El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, propuso vivir la Cuaresma, enmarcada en el Año de la Fe, como "una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo", y pidió que "María Santísima, Nuestra Madre y Patrona de Guadalupe, nos enseñe la docilidad al Espíritu Santo para vivir en la obediencia de la fe y en la comunión de la Iglesia". Sugirió leer en este tiempo de gracia la carta apostólica "Porta Fidei", en la que el papa Benedicto XVI explica con claridad que "hay que intensificar la reflexión sobre la fe para ayudar a los creyentes en Cristo a que su adhesión al Evangelio sea más consciente y vigorosa, sobre todo en un momento de profundo cambio en el que la humanidad está viviendo". El prelado advirtió que "cuando la vida religiosa deja de tener su fuente y orientación en Dios, que nos ha revelado Jesucristo, ella se empobrece; podemos estar tentados a buscar, o vivir a la espera de otras manifestaciones, que nos
El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, recordó que la Cuaresma de este año se enmarca en el Año de la Fe, un hecho que "nos ayuda a reflexionar sobre el sentido y el alcance del don de la fe, como una realidad que nos enriquece y está llamada a examinar nuestras relaciones con Dios, nuestros hermanos y el mundo. Decir creo en Dios es un don, pero también una tarea que debemos asumir. Para comprender y vivir esta nueva realidad es necesario partir de la imagen y la vida de Dios que nos ha revelado y comunicado Jesucristo. Sólo en Él la fe cristiana alcanza su pleno sentido y nos descubre en la dinámica de un proyecto único y personal. La fe no construye a Dios, es respuesta a su Palabra. La escucha es la actitud del hombre de fe".
"La primera certeza que nos da la fe es que Dios es persona, amor y se nos comunica. Dios nos habla. Su Palabra, en Cristo, se convierte en la fuente más clara para conocerlo y conocernos", subrayó, al tiempo que señaló que "la fe no es un agregado para el hombre sino el ámbito donde abreva su verdad más profunda" y la que "nos introduce en este camino de santidad".
Tras indicar que "la vivencia de este hecho requiere una mirada teológica sobre nuestra vida y vocación", reflexionó: "Vivimos muy pendientes del hoy, del momento. No está mal, si ello no nos hace perder de vista ese horizonte más amplio que da sentido a nuestra vida. Aquí la fe encuentra su lugar propio".
El prelado citó la carta apostólica de Cuaresma del papa Benedicto XVI, para destacar que "la vida cristiana es como un camino que se apoya en la presencia viva y actual de Jesucristo. En él, vivimos y caminamos con la confianza y la alegría de la esperanza".
"Como vemos, la fe no es un recetario de respuestas para cada problema. Ella nos habla del hombre como hijo de Dios, como criatura con un destino trascendente desde el cual se ilumina toda nuestra vida. La fe no da soluciones inmediatas, a medida, sí una luz que nos permite encontrar un camino, incluso en momentos difíciles de cruz y oscuridad. Para la fe siempre hay un mañana, porque el horizonte es la vida eterna. La fe no está a la búsqueda de signos mágicos ni se alimenta de milagros, sino de la Palabra de Dios que da sentido y fortaleza al hombre. Esta fe es la se convierte, dirá san Pablo: "en fuerza y sabiduría de Dios para los que creen", explicó.
El arzobispo santafesino consideró que "es necesario mantener esta jerarquía de verdades que debe sostener y orientar nuestra vida. Para ello debemos partir, decíamos, de la imagen de Dios que nos ha revelado Jesucristo. Cuando Dios ocupa su lugar todo se ordena. Recuperar la centralidad de Dios es el comienzo de una vida nueva. Esto no siempre es fácil, las urgencias, lo inmediato, postergan lo importante. No se trata sólo de crear espacios reservados a Dios, aunque es necesario, sino de vivir en presencia de Él, de tenerlo siempre presente y de que su Palabra sea la referencia moral para nuestros actos".
"Cuántas veces se mantienen por rutina ?tiempos religiosos?, pero el corazón y la mente están en otros tiempos y se nutren de otras palabras, que terminan vaciando de contenido la propia vida de fe. Sólo Dios es el Señor, es el comienzo de una vida de fe que ilumina y orienta nuestros actos y compromisos", reconoció.
"Ahora bien, es importante que la imagen de Dios que jerarquiza y ordena nuestra vida sea realmente la del Padre de Nuestro Señor Jesucristo. Esto que parece fácil de suponer hoy no siempre es tan claro. No se trata de cualquier imagen de Dios. Hay una pseudo cultura religiosa con sus propios rituales y técnicas, que nos presenta la imagen de una divinidad impersonal que es ajena al Dios Padre que nos ha revelado Jesucristo", agregó.
Sostuvo que "creer que Dios hoy me sigue hablando personalmente en su Hijo, es el fundamento de una fecunda vida de fe. Debemos descubrir de nuevo, nos dice el Santo Padre: ?el gusto de alimentarnos con la Palabra de Dios, trasmitida fielmente por la Iglesia, y el Pan de vida ofrecido como sustento a todos los que son sus discípulos?. La Palabra tiene un contenido que debe formar nuestra inteligencia y nuestro corazón. La fe en Dios, el Padre de Nuestro Señor Jesucristo, no puede quedar reducida a un mero sentimiento sino que tiene que ?alcanzar y transformar con la fuerza del evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida?".
"Cuando la vida religiosa deja de tener su fuente y orientación en Dios, que nos ha revelado Jesucristo, ella se empobrece; podemos estar tentados a buscar, o vivir a la espera de otras manifestaciones, que nos alejan de la solidez de su Palabra. Cuidar y alimentar el don de la fe en Cristo es nuestra tarea", aseveró.
Al referirse a la carta apostólica "Porta Fidei", monseñor Arancedo aseguró que "una madura y comprometida vida cristiana, que nace y se alimenta del encuentro con la Palabra de Dios necesita, también, de un estudio serio y sistemático que de solidez al acto de fe. Aquí adquiera todo su valor el Catecismo de la Iglesia Católica como ?subsidio precioso e indispensable?, para un conocimiento sistemático del contenido de la fe", y dio gracias a Dios por poder contar "con la presencia del Instituto Arquidiocesano de Ciencias Sagradas, con sus filiales en el interior y su amplia propuesta formativa. Reconocer la necesidad de ahondar el contenido de nuestra fe por medio de la formación, es el comienzo de un camino de madurez personal y eclesial".
"La decisión del acto de fe es un sí a la persona y el evangelio de Jesucristo. Esto es lo que nos debe llevar a comprender la importancia de tener razones por las que se cree. La fe no se opone a la razón, la necesita. La obediencia de la fe, como respuesta de nuestra libertad a la Palabra de Dios, es ante todo un acto humano con todo lo que ello implica. Como se puede ver, concluye el Santo Padre: ?el conocimiento de los contenidos de la fe es esencial para dar el propio asentimiento, es decir, para adherirse plenamente con la inteligencia y la voluntad a lo que propone la Iglesia?", puntualizó.
"He considerado oportuno proponerles estas breves reflexiones en el marco del Año de la Fe, para que vivamos este tiempo de gracia de la Cuaresma como ?una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo?. Que María Santísima, Nuestra Madre y Patrona de Guadalupe, nos enseñe la docilidad al Espíritu Santo para vivir en la obediencia de la fe y en la comunión de la Iglesia", concluyó.+
Texto completo de la carta