El Papa visitó a las Misioneras de la Caridad

  • 22 de mayo, 2013
  • Ciudad del Vaticano
El papa Francisco visitó ayer, martes 21 de mayo, la Casa ?Don de María? de las Misioneras de la Caridad para conmemorar el 25º aniversario de la entrega de esa institución a la Madre Teresa de Calcuta por el beato Juan Pablo II. "Mi presencia esta tarde representa ante todo, un gracias de corazón a las Misioneras de la Caridad. Todos ustedes hacen visible el amor de la Iglesia por los pobres y. con su servicio diario son -como dice un salmo- la mano de Dios que sacia el hambre de todos los vivientes. ¡A cuánta gente han dado de comer en estos años y cuántas heridas, sobre todo espirituales han curado!", dijo el Pontífice.
El papa Francisco visitó ayer, martes 21 de mayo, la Casa ?Don de María? de las Misioneras de la Caridad para conmemorar el 25º aniversario de la entrega de esa institución a la Madre Teresa de Calcuta por el beato Juan Pablo II. "Mi presencia esta tarde representa ante todo, un gracias de corazón a las Misioneras de la Caridad, fundadas por la Beata Teresa de Calcuta, que trabajan aquí desde hace 25 años, con muchos voluntarios, a favor de tantas personas necesitadas de ayuda. ¡Gracias! Todas ustedes hacen visible el amor de la Iglesia por los pobres y. con su servicio diario son -como dice un salmo- la mano de Dios que sacia el hambre de todos los vivientes. ¡A cuánta gente han dado de comer en estos años y cuántas heridas, sobre todo espirituales han curado!" A su llegada, el Papa fue recibido por el cardenal Angelo Comastri, vicario para la Ciudad del Vaticano, y por la superiora hermana Pierick Mary Prema. Las religiosas pusieron al Papa una guirnalda de flores en el cuello, según la costumbre hindú y el encuentro se desarrolló en un clima muy alegre. La Casa acoge a 25 mujeres, mientras los hombres que reciben comida todos los días son unos sesenta. En su breve discurso a la comunidad, el Papa se centró en tres palabras: Casa, don y María. "Esta estructura, construida e inaugurada por el beato Juan Pablo II, es una casa -dijo-. Y cuando decimos "casa" nos referimos a un lugar de acogida, donde estar bien, encontrarse con uno mismo, sentirse parte de una comunidad. Aún más profundamente, "casa" es una palabra de sabor típicamente familiar que recuerda la calidez, el amor que se pueden experimentar en una familia. La "casa" representa entonces la riqueza humana más preciada, la del encuentro, la de las relaciones entre personas que son diferentes por edad, cultura e historia, pero que viven juntas y que juntas se ayudan a crecer. Esto es, desde hace 25 años, esta casa. En la frontera entre el Vaticano e Italia, es un poderoso recordatorio para todos nosotros, para la Iglesia y la ciudad de Roma para ser cada vez más familia, "casa" abierta a la acogida, a la atención, a la fraternidad". "Una segunda palabra muy importante es "don", que califica esta casa y define su identidad. Quiero decir que esta casa les da apoyo, hospitalidad, material y espiritual a ustedes, queridos huéspedes de diferentes partes del mundo. Pero también ustedes son un regalo para esta casa y para la Iglesia. Nos decís que amar a Dios y al prójimo no es algo abstracto, sino profundamente concreto, que significa ver en cada persona el rostro del Señor al que servir, y servir con eficacia. Aquí se vive una hospitalidad abierta, sin distinciones de nacionalidad o religión, según las enseñanzas de Jesús: "Gratuitamente lo recibiste; dalo gratuitamente". Todos tenemos que recuperar el sentido del don, de la gratuidad, de la solidaridad. Un capitalismo salvaje enseñó la lógica del beneficio a cualquier precio, del dar para recibir, de la explotación sin mirar a la persona y vemos sus resultados en la crisis que estamos viviendo. Esta casa es un lugar que educa a la caridad, una "escuela" de la caridad, que nos enseña a salir al encuentro de todas las personas, sin fines de lucro, por amor". "Hay, en fin una última característica de esta casa: se califica como un don "de María. "María es un ejemplo y una inspiración para aquellos que viven en esta casa, y para todos nosotros, a vivir la caridad hacia el prójimo no como una especie de deber social, sino partiendo del amor de Dios, de la caridad de Dios. María es la que nos lleva a Jesús, y nos enseña cómo llegar a Jesús. "Para nosotros, los cristianos, el amor al prójimo nace del amor de Dios y es su expresión más clara. Aquí se intenta amar al prójimo, pero también dejarse amar por él. Estas dos actitudes van juntas. No puede haber una sin la otra".+