Francisco a los Siervos de María: sean sembradores de esperanza

  • 25 de octubre, 2019
  • Ciudad del Vaticano (AICA)
Audiencia con los participantes en el 214º Capítulo General de la Orden de los Siervos de María

El papa Francisco recibió este viernes a los participantes del 214º Capítulo General de la Orden de los Siervos de María, a los que les entregó el discurso que había preparado y de modo espontáneo los invitó a vivir la gracia del "servicio" con esperanza, confiando como María en los "tiempos" de Dios.

El Santo Padre les habló a los religiosos de dos aspectos que aún marcan a la Orden y que son también su esperanza para el futuro: el servicio totalmente dedicado a María y la esperanza que debe acompañarla, en un tiempo de cambio constante, con el apoyo de la oración.

En tanto, en el discurso que les entregó el pontífice formula votos para que sus comunidades sean también “un signo de fraternidad universal”, escuelas de acogida e integración y lugares de apertura con carácter relacional.

“Sí, porque con este testimonio – escribe el Santo Padre – ayudarán a mantener lejos las divisiones y las cerrazones, los prejuicios de superioridad o de inferioridad, los perímetros culturales, étnicos, lingüísticos y los muros de separación. Y sus comunidades serán así en la medida en que ellos sean hombres de comunión, de fraternidad y de unidad, como lo fueron sus fundadores”.

El Papa recuerda que los Siervos de María tuvieron sus orígenes y su primer desarrollo en la ciudad italiana de Florencia del siglo XIII, en una época tan “vivaz cuanto belicosa” y destacó que la Orden nació de un grupo de hombres, los siete santos fundadores, dedicados al comercio y al voluntariado.

Sin embargo – escribe el Papa – “su familia religiosa pone el núcleo germinal de su propio carisma en la especial consagración a la Virgen María, reconocida como la verdadera fundadora". Y destaca que viven su consagración personal a la Virgen como un compromiso cotidiano para asimilar su estilo, tal como lo transmiten las Sagradas Escrituras y sus estudios a través de la Pontificia Facultad Teológica "Marianum".

Francisco recuerda que otro ámbito en el que testimonian el Evangelio – inspirándose en la Santísima Virgen – es el del apostolado y la misión. De manera que se esfuerzan por imitar a la Virgen especialmente a través de cuatro de sus actitudes: Cuando tras la Anunciación va a ayudar a su prima Isabel; cuando en Caná de Galilea obtiene de Jesús el milagro del agua convertida en vino para la alegría de los recién casados; cuando permanece llena de fe y de dolor a los pies de la cruz de su Hijo y cuando reza en el Cenáculo con los Apóstoles en espera del Espíritu Santo.

A partir de estos cuatro ‘momentos’ marianos, siempre están llamados a profundizar el carisma fundacional para actualizarlo, a fin de que responda con esperanza a los desafíos que el mundo contemporáneo lanza a la Iglesia y también a su Orden.

Después de recordar la importancia que tiene para su misión el tema que los acompañó como una guía durante su Capítulo General, a saber: "Siervos de la esperanza en un mundo que cambia", el Papa dirige su pensamiento no sólo a esta esperanza, sino también, por ejemplo, a “la escasez de vocaciones en algunas partes del mundo”, así como a “la fatiga de ser fieles a Jesús y al Evangelio en determinados contextos comunitarios o sociales”, invitándolos a pensar también en las vocaciones en los nuevos territorios en los que están insertados.

Por esta razón, escribe, “los exhorto a regocijarse por la belleza y la novedad cultural y espiritual de los muchos pueblos a los que han sido enviados a anunciar el Evangelio”.

Además, mediante su exhortación apostólica Gaudete et exsultate (sobre el llamado a la santidad en el mundo actual), Francisco destaca en su discurso que ser hombres de esperanza significa “cultivar el diálogo, la comunión y la fraternidad”, que son los perfiles de la santidad. A la vez que: “La santificación es un camino comunitario, de dos en dos”, tal como lo reflejan “algunas comunidades santas”.

“Ser hombres de esperanza – escribe el Papa – “significa encontrar el valor para afrontar algunos de los desafíos actuales”, como por ejemplo, “el uso responsable de los medios de comunicación, que transmiten noticias positivas, pero que también pueden destruir la dignidad de las personas, debilitar el impulso espiritual y dañar la vida fraterna”.

Hacia el final de su discurso en el que escribe que les imparte su bendición apostólica y les pide que recen por él, Francisco recuerda que hay que “educarse” para un “uso evangélico de estos instrumentos”, afrontando el desafío de la multiculturalidad. “No cabe duda – concluye el Santo Padre – “de que las comunidades religiosas católicas se han convertido en ‘laboratorios’ en este sentido, ciertamente no sin problemas y, sin embargo, ofreciendo a todos un signo claro del Reino de Dios, al que todos están invitados, a través del único Evangelio de la salvación”.+