"No existe un Papa argentino. Francisco es Pastor universal"

  • 3 de abril, 2013
  • Corrientes (AICA)
"Los rutilantes títulos periodísticos hablan de un Papa argentino. Es inexacto. No existe un Papa argentino. Francisco es un hombre nacido en la Argentina y convertido en Papa. El Papa es el Vicario de Cristo y, en consecuencia, conciudadano de todos los hombres", manifestó monseñor Domingo Salvado Castagna, arzobispo emérito de Corrientes, en una nota en la que confiesa que "no es fácil referirse a un acontecimiento que supera todas las importancias sociales y políticas. Un hijo de esta zarandeada tierra fue misteriosamente escogido por Dios para suceder a Pedro en la Iglesia Católica. El hasta ahora cardenal Jorge Mario Bergoglio se ha convertido en Su Santidad el papa Francisco".
"Los rutilantes títulos periodísticos hablan de un Papa argentino. Es inexacto. No existe un Papa argentino. Francisco es un hombre nacido en la Argentina y convertido en Papa. El Papa es el Vicario de Cristo y, en consecuencia, conciudadano de todos los hombres", manifestó monseñor Domingo Salvado Castagna, arzobispo emérito de Corrientes, en una nota en la que confiesa que "no es fácil referirse a un acontecimiento que supera todas las importancias sociales y políticas. Un hijo de esta zarandeada tierra fue misteriosamente escogido por Dios para suceder a Pedro en la Iglesia Católica. El hasta ahora cardenal Jorge Mario Bergoglio se ha convertido en Su Santidad el papa Francisco". El ministerio del Papa como pastor universal -señala el prelado- consiste en conducir la evangelización del mundo, protagonizada por la Iglesia Católica (universal), de cara a todos los pueblos y culturas de la tierra. Su misión le obliga hoy a trascender todas las fronteras". "De todos modos -admite monseñor Castagna-, para nuestro orgullo nacional, este hombre ha vivido siempre en la Argentina, se ha formado en sus institutos de enseñanza y ha completado su formación específica (eclesiástica) en la Orden religiosa de la Compañía de Jesús. Su ministerio sacerdotal y episcopal abarcó amplios espacios de la Argentina hasta concluir en Buenos Aires, como arzobispo y cardenal primado. Así lo sorprendió esta elección al supremo pontificado de la Iglesia católica". "Cada Pontífice -explica luego- muestra un carisma peculiar, todos ellos suman y, en consecuencia, marcan una verdadera continuidad, sólo explicable por la asistencia del Espíritu Santo, desde el día de Pentecostés", y agrega que en su prolongada vida (tiene 82 años) "han pasado ocho Romanos Pontífices. Todos ellos tocados por la Providencia Divina. Pude comprobar que es Dios quien guía y sostiene a la Iglesia". "El papa Francisco -sostiene el arzobispo emérito- va a desplegar su carisma propio que contribuirá a transparentar la presencia viva de Jesucristo. Bien lo necesita este mundo. Los tumbos que aparecen en todos los niveles de la sociedad contemporánea: en la justicia, en la educación y en la cultura, en la acción política y en la convivencia -actualmente impedida por la corrupción y la delincuencia- requieren a los mejores hombres y mujeres para restablecer el equilibrio y la paz. Casi exclusivamente la fe en Jesucristo asegura la aparición de estas personas. De allí la importancia de las diversas Iglesias y la misión que les corresponde desempeñar como antídoto contra el mal". Al referirse a la fisonomía humilde y vigorosa de Francisco, monseñor Castagna dice que "abriga la convicción de una renovada transparencia del Evangelio para el mundo del siglo XXI y de un acceso seguro a la esperanza que la fe causa en quienes creen en Cristo. Su notable sencillez, su humildad y franco lenguaje lo distancian, sin hacer juicios sobre la compleja urdimbre del pasado, del centralismo y formas imperiales, acumulados excesivamente en tantos siglos de historia". El arzobispo emérito de Corrientes concluye manifestando que "hace cincuenta años, la intuición de fe de un anciano Pontífice -Juan XXIII- puso en movimiento un Concilio Ecuménico (Vaticano II) que no ha cesado de dar sus frutos de santidad y evangelización. ¿Será ésta una nueva y esperanzadora primavera de la fe cristiana y, por ende, de la Iglesia de Cristo? El Papa Francisco no se cansa de pedir que oren por él. Quienes rezamos, recemos por el humilde servicio petrino de este humilde connacional nuestro".+