El Magníficat, poema cauce de la espiritualidad del Instituto Cristífero

El obispo Miguel Esteban Hesayne, fundador del Instituto Cristífero, recordó a sus miembros ?Cristíferas y Matrimonios Asociados- que "el Magníficat es el espejo de la personalidad de María, Madre de Jesús y Madre nuestra. Es un poema cauce de nuestra espiritualidad". Asimismo, los llamó a "ser presencia del amor del Padre Dios a la manera de María de la Visitación, vuelvan una y otra vez a saborear, a orar el Magníficat, para convertir sus propias vidas en un Magníficat. Y como María no rehúyan ningún trabajo, encarando con buen ánimo las tareas más simples, poniendo alegría en lo monótono y rutinario, porque cada instante de la vida humana cristificada es historia de salvación. Es servicio divino, poema y canto, es Magníficat".

El obispo Miguel Esteban Hesayne, fundador del Instituto Cristífero, recordó a sus miembros ?Cristíferas y Matrimonios Asociados- que "el Magníficat es el espejo de la personalidad de María, Madre de Jesús y Madre nuestra. Es un poema cauce de nuestra espiritualidad", y aseguró que "como comenta el documento de Puebla, el Magníficat ?se manifiesta como modelo para quienes no aceptan pasivamente las circunstancias adversas de la vida personal y social, ni son víctimas de la alienación?".

Tras desgranar alguno de sus versos y explicarlos, aseguró que "el canto de María adquiere dimensión y lenguaje de profecía. María muestra en una segunda parte de su poema, a Dios santo y poderoso, actuando en la historia humana, transformando la historia de los hombres en historia de salvación del género humano".

"Anticipa la presencia transformante de Jesús, ese Jesús Hijo de Dios e Hijo suyo, que cuando se manifieste visible en la historia de los hombres, dará libertad a los oprimidos, elevación a los humildes y posibilidad de que todos los humanos vivan en gozo fraterno y alegre alabanza a Dios que los ama", agregó.

Monseñor Hesayne insistió en llamar a los miembros del Instituto Cristífero a "ser presencia del amor del Padre Dios a la manera de María de la Visitación, vuelvan una y otra vez a saborear, a orar el Magníficat, para convertir sus propias vidas en un Magníficat. Y como María no rehúyan ningún trabajo, encarando con buen ánimo las tareas más simples, poniendo alegría en lo monótono y rutinario, porque cada instante de la vida humana cristificada es historia de salvación. Es servicio divino, poema y canto, es Magníficat".+

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