Miércoles 24 de abril de 2024

Consagraron en la costa atlántica un templo en honor a la beata Laura Vicuña

  • 23 de enero, 2013
  • Ostende (Buenos Aires)
El obispo de Mar del Plata, monseñor Antonio Marino, consagró en la tarde del martes una capilla de la localidad balnearia de Ostende en honor a la beata chileno-argentina Laura Vicuña. El prelado recuperó el sentido pedagógico que tiene la ceremonia y rito de dedicación del recinto. Amparado en diversos pasajes del Nuevo Testamento, reseñó la vida de la niña glorificada y propuso a la comunidad rezar para tener la valentía de afrontar las dificultades de la vida a semejanza de la niña que ayer la iglesia recordó con la fiesta litúrgica.
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El obispo de Mar del Plata, monseñor Antonio Marino, consagró en la tarde del martes 22 de enero una capilla de la localidad balnearia de Ostende en honor a la beata chileno-argentina Laura Vicuña. Durante el rito de consagración y posterior misa, se hicieron presentes decenas de fieles, seminaristas, diáconos, sacerdotes e incluso el recientemente electo obispo auxiliar de La Plata, monseñor Alberto Bochatey.

En su homilía, monseñor Marino recuperó el sentido pedagógico que tiene la ceremonia y rito de dedicación del recinto. Amparado en diversos pasajes del Nuevo Testamento, el prelado valoró las numerosas metáforas que utiliza el lenguaje evangélico para referirse a Cristo como "piedra angular" o a los fieles cristianos como "templos de Dios".

"De esta manera es presentado el misterio de la Iglesia ?explicó el prelado-. Al mismo tiempo que constituimos ese templo a modo de piedras vivas, también llevamos la responsabilidad de intervenir en su construcción hasta que el mismo alcance las dimensiones de la sociedad, del mundo y de la historia. Todos, por tanto, debemos tener conducta edificante".

Enseñanzas sobre la beata
Monseñor Marino destacó la sabiduría regalada por Dios a la beata Laura Vicuña. "Rememorar su breve vida, que ni llegó a los trece años, es alabar a Dios, que en todo tiempo y lugar puede obrar los prodigios de la santidad, en toda edad y condición social", sostuvo el obispo.

A su vez, el obispo aprovechó para relatar la breve vida de la niña glorificada el 3 de septiembre 1988 por el beato papa Juan Pablo II. Laura Vicuña Pino nació en Santiago de Chile en 1891, pero al fallecer su padre en 1893, la familia se muda a Junín de los Andes a fin de evadir la indigencia y la persecución política que les valía el apellido Vicuña. Ya en la Patagonia argentina, se asientan en la estancia Quilquihué, de Manuel Mora, un patrón que al poco tiempo comenzó a convivir con la madre de la beata.

"En el colegio María Auxiliadora, de Junín de los Andes, Laura comenzó a destacarse por su sensibilidad y vivo interés por la fe cristiana. En su instrucción religiosa, tomó conciencia del peligro espiritual en el cual se encontraba su madre, y así, deseó salvar el alma de su mamá a a costa de ofrecer su vida al Señor Dios, en sacrificio para salvarla", relató el obispo.

El prelado también indicó que, en su agonía, Laura reveló a su madre su secreto y le arrancó la promesa de separase de aquel hombre y de vivir santamente.

Hacia el final de la homilía, los presentes rezaron una oración propuesta por el obispo: "Padre de inmensa ternura, que en la adolescente de Laura Vicuña uniste de modo admirable la fortaleza de espíritu y el candor de la inocencia, concédenos, por su intercesión, la valentía para superar las dificultades de la vida y dar testimonio ante el mundo de las bienaventuranzas de los limpios de corazón".+

Texto completo de la homilía