"Hay mucha vida de fe y de caridad", pero en una "sociedad espectadora", dice Mons. Stanovnik

  • 22 de mayo, 2013
  • Corrientes (AICA)
El arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik OFMCap., confesó haberse llevado "una gran alegría" al corroborar la vida de fe y caridad de las comunidades que visitó en su reciente viaje pastoral por Saladas y Concepción, aunque también se mostró preocupado por la desatención de los jóvenes y los más vulnerables. Afirmó que la madurez de una comunidad se mide en la sensibilidad hacia los niños y ancianos y lamentó que algunas familias sean "clientes para consumir votos, diversión, subsidios o cualquier otra cosa". También dialogó sobre la figura del papa Francisco.
El arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik OFMCap., dialogó en un programa de radio local sobre sus impresiones de la reciente visita pastoral que realizó a los departamentos de Saladas y Concepción y sobre los desafíos pastorales que enfrentan las comunidades. También dialogó sobre la sociedad correntina y la figura del papa Francisco. Monseñor Stanovnik explicó que su visita pastoral se centró en conocer la realidad de los párrocos, sus vicarios y los laicos que colaboran más estrechamente con las actividades, especialmente a través del Consejo de Pastoral y el Consejo de Asuntos Económicos. En este sentido, subrayó como "muy importante" que el laico se haga "corresponsable de la vida de fe y colabore con las comunidades", tanto de las ciudades cabeceras como de las más alejadas. El arzobispo admitió haber vivido "una fuerte experiencia de Dios" en conversaciones con laicos, especialmente con aquellos que son catequistas o animadores pastorales en comunidades donde el sacerdote no llega siempre los fines de semana. "Encuentran tiempo para preparar a los niños para la primera comunión o bien animar a la comunidad cristiana, y lo viven con una alegría que realmente conmueve y contagia la gracia que viven", confesó. "Me llevé una gran alegría al ver la fe de nuestras comunidades. Hay mucha vida de fe y de caridad, de ayuda al prójimo, como muchos matrimonios y agentes de pastoral entregados. Eso realmente renueva? uno ve la acción del Espíritu Santo, la palpa y se da cuenta de que Dios está presente", relató. No obstante, monseñor Stanovnik también se mostró preocupado por la iniciación cristiana al advertir un "desalojamiento" de Dios en la vida familiar: "Cuando se deja de rezar, no se transmite la fe y no se da lugar en la pareja y en el hogar. Dios no tiene lugar. Cuando se desplaza a Dios, quedan solamente ellos dos. Cuando lo desalojamos, nos quedamos sin fuerza. Tenemos que tomar conciencia de que la presencia de Dios mejora nuestra vida; nos fortalece, nos abre y nos ayuda a ver en el otro el rostro de Jesús". En este sentido, también alertó que la sociedad parece "espectadora" frente a las demandas de los jóvenes y los sectores más vulnerables. Al ejemplificar esto en las "picadas" que suceden por las calles de Corrientes y el consumo de alcohol al volante, fustigó la inoperancia de los responsables: "Este modo de expresarse de los jóvenes, que es transgresor, es un grito de atención de nuestros jóvenes que nos piden atención. Somos una sociedad adulta espectadora. Tenemos que reunirnos para ver cómo ayudar a nuestros jóvenes y a nuestros pobres. Desde el punto de vista económico, no nos sale mucho hacernos cargo de las personas que más sufren de la indigencia. Lo que pasa es que tenemos que detectar los problemas y hacernos cargo". El arzobispo afirmó que la madurez de una comunidad humana -sea una familia, un barrio o la sociedad- se mide "en la sensibilidad que tienen para atender a los más frágiles". "La familia que cuida a los niños y a los ancianos tiene un corazón profundamente humano, y es una familia con la que uno puede contar. La familia que abandonó a sus niños o ancianos es un cliente para consumir votos, diversión, subsidios o cualquier otra cosa. Así degradamos a nuestra gente. Ver esto entristece. Es un desafío grande, pero solo nosotros podemos salir adelante", sentenció. El papa Francisco "Es un eslabón dentro de una renovación que se está produciendo en la Iglesia desde hace tiempo, incluso antes del Concilio Vaticano II ?definió-. Recordemos que Juan XXIII fue una frescura en la Iglesia, como también el papa misionero que fue Juan Pablo II y los aportes de reflexión que nos dejó Benedicto XVI". "Francisco ?agregó- muestra otra dimensión a la que no estábamos tan habituados. Sobre todo, con mensajes sencillos y gestos. El gran desafío es, después de la conmoción, que nos vamos a ir acostumbrando. ¿Cómo hacemos para perseverar en este camino? El gran desafío va a ser la perseverancia en la celebración de la fe en la comunidad y también traducir esto en el comportamiento".+