Por irresponsabilidad, corrupción e impunidad, los pobres más cerca de morir en una tragedia

  • 24 de febrero, 2013
  • Gualeguaychú (Entre Ríos)
"Vivimos otra tragedia argentina que como otras nos pasan a todos los que vivimos en este país. Argentinos, extranjeros, varones, mujeres, jóvenes, adultos mayores, niños. La muerte en tragedias previsibles, sin embargo, está mucho más cerca de los más pobres. Contra ellos se despliega una combinación nefasta entre irresponsabilidad, corrupción e impunidad. Los organismos del Estado responsables de regulación y control parecieron estar ausentes. Varias preguntas siguen esperando respuestas a un año: ¿hubo falta de control sobre los millones de pesos con los que el Estado subsidia al transporte y sigue subsidiando para mejorar la calidad de los viajes, renovar las unidades, modernizar la tecnología?", interpeló el obispo de Gualeguaychú y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, monseñor Jorge Lozano, al referirse al accidente ferroviario del 22 de febrero de 2012 en la estación porteña de Once, donde murieron 51 personas y más de 700 resultaron heridas.
El obispo de Gualeguaychú y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, monseñor Jorge Lozano, recordó que "el 22 de febrero de 2012, en el andén 2 de la terminal de trenes de Once de la ciudad de Buenos Aires, en un accidente ferroviario murieron 51 personas. Cientos estuvieron internados, y a muchos le han quedado huellas imborrables en el cuerpo y en el alma". "Vivimos una tragedia argentina que como otras nos pasan a todos los que vivimos en este país. Argentinos, extranjeros, varones, mujeres, jóvenes, adultos mayores, niños. La muerte en tragedias previsibles, sin embargo, está mucho más cerca de los más pobres. Contra ellos se despliega una combinación nefasta entre irresponsabilidad, corrupción e impunidad", advirtió. Tras estimar que "los organismos del Estado responsables de regulación y control parecieron estar ausentes", aseguró que "varias preguntas siguen esperando respuestas a un año: ¿hubo falta de control sobre los millones de pesos con los que el Estado subsidia al transporte y sigue subsidiando para mejorar la calidad de los viajes, renovar las unidades, modernizar la tecnología?" El prelado señaló que "aquel día murieron 51 personas que iban a trabajar, a estudiar, a presentarse a un empleo, a cumplir sus sueños, a encaminar una amistad, a ser humanos en su realidad" y sostuvo que "no es razonable que para vivir con dignidad haya que viajar como animales arriesgando la vida sobre ruedas". Asimismo criticó que los días posteriores al 22F se hayan escuchado "superficialidades increíbles" que, a su entender, "sonaban a tomada de pelo" y "agregaron dolor y perplejidad" a la tragedia. "Antes que nada y después de todo, lo único importante son las vidas de los que no están y el respeto que les debemos a los que quedan y siguen viajando en Transporte Público de Pasajeros. Las soluciones llegan tarde para algunos, y parece que no estaban tan lejos", lamentó. Monseñor Lozano también se refirió al incendio de hace casi un mes en el club "Kiss", en el estado brasileño de Río Grande do Sul, que resultó ser "una trampa mortal para cientos de jóvenes que estaban de fiesta en la madrugada del domingo 27 de enero. Perdieron la vida más de 230 jóvenes. Fue inevitable evocar lo acontecido en Cromañón. Semejanzas y diferencias que los medios no tardaron en destacar. La memoria que vuelve una y otra vez". "Los jóvenes siguen muriendo", reflexionó, al precisar que "en nuestro país mueren 10 jóvenes por día a causa de accidentes de tránsito. Significa que en el mes de enero han muerto en la Argentina más jóvenes que en la discoteca de Brasil en una sola noche". Monseñor Lozano llamó a ser "solidarios en el dolor y abracemos en la oración las intenciones de familiares y amigos de todos los jóvenes que son arrebatados de la vida demasiado temprano. En cada vida truncada quedan sin desplegar sueños por un mundo mejor, anhelos de formar familia, proyectos de vida legítimamente buscados. Entran en mi corazón imágenes de cuartos deshabitados, peluches sin mimos, música sin interpretar o sin escuchar. Corazones desolados, brazos que imaginan abrazos imposibles. Como en tiempos de guerra". "Jesús es la luz que viene a iluminar nuestra fe y nuestra vida. A Él, que supo del dolor y el desprecio, le encomendamos el sufrimiento por los que murieron en Once, Kheyvis, Cromañón, Kiss, la violencia, los accidentes, las sobredosis...", aseveró, al tiempo que pidió seguir rezando por el papa Benedicto XVI y por quien sea su sucesor.+ Texto completo de la columna