la intimidad editorial fue sobre lo que conversamos con José Beltrán.



¿Cómo surgió la oportunidad de que el Papa sea un “columnista” de Vida Nueva España?

A estas alturas del pontificado, tanto la Curia como los periodistas que seguimos habitualmente la información de la Iglesia, nos hemos “acostumbrado” a las sorpresas de Francisco. De puertas para afuera es imprevisible, lo cual no significa que improvise, pero es cierto que tiene una gran capacidad creativa, esa que reclama a todos los cristianos, especialmente en estos momentos de dificultad.



La recepción de esta meditación ha sido y es una de esas sorpresas. Hasta ahora sabíamos de su docilidad a la hora de conceder entrevistas, algo que en la Argentina saben bien que era una excepción como arzobispo de Buenos Aires. También hemos leído unos cuantos prólogos en varios libros. Pero es la primera vez que escribe una columna para un medio de comunicación.



Vida Nueva es una revista de información religiosa especializada de actualidad, análisis y reflexión. Con más de seis décadas de historia, se considera una voz de anuncio y denuncia en la Iglesia, pero no la voz de la Iglesia. Es un semanario de referencia en España y con gran alcance en América Latina gracias a los misioneros que la llevaron a sus lugares de destino y gracias a ellos fue creciendo. Es habitual que haya obispos que colaboren en la publicación, pero no es una revista de obispos y para obispos. Son unos colaboradores más. Siempre hemos huido de ese “clericalismo” que denuncia Jorge Mario Bergoglio.



En el tiempo de Pascua que nos encontramos, siempre algún prelado escribe alguna meditación o un pliego. En esta Pascua tan especial del coronavirus surgió la posibilidad de que ese obispo fuera el obispo de Roma y se hizo realidad.



Además, el propio Jorge Bergoglio es suscriptor de la revista desde hace mucho tiempo y precisamente por algunos obispos nos había llegado que la seguía semanalmente y con mucha atención.



Sobre los datos concretos, no hay más misterio que el que ya ha contado tanta gente sobre la cercanía de Francisco y que yo mismo había relatado en mis crónicas. Un día ves una llamada de “número oculto” en tu celular, descuelgas y escuchas un “Hola, soy el papa Francisco”. Entonces, no sabes qué contestar. La verdad es que estuve a punto de tomar la iniciativa antes de que se presentara con un “José, cuéntame cómo vas”, porque nuestro corresponsal en Roma, Antonio Pelayo, siempre llama de número oculto y casi se me escapa un “hola, Antonio”… Menos mal que no lo hice…



¿Cómo fue el “ida y vuelta” del material, la edición? ¿Editar un texto con el Papa es posible?

Francisco envió el texto por correo electrónico y pusimos manos a la obra para editarlo, aunque no hubo que tocar nada, porque venía muy bien pulido. Bastó una primera lectura para constatar que estaba escrito por él de puño y letra, porque tenía, no solo la impronta de la alegría de todos los textos de su pontificado y su estilo personal, sino algunos términos propiamente americanos como los “reponedores de góndolas” -en España decimos estanterías- o esa referencia al cardenal Pironio.



Y además, aprendí una palabra nueva, propia de un literato como él, de un gran lector: “pesantez”. Es un sinónimo de pesado. Llegué a pensar que era un “bergoglismo” o incluso que era un término porteño, pero ya me comentaron que no.



Cuando lo recibiste y lo leíste, ¿qué impactó más tu corazón cristiano, más allá de tu corazón editor?

Gracias a este texto he confirmado como cristiano que Francisco es un hombre con el alma puesta en Dios y, a la vez, con los pies en la tierra. Habla de la alegría, pero no como un momento desaforado de estar contento sino como un verdadero estado vital que solo nace del interior más profundo, del encuentro con Dios. Y desde ahí, no tiene sentido para guardárselo para uno mismo, sino que lleva a ser signo para los demás. Cuando uno vive desde la alegría del Resucitado, te lleva a contagiarlo a otros, a hacer posible que los otros sean felices y de ahí su compromiso social, ese embarrarse.



De cada una de sus frases de la meditación se desprende su honda preocupación por el día después de la pandemia, no como el responsable de una multinacional al que le alarma la recuperación económica, sino como ese padre de la humanidad que se preocupa por sus hijos, para que ninguno de ellos se quede atrás, excluido. Francisco es tan incómodo como lo es Jesús de Nazaret y el Evangelio, y eso también le hace creíble, una autoridad que se la está ganando a pulso porque, a diferencia de otros líderes, no hay diferencia entre lo que dice y lo que piensa. Pero, sobre todo, porque tiene claro que el verdadero poder es el servicio a los demás.



¿Pudiste tener una devolución de Francisco después de que el texto tomó estado público?

Confío en que la revista le haya llegado en formato digital y que pueda disfrutarla. Debido al estado de alarma en España, esta vez se retrasará algo más. Pero llegará. Ayer salió de nuestra imprenta y ya está de camino a Roma.



Vayamos al texto. La pandemia dio origen en el Papa a una reflexión profundísima y proyectiva.

El artículo es una nueva síntesis de su pontificado, pero “adaptado” a la realidad que nos ha impuesto el COVID-19.



No es baladí que el texto arranque poniendo en valor a las mujeres, las únicas que acompañaron a los pies de la Cruz a Jesús y las primeras que recibieron la Buena Noticia de la Resurrección. Reconoce y valora su valentía como así lo demuestra el hecho de que hace unos días haya reorganizado la comisión sobre el diaconado femenino.



Pero su gran preocupación una y otra vez ese “día después” del coronavirus. De ahí esa concatenación de preguntas que lanza para que esta pandemia que estamos sufriendo no se convierta dentro de unos meses en un paréntesis y continuemos edificados en ese modelo en el que prima una economía que mata a tantos.



Por eso en el texto hace un triple llamamiento. Por un lado, a cada uno de nosotros, para que cambiemos nuestro estilo de vida, esa pequeña parcela del mundo que depende de nosotros. No como individuos aislados, sino como personas corresponsables unos de otros, el sentido de fraternidad. Por otro lado, al pueblo. Francisco reivindica una y otra vez el concepto de pueblo, no como algo abstracto, sino para poner en valor la fuerza que tiene la comunidad, verdadera protagonista del cambio presente y futuro. Y, por último, su ultimátum a las autoridades políticas y a la comunidad internacional para que no miren para otro lado y sean cómplices de la “pandemia de la exclusión y de la indiferencia” que se nos avecina después del COVID-19.+