Mar del Plata tendrá dos nuevos sacerdotes desde esta noche

  • 14 de diciembre, 2012
  • Mar del Plata (Buenos Aires)
La diócesis de Mar del Plata contará desde esta noche con dos nuevos sacerdotes. Se trata de los hasta ahora diáconos Raúl Agustín Escudé y Mario Enrique Fernández Rodríguez, quienes serán ordenados presbíteros por el obispo de Mar del Plata, monseñor Antonio Marino. Los jóvenes diáconos ?Raúl, de 29 años y Mario, de 28- pasarán a formar parte del clero diocesano luego de haberse preparado durante ocho años en el Seminario San José, de la arquidiócesis de La Plata.
La diócesis de Mar del Plata contará desde esta noche con dos nuevos sacerdotes. Se trata de los hasta ahora diáconos Raúl Agustín Escudé y Mario Enrique Fernández Rodríguez, quienes serán ordenados presbíteros por el obispo de Mar del Plata, monseñor Antonio Marino. Para la celebración, que tendrá lugar a las 20 en la catedral de los santos Pedro y Cecilia, se aguarda la presencia de una importante porción del clero diocesano y religioso, amigos, familiares y los fieles marplatenses en general y también otros venidos desde las distintas ciudades de la diócesis. Los jóvenes diáconos ?Raúl, de 29 años y Mario, de 28- pasarán a formar parte del clero diocesano luego de haberse preparado durante ocho años en el Seminario San José, de la arquidiócesis de La Plata. Ambos destacaron que quieren ser "buenos sacerdotes" y "llevar la presencia de Jesús en todo momento". Expectativas "Tengo todas las expectativas puestas en esta etapa; ser un santo sacerdote, puente entre los hombres y Dios, ser un buen padre en el ejercicio de la confesión y el acompañamiento espiritual, la acogida y la formación son mis metas. En definitiva, ser un instrumento dócil en las manos del Señor", resaltó Raúl Escudé. Por su parte, Mario Fernández enfatizó que "las expectativas son muchas", pero ante todo, buscará "poder ser otro Cristo en todo momento y transmitir la alegría del Evangelio a todos para que todos podamos ser uno en Cristo". A su vez, resaltó la importancia del encuentro personal con cada uno en la confesión y en la dirección espiritual. Raúl y Mario son marplatenses de nacimiento, y vienen de distintas comunidades: el primero proviene de la parroquia Santa Rosa de Lima y el Movimiento Juvenil Diocesano, mientras que la segunda vocación es fruto de la iglesia catedral y la Acción Católica. "Siempre quisimos vivir las cosas con alegría", coincidieron los futuros sacerdotes, en cuanto a su actitud de vida y también para el ministerio que comenzarán a ejercer. "¿Cuál es el desafío de un sacerdote joven en el mundo actual?", se les consultó. "Frente a esta cultura que estamos viviendo, el desafío es encontrar la manera de anunciar nuevamente el evangelio a una sociedad que de a poco va perdiendo el sentido de trascendencia. Quiero mostrar la alegría del evangelio y la felicidad de seguir a Cristo y vivir con Él", sintetizó Mario Fernández. " La realidad socio cultural de hoy es cambiante y hasta muchas veces adversa ?opinó Raúl-, por eso busco ser constante en la oración, para estar en ?sintonía? con el Señor Jesús y dejarme guiar por Él. Me propongo como desafío presentar los valores del Evangelio que enseña la Iglesia de manera renovada para que puedan convertirse en pilares de la nueva cultura naciente". "¿Qué momento de sus vidas recuerdan como un hito importante para descubrir el llamado de Dios al sacerdocio?", les preguntó una periodista. Raúl aclaró que no se trata de un hecho, sino de un "proceso vocacional", sobre el que llegado el momento se pueden distinguir acontecimientos claves: "Hoy puedo decir que uno de ellos fue cuando tenía 16 años y me encontraba en una capilla de la parroquia Santa Rosa, donde daba catequesis los sábados a las 9.30; en ese momento me preguntaba por el tema de la paternidad, y de cómo vivirla de un modo no biológico. Dios me lo hizo ver a través de un niño, que vino corriendo hacia mí, saltó y me dio un abrazo. Yo sólo era su catequista, pero fue ahí cuando me di cuenta que se puede ser padre sin tener un vínculo biológico". Y añadió: "Con eso Dios me dio mucha luz". Mario, por su parte, relató que un día estaba mirando una televisación de una misa de monseñor José María Arancedo. "Me dije que quería ser como él". Otro momento importante para el nuevo sacerdote fue reconocer que en su vida cotidiana vivía "casi como un seminarista". "La oración, el estudio y el compromiso con la parroquia, que yo lo veía como normal, no resultaba para el resto así", comentó. En ese momento, reconoció el llamado de Dios al sacerdocio. "Pero fue una semilla que fue creciendo", agregó.+