Sacerdotes de la región Platense peregrinaron al santuario de la Virgen de Luján

  • 13 de noviembre, 2025
  • Luján (Buenos Aires) (AICA)
Los presbíteros compartieron diversas dimensiones sobre su ministerio a partir de una reflexión que les brindó el arzobispo de Córdoba, cardenal Ángel Rossi, quien además presidió la Eucaristía.

Los sacerdotes de la región Platense, que comprende las arquidiócesis de La Plata, Mercedes-Luján y Bahía Blanca, y las diócesis de Nueve de Julio, Chascomús, Azul, Mar del Plata y Santa Rosa, realizaron el 12 de noviembre la peregrinación a la basílica y santuario de Nuestra Señora de Luján.

Allí se celebró la Eucaristía, que presidió el arzobispo de Córdoba, cardenal Ángel Rossi SJ, y fue concelebrada por el arzobispo de Mercedes-Luján, monseñor Jorge Scheinig; el arzobispo de La Plata, monseñor Gustavo Carrara, junto con los demás obispos, obispos auxiliares y sacerdotes de las diócesis presentes. 

Previamente, el cardenal Rossi iluminó a los presbíteros con una reflexión, que motivó a compartir en grupos resonancias y también a reflexionar sobre su servicio al Pueblo de Dios y a la Iglesia, siendo portadores de esperanza en el contexto de este Año Jubilar, encomendando su ministerio a la Madre del Pueblo argentino y dejando a sus pies agradecimientos, intenciones y peticiones.

Durante la homilía, el arzobispo cordobés manifestó: "Es una gracia linda poder celebrar el Jubileo y cerrar este encuentro de hermanos, aquí, en la casa materna, donde uno siempre vuelve a dar gracias, a compartir cosas de la vida, a convalecer de nuestras heridas, uno viene trayendo en su corazón muchos rostros, rostros que representamos de nuestras parroquias y diócesis".


"Nosotros no venimos solos, sino que traemos en el corazón a nuestro pueblo, que sabe muy bien de la fuerza maternal, que es maestro en su devoción y su cariño a la Virgen, y concretamente a nuestra Madre de Luján. Hemos aprendido de ellos", continuó.

Y resaltó: "Al venir a dar gracias venimos a cantar el Magnificat, un Magnificat que pasó por la cruz y que no se desentiende de ella. Presentarle al Señor, y este es el desafío, nuestro Magnificat, ese canto bellísimo de madurez, pedirlo como gracia. Animarse a decir 'mi alma canta la grandeza del Señor', 'mi espíritu se alegra en Dios mi salvador', porque?, cada uno tendrá que completar los ítems de esa Magnificat".

Finalmente, Rossi recordó: "Somos sacerdotes porque Él miró con bondad nuestra pequeñez, porque nos condujo a verdes praderas, porque nos sacó de las oscuras quebradas, y nos sentó a su mesa llenando nuestra copa hasta el borde. Desde esa pequeñez asumimos, llenos de alegría, nuestra vocación, nuestra misión y ministerio".+